Capítulo 9. ¿Sabes algo sobre baile sueco?

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Miércoles, 14 de octubre.

El café me sabe demasiado dulce por la leche de arroz. Hoy no había de avena. En vez de una tostada con aceite, tomate y sal, tengo humus. Alguien me dijo que saciaría mi hambre para toda la mañana y llevo un par de días desayunándolo untado en pan.

Funciona bastante bien.

Fareeha, delante de mí, se bebe una coca-cola con hielo que me perturba mucho. ¿Llena su estómago? ¿Le apetece algo frío y burbujeante a estas horas? ¿No quiere algo sólido? Lleva una camiseta de tirantes bastante ancha sobre un bonito sujetador deportivo; ha dicho que después de desayunar (si se puede llamar así a su refresco) se irá a entrenar. Luego ha escuchado con mucho interés la historia de Katya reuniéndonos de golpe para presentar a Elizabeth.

No le he revelado el motivo del enfado de la rusa ni lo sucedido con Olivia, por supuesto.

—No entiendo nada. ¿¡Qué le pasa a Katya!? Amélie, te aseguro que haré todo lo posible para convencer a mi madre de que te escoja a ti.

—Te lo agradezco, Fareeha. Merci beaucoup.

Me siento confundida. En tres días sabré si conservo la posición en la junta directiva que tanto me facilita ayudar a mi familia junto a la fusión para mis madres, o si, por el contrario, lo pierdo todo.

—Verás... Yo...

Miro a mi interlocutora. Tiene los dedos torpemente enredados en uno de sus oscurísimos mechones de pelo y su pie da golpecitos rítmicos contra la pata de la mesa. No se está dando cuenta de que lo hace, pero yo sí. ¿Está nerviosa? Mi curiosidad se despierta de golpe.

—¿Puedo hacer algo por ti? —le pregunto en mi tono más voluntarioso.

Me sorprende no tener el impulso de reaccionar a su interés con un flirteo. Recuerdo la fugaz mueca de decepción de Lena ayer, cuando no le hice el menor caso... Llevo mucho sin comportarme así. Quizá porque desde que he visto mi actitud reflejada en Elizabeth, la odio.

—Me preguntaba si...

—¿Oui, chérie?

No obstante, mis ganas de complacer a Fareeha son genuinas. Ella es la hija de la rectora, y ahora mismo necesito su favor con urgencia.

—¿Sabes algo sobre baile sueco?

Mis cejas se elevan para acompañar a mis ojos, abiertos como platos. Me ha dejado completamente descolocada.

—Pues no. ¿De qué hablas? ¿Algo tradicional? ¿Herencia vikinga o algo así?

—Sí. No. No sé, algo que pueda ilusionar a una persona sueca que dice que le gusta el baile.

—¿A una persona sueca?

Se viene a mi cabeza el día en que Fareeha discutía con La Reina (¿cómo se llama esa chica? Seguro que Elizabeth lo sabe porque es mejor que yo, doña frialdad según Jazzy, tratando con las alumnas) y con Brigitte.

¡¡Brigitte es sueca!!

—Sí... Es alguien... que dijo que el baile le parecía... sexy.

—Y tú quieres parecerle très sexy, ¿hm? —Noto que mi sonrisa gana algo de picardía.

—¡No he dicho eso! —Su piel atezada se llena de un rubor que es sencillamente hermoso.

—Creo que será mejor que nos olvidemos de eso del baile sueco y busquemos otro estilo —sugiero. Es que lo del baile sueco suena fatal—. ¿Por qué no vienes conmigo al estudio de baile después de las clases? Te puedo enseñar unas cuantas cosas, mon amie.

Suave como la seda [Overwatch]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora