13: Puppy

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Si está escrito en corrido es un recuerdo o algo que pasó hace mucho, de acuerdo a lo que ocurra en la historia.

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A lo lejos se escuchó un fuerte llanto alertando a la alfa, que se hallaba en la cocina preparando el almuerzo para su pequeña familia.

Cachorro.

Fue lo que su lobo avisó, apresurando su paso para llegar al patio de la gran casa donde había dejado a su querido hijo. Una vez llegó a éste encontró al pequeño sollozando, con su rodillita ensangrentada, había tropezado causando un raspón, el cual seguramente estaría como nuevo para mañana, pero traten de explicárselo a un niño de 3 años.

—Bebé— le arrulló, mientras se acercaba para tomarle en sus brazos, colocándolo en su regazo mientras le regalaba caricias, en su cabeza, sus piernitas o bracitos, intentando apaciguar el llanto con ello. Sostuvo la pierna con la pequeña herida, acercó, lo suficiente, para soplarla esperando que el aliento frio calmara el dolor.

Poco a poco el niño detuvo el llanto hipando poquito apenas, en sus mejillas se veían el rastro de sus lágrimas, las cuales intentaba desaparecer apartándolas con sus regordetas manitos.

Su madre al ver que estaba mejor, le abrazó permitiendo que éste se acurrucara en su pecho, tranquilizándose con su aroma. Dejó un pequeño beso en su cabecita para proseguir a tararear una canción de cuna, la cual tenía la obligación de cantar cada vez que su pequeño retoño tenía una fea pesadilla o temía del monstruo bajo su cama.

Temía de eso, mas, no se privaba de que cuando su padre entraba en celo, encerrarse en el cuarto con él, evitando que su madre entrara, cerrando con seguro, afirmándole a su papá que los "gritos" que escuchaba desde su habitación era a causa de que "su mami no trataba bonito a su papi" cada vez que llegaba el día de su celo.

—Debes tener más cuidado cariño— advirtió la castaña alfa, con su piel tan blanca como la nieve, mientras continuaba arrullando a su cachorro. Éste asintió a las palabras de su madre para esconder su carita en el cuello de su madre, donde podía sentir su aroma más fuerte, ese delicioso aroma a fresas que poseía, a pesar de que ésta fuera alfa, su madre olía a un aroma que suele pertenecer a omegas.

Cargó a su cachorro, adentrándolo a su hogar, para limpiar la herida correctamente. Mas, el niño al ver a su madre tomando el frasco con ese líquido transparente, el cual ardía bastante (alcohol), quiso escapar.

—Sabes que dolerá más si no la limpiamos amor— intentó convencer al pequeño, pero éste no se dejaría fácilmente.

—Ño... papá me cudará con chus beshitos— aseguró el cachorro, y es que cada vez que su padre notaba que algunos de sus amores estaba lastimado, les "besaba", cuando en realidad les lamía, por instinto de su lobo de que su saliva era la mejor cura para todo.

—¿Quieres que papá se llene de sangre y tierra?— cuestionó arrugando su carita, para que su bebé considerara a su marido— Eso sería malo ¿le harías eso a tu papi?

—¡Ño!— negó espantado el niño, mientras movía fervientemente su cabecita de un lado a otro— Yo lo quelo.

—Bueno déjame limpiarte— dijo la madre, sabiendo que ya casi tenía ganada la contienda— luego papi vendrá y te curará con sus besitos. Además... si me dejas te daré doble ración de postre en la cena.

Al escuchar sus palabras le brillaron los ojitos, no rebatió más, dejó su rodilla a disposición de su madre, con un algodón y cuidadosamente limpió la herida, dejándola al aire libre, para que le llegara oxígeno y acelerara la regeneración.

Mientras el pequeño niño, el cual seguía siendo cargado por su madre, mientras tomaba su biberón, él solito cabe aclarar, la veía revisar la comida, mientras, tarareaba alguna canción, haciendo sentir su corazoncito tranquilo, calmando su desespero hasta que su papi llegara, le curara y así podrían comer y él tendría su postre doble.

Pero lo que más deseaba era que llegara la noche para poder acurrucarse con sus papás, a pesar de tener su propio cuarto, cuando era bebé, hasta hace un año, dormía con ellos, preferencia de estos. No podía describir la calma y seguridad que sentía en el calor que estos le proporcionaban. Allí ningún monstruo podría atraparle y sobre todo ninguna pesadilla se asomaba siquiera, y eso era más que suficiente para el cachorro.

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