Minho y Jisung eran la pareja perfecta.
O al menos eso era lo que querían que todos creyeran, Minho nunca fue lo suficientemente honesto con sus sentimientos cuando se trataba de su novio...tal vez porque no era precisamente el a quien amaba.
Jisu...
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Seo Changbin.
Ese nombre retumbaba en la cabeza de Lee todo el día a toda hora, al igual que aquellas oscuras prendas pero brillante sonrisa
Changbin, Changbin, Changbin
¿Por que el? ¿Que había de diferente entre él y todos los demás chicos con los que tuvo líos? ¿Por que era tan difícil sacarlo de su mente perturbada por el deseo?
Miles de preguntas acompañadas de frustración recorrían su mente haciéndole sentir tan culpable, su garganta estaba seca luego de la segunda botella de whisky, nada parecía estar claro en aquella oscura sala de estar lo único que permanecía fijo en su memoria era la preciosa figura de Seo, sus fuertes hombros, espalda amplia, muslos gruesas y pequeña cintura, todo en él le llevaba hasta el punto de perder la cordura
Su vida parecía estar cuestas a un Barranco sin saber cuando caería y todos sus sentimientos reprimidos saldrían a la luz
Esta solo en el departamento que compartía con su novio luego de una fuerte pelea en la que milagrosamente no hubo encuentro físico, los conflictos parecían hacerse más constantes cada vez pero no se atrevía a dejar a Jisung, no cuando él era la única forma que tenía de ver a Changbin, de admirarlo en silencio y poder tener conversaciones profundas en mitad de la noche mientras ambos reían por sus ocurrencias. Seo parecía darle todo lo que siempre buscó sin embargo no era capaz (al menos estando en todos sus sentidos) de confesar sus sentimientos, solo lograría hacer que este entrara en un conflicto mental o peor aún que le odiase
Y no podría vivir con Changbin odiándole, es su todo, quien hace sus momentos felices y tolerable su amarga vida.
El sonido de las llaves abriendo la puerta acompaña el bullicio de la calle en la fría madrugada, está dispuesto a pararse e irse a su habitación para no tener que hablar con Han pero apenas hace su primer intento de pararse su cabeza da vueltas
—Maldita sea, no puedes estar ni un día sin emborracharte— se queja Han mirando con molestia, deja su mochila en la mesa junto a la entrada y luego de unos minutos la puerta es cerrada
—Sung...¿no vas a ayudarlo?— otra voz se hace presente y sabe de quien se trata, es su chico, el está ahí
—Si quieres puedes hacerlo tú, no quiero tener nada que ver con este idiota, iré a dormir— responde con molestia y luego de quitarse los zapatos camina hasta su habitación cerrando con un fuerte portazo
—Minho hyung...— llama bajito antes de acercarse al cuerpo del aludido posando una de sus gorditas manos en el perfilado rostro— Vamos a tu cuarto ¿si? Estarás más cómodo durmiendo ahí
