Capitulo 3: El Sol y el Narciso

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Todo el lugar estaba lleno de mi escandalosa risa, Sheila tampoco se quedaba atrás, pero trataba de verse enojada mientras me correteaba por toda la casa.

—¡Nadia! ¡Tienes que ponerte los zapatos! —Grito cuando logré escabullirme de nuevo.

—¡No quiello! —Grité con mi balbuceo.

¿Qué adulto persigue a una niña de tres años sin atraparla? Ninguno, seguro está siendo amable conmigo. Al final yo sola me rendí, Sheila terminó de alistar me y por fin partimos fuera de la casa.

Hoy cumplía tres años, lo que hizo que Sheila y Diana planificaran todo un día para mí, íbamos de camino al mercadillo donde mi hermana hacía sus espectáculos de baile, después iríamos a comprar alguna cosa para mí y finalmente haríamos un picnic.

Cuando finalmente llegamos al mercadillo Sheila me alzó entre brazos, me quejé un poco porque quería caminar un poco más por mi cuenta. La azabache solo siguió su camino mientras miraba de reojo algunos puestos, cuando llegamos donde mi hada estaba ya estaba finalizando su espectáculo.

Mire hipnotizada sus pasos.

Se movía con una facilidad y destreza que cualquiera envidiaría, sus brillantes cabellos rubios se ondeaban por el aire mientras que sus preciosos ojos rosas miraban a la multitud logrando así que más de uno quedará prendado de su belleza, sus delicadas manos movían con elegancia la tela logrando así un magnífico e inigualable espectáculo.

Cuando finalmente dio por terminado el espectáculo la multitud se disipó, unos aplaudieron y elogiaron a Diana.

Mi hermana tomó su paga antes de ir a nuestra dirección.

—¡Hemaña! —Por fin la peliazul me permitió bajar de sus brazos, corrí directamente hacia Diana.

—Pero miren quien está aquí, ¡No es nada más ni menos que la cumpleañera! —Me levanto mientras empezó a llenar mis regordetas mejillas con besos.

—¡Cosquillas! —Dije entre risas.

Después del ataqué de cosquillas empezamos a caminar por el mercadillo.

—¿Ya sabes que quieres de regaló? —Me pregunto hada sin dejar de sonreír.

—¡Sip! —Conteste emocionada.

—¿Y qué es?

—Shhh —Coloque mi dedo en mis labios.

Mi hermana se mordió los labios tratando de aguantar la risa, sus ojos llenos de curiosidad se dirigieron hacia Sheila tratando de obtener alguna pista.

—No puedo decir nada —Se limitó a decir.

—¡Pol el dedito! —dije para que entendiera que Sheila lo había prometido.

Mi hada solo bufo con falsa molestia y seguimos nuestro camino.

Lo que había escogido como regalo lo había meditado por mucho tiempo, este tipo de cosas apenas era un lujo que nos podíamos permitir una que otra vez, por lo que escogí algo que no solo yo disfrutaría, si no también Diana y Sheila.

Cuando finalmente vi el puesto que buscábamos, tomé de la mano a Sheila y la lleve a cuestas hacía allí.

—¡Bienvenidas! ¿Qué es lo que buscan? —nos saludó con una gran sonrisa el tendero— Tenemos una gran variedad de sabores únicos que solo podrás encontrar en el extranjero.

—¡Lippe! —dije decidida.

—¡Oh! Al parecer la pequeña señorita tiene un buen gusto, por suerte tenemos una excelente oferta.

La Esperanza FaltanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora