Prólogo

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Hay un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia...

Que pena que deba cambiar eso.


  Jeon Jungkook es un estudiante universitario de 23 años. Muy conocido como "El chico de Oro" puesto a sus excelentes habilidades en todos los ámbitos, como: Cocina, atletismo, arte y música.

  En el primer año de la carrera conoce a una chica que va a su misma clase de ciencia, éste queda flechado al instante. Era muy famoso entre las chicas, podía escoger a la que quisiera, y eso mismo hizo... La quería a ella, quería a Odette Kang. Una extranjera con descendencia coreana que movía su mundo por encima de cualquier cosa, era una Diosa, la tenía en un altar. Sus cabellos castaños y su piel blanca lo hacían cometer los más pervertidos pensamientos que podían existir. Esos ojos caramelo que hipnotizaban a cualquiera, más sus labios rosas que provocaban tomarla de la cintura y devorarla a besos.

  Odette era la chica inalcanzable de todo el campus, era igual de habilidosa e inteligente que Jeon y eso hacía que él se volviera adictivo a lo que sea que se relacionara con ella. Robando algunas de sus pertenencias o intentando mantener contacto visual. Para él era tan perfecta que no se sentía digno de poder conversarle algo. Cuando Odette lo hacía, éste se ponía nervioso, sudaba y no salían palabras de su boca, Jeon detestaba sentirse un idiota a su lado, maldecía por lo bajo que caía.

  Luego de seis meses acosando en silencio a la chica, se decidió por hacer algo de lo cual se arrepentiría después... o no. Su mejor amigo Kim Taehyung le comentó de una mujer que leía las cartas y hacía hechizos de amor, éste al escucharlo no lo pensó dos veces y fue ante la mujer.

— Buenas tardes —dijo el chico alto, dando una reverencia para luego sentarse en la silla de madera que había.

— Buenas tardes —contestó dulcemente la mujer—, supongo que alguien te habrá hablado de mí.

— Sí.

— No es muy común ver mucha gente —ordenó las cartas en la mesa, él se sentía incómodo puesto a que no le había dicho a qué venía, ella sonrió al ver lo tierno que se encontraba—... No te preocupes, ya sé a lo que vienes.

— ¿En serio?

— Sí, y te daré primero las instrucciones.

— ¿Instrucciones?

— Claro. ¿Creías que un amarre es solo hacer que la chica se enamore de ti y ya? —éste asintió y la mujer borró su sonrisa—... Si realmente tú sientes amor, no tendremos problemas.

La mujer volteó cada carta y le explicó su destino, haciendo que esto diera luz verde a su cometido.

— La felicidad no se puede poseer —explicó la tarotista.

— Lo fácil, aburre. Lo difícil, atrae y lo imposible, obsesiona —declaró, Jeon—. Yo la quiero a ella.

 La mujer asintió y empezó a sacar varias cosas.

— Necesito un objeto personal —ordenó y estiró su mano al frente del chico—, para que el hechizo gire en torno a ti o lo utilice de apoyo sobre el que sustentarse.

Éste asintió y abrió su mochila, sacando una foto. Era él tomándose una selfie y Odette en el fondo, Jeon adoraba esta imagen ya que era la única en donde se sentía cercano a ella. La mujer la tomó y la dejó en un embace.

— Cada amarre de amor es único. Cuéntame, ¿cómo es tu situación con ella? —preguntó buscando un lápiz y un papel.

— Ella es inalcanzable, no tiene amigos hombres, según dicen que no está interesada en nadie, así que no me acerco por miedo a rechazo —agachó su cabeza, reteniendo las lágrimas y preguntándose "¿Esto está bien?"

— El amarre de amor no es un hechizo inmediato, así que por favor, no intentes hacerlo por ti mismo al frustrarte. Los hechizos conectados con relaciones sentimentales llevan un proceso, un cambio en la persona hacia la que están dirigidos. Se potencian sus sentimientos, se motiva un cambio en sus pensamientos y una serie de modificaciones personales en el subconsciente que no se pueden realizar de manera inmediata. ¿Quedó claro?

— Sí.

— Tendrás que hacer oraciones para potenciar el hechizo, te enviaré una carta que deberás memorizar al pie de la letra.

— Okay.

— Muy bien, señorito Jeon —sonrió un poco—. Al momento que le envíe la carta ya todo estará listo, lo acompaño a la puerta.

— Oh, gracias —sonrió un poco, también. Se dirigieron a la salida y el chico hizo una reverencia—.  ¿Cuánto durará el hechizo?

— Hmm... será un efecto a largo plazo.

  A Jeon se le iluminaron los ojos, su sonrisa de conejo se hizo visible, mordía sus labios para retener la adrenalina, se despidió de la mujer y mientras caminaba a su casa daba golpes al aire de la emoción, se sentía tan excitado por la locura que había hecho. No había vuelta atrás, pero eso no le importaba, por fin podría tener entre sus brazos a Odette. 

Besarla, abrazarla, tocarla... ¡Un romance perfecto!

— No veo la hora cuando me llegue la carta —gritó internamente y brincó de la felicidad.







Pobre inocente.

𝑬𝒍 𝑽𝒊𝒏𝒄𝒖𝒍𝒐 | kookv '+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora