Único

402 54 26
                                    

Los rumores de un valiente y atroz guerrero en la arena se hicieron cada vez más fuertes y cercanos al palacio, decían entre las multitudes que su origen son las tierras salvajes, donde el dominio solo llega con las armas y la ley se cumple con sangre derramada.

Afirman entre sí que para matar no le tiembla un solo dedo y su único objetivo en estos territorios consiste en cortar la cabeza del soberano que lo arrancó de sus raíces, dando fin a su tranquilidad y trayéndolo aquí a morir en las garras de seres viles, los esclavos y soldados se encomendaban a las tinieblas, dios rector en estás tierras, prometiendo que ese salvaje haría pagar al soberano por todas y cada una de las horribles cosas hechas a sus pueblos.

Kim Hongjoong, soberano de Athor, sabía sobre él y los rumores pero en vez de sentir repudio, el gladiador le generaba sentimientos bastante más allá de lo creíble. La primera vez que lo vio en combate juro nunca antes haber visto hombre más varonil y sensual como ese, cada detalle en su cuerpo era proporcional y las cicatrices de batalla le daban un toque excitante e irracional, al punto de querer retirarse sin antes perder la cordura, ninguno creería que alguien con su talle pudiese caer tan bajo… sentirse atraído por un indomable, la clase de tipos que solo sirven para entretener en combates, donde se apuesta por sus vidas y condena al verdadero infierno, ni si quiera recibiendo algo en compensa como comida u cama por su victoria, permanecían abandonados en calabozos oscuros y desagradables con olor a podredumbre y sobre la comida ni hablar porque las sobras de enormes banquetes en bandejas a penas labradas no cuentan, el agua limpia es un verdadero privilegio.

El salvaje fue bautizado como Park Seonghwa, en honor a un clan ya olvidado pero que tuvo bastante presencia en años anteriores con lo correspondiente a guerras y arenas, sus gladiadores solían ser los mejores… Desde el “Gran Park Jimin” hasta el “Invencible Park JunHee”, todos muertos en combate pero admirados por jamás bajar la cabeza o dar espalda a un enfrentamiento. Su valor fue olvidado pero vuelto a la vida con este salvaje tan famoso entre las damiselas y esclavos.

Seonghwa, un hombre de piel canela, mandíbula lampiña y perfilada, ojos cafés y labios abultados de un color rojizo indecente. Su sola mirada podía sentirse como mil cuchillos, una sola de sus palabras bastaba para dejar suspirando a cientos o temblando filas enteras de soldados, cuerpo duro como la roca en el desierto y esculpido tras muchas batallas que ha tenido desde temprana edad, se cuenta por ahí que cuando pequeño ya sabía manipular un mortal arco y registro de eso son las voraces cicatrices que muestran su gran experiencia, valor innato y presencia dominante. Sobre aquella formidable presencia se hallaba una melena larga hasta los hombros, color negro y atada con una trenza, característica elemental de fuerza y poder en su etnia.

Kim estaba completamente seguro sobre la virilidad de aquel, un hombre así solo merecía o era esposo de una mujer. Los ojos repentinamente le picaban con tan solo pensarlo y decidía volver a su recámara, cerrando las cortinas con vista hacia el arena y sentándose frente al espejo, admirando la corona que iba sobre sus sedosos rizos negros.

[❒❒❒]

Un par de bárbaros chocaban los filos de sus espadas entre sí, todos los golpes tenían un solo objetivo y este yacía en atravesar a su enemigo hiriéndolo de muerte. El público en las gradas gritaba enardecido, señores y hasta esclavos apostaban al tuerto, algunos arriba en los balcones y otros abajo en lo que parecían cocheras con enormes barrotes de metal en la entrada.

Todos se encontraban distraídos…  hasta la llegada del soberano, el hombre de túnica lucía sus nuevos aros y corona adornada de un diamante escarlata, sus cabellos rizados escapaban bajo ella dándole un aspecto aniñado. Muchos creían imposible que alguien así haya sido elegido, por la reina, de entre los ejércitos. Hongjoong tomó asiento y el grito de inicio al segundo encuentro inició.

𝖠𝖴𝖭 𝖰𝖴𝖨𝖤𝖱𝖮 𝖬𝖠𝖳𝖠𝖱𝖳𝖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora