Recuerdo ahora mismo con nostalgia todas esas ocasiones, no tan lejanas, en las que a la salida de los estudios, solía pasear con ninguna compañía más que la de mi sombra, por aquellos lugares solitarios, en las noches, lugares rodeados de árboles y algunos edificios no tan altos, aprovechando la oportunidad de pasar por ellos para distraer a mi mente en sus siluetas como un intento de alejarme un poco del ruido de los autos que pasaban por los otros caminos, y del bullicio de la gente, y de este modo, huir una vez más de todo aquello que me hacía pensar en mi eterna soledad, la del presente día y la de todos los días pasados, y en esa creciente sensación de no significar nada en esta vida.
Y luego de una rápida y cansada caminata, llegaba al paradero, tomaba el bus, y durante el viaje miraba tristemente el mismo paisaje nocturno de siempre por la ventana, hasta llegar a la esquina de mi casa, y me bajaba del transporte, caminaba hasta mi casa, entraba en ella, saludaba a todos mis familiares, les decía que otra vez me fue bien, les sonreía, y me dirigía a mi habitación, apagaba la luz y en esa oscuridad, sentía el peso de esa mentira de hace un momento aplastándome, al ver que todo era lo de siempre y no me quedaban ánimos más que para dormir, o en su defecto, me veía afectado por un insomnio que solo me llevaba a prestarle atención a cosas inútiles, como conversaciones de chat antiguas con personas que nunca conocí ni conoceré, historias sobre conversaciones divertidas o románticas de otros, y publicaciones de reuniones de otros, y así sin quererlo, me terminaba ocasionando una intensificación del grado de tristeza y ansiedad que ya sentía.
No es mi culpa esta mala suerte, me auto compadecía mentalmente, mañana quizá sea un día mejor. Pero, ¿qué ánimos podría haberme inventado para iniciar el siguiente día como si todo estuviera bien?, pues pocas veces se me ocurrió algo bueno y funcionó, aunque nunca me duró mucho. A mi cuerpo le costaba sentir esa necesidad de levantarse, y así llegar tarde a todo se volvió mi lema, después de todo, ¿a quién le importaría?, nadie lo notaría. Casi me he llegado a sentir como un alma en pena, que mira al resto ser felices, pero que no les comprende realmente, pues, nunca logro encajar en ninguna parte.
Suelo recordar con una sensación de calidez en el pecho, mi niñez, mi época de estudiante de primaria, y llamarla mi época dorada, en ese tiempo creo, yo era muy feliz, pues tenía más amigos, me iba bien en las notas, era premiado por ello, era felicitado por mi maestra, no tenía motivos para sentir vergüenza de nada, no tenía idea de que había que sufrir rechazos, no necesitaba sufrir por nadie, es más, no pensé en que más tarde iba verme al espejo y odiar las cosas que veía en él, o que iba a sentir dudas del significado de la existencia o que tendría que pasar largos momentos de pensamientos autodestructivos que me hicieran desear acabar con esto de una buena vez...
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Una vida nada interesante
Non-FictionNo todos estamos hechos para ser queridos en esta vida... Esta es una historia escrita por mí, con el solo propósito de servirme como un medio para expresar pensamientos que pasan por mi cabeza día a día, que son tal vez un intento de protesta, a un...