Capítulo 31

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Acariciaba con la yema de sus dedos las paredes de color dorado, avanzando a paso lento, inspeccionando cada espacio del departamento de la mujer de ojos verdes, topándose con una alejada puerta en el pasillo. El blanco era impecable, al igual que la manilla de plata que tentaba a sus manos a girarla. Sospecho que aquella era la habitación de pintura de la que Lucia tanto le hablo, y al abrir la puerta reconoció al instante los lienzos y las que adornaban las paredes y esquinas del suelo.

Camino hacía el lienzo en blanco, tomando la esquina entre sus dedos, observando los cuadros que adornaban las paredes.

-No recuerdo darte permiso de entrar acá- Dijo Lucia desde el marco de la puerta.

Volteó a verla, encontrándola con los brazos cruzados y una traviesa sonrisa en los labios, recordándose a sí mismo lo preciosa que era.

-Tenía curiosidad por conocer el lugar donde creas artes- Sonrió, buscando sus ojos -Aún me parece increíble que no hayas exhibido alguna obra, sin mencionar la que publico Jean Paul, claro está.

-Decidí exhibir mis obras, en realidad- Confesó en un murmuro, acercándose a él -Me ayudaste a encontrar ese pequeño valor.

Sintió las caricias en sus manos, y no aparto sus ojos de ella. Deseaba besarla, tanto que pensaba que desfallecería en cualquier momento si no lo hacía. Aún después de despertar al lado del otro, y estar juntos toda la tarde, no habían compartido ni un pequeño roce de labios, intentaban ir lento, acostumbrarse a la presencia del otro.

Sin embargo, acerco levemente su rostro, acariciando su nariz sobre su mejilla, deleitándose a sí mismo al oír el pequeño suspiro que Lucia dejo escapar de sus labios. Intento acercar más sus labios, pero tan pronto lo hizo, Lucia se alejó.

-Hay algo que deseo enseñarte- Dijo con emoción mientras tomaba sus manos, acercándose a la esquina de la habitación, lugar donde se hallaba una gran pila de cuadros boca abajo con rastros de polvo -Son los primero cuadros que hice cuándo llegue aquí.

-Quizás eso explique el polvo- Comento con gracia, tomando una de las pinturas entre sus manos.

-Es reciente, por los días que estuve ausente. Solía limpiarlos cada día, o todas las noches.

-Parecen ser muy especiales- Opino, acariciando el suave borde careciente de pintura, tentado a ver que contenía.

-Lo son- Reconoció -Son todos los retratos que te hice.

Alzo la mirada, encontrando sus ojos verdes fijos en él.

Se miraron en silencio, dejando que sus ojos susurran cosas que sus labios aún no eran capaces de hacer. Alex fue el primero en apartar la mirada, girando por fin el cuadro entre sus manos. Con el cabello corto, y las mejillas libre de barba, Alex se encontró a sí mismo impreso en aquel cuadro blanco, usando una franela de color verde botella.

-Fue la primera vez que te vi, nuestros ojos se encontraron pero no tardaste en apartar la mirada- Recordó con una sonrisa -Pensé que te había intimidado, pero solo no estabas interesado en mí.

-Toda tú gritaba problemas, y yo en ese momento era alérgico a ellos- Sonrió, pasando a ver otros cuadros donde volvía a encontrarse a sí mismo en ellos.

-¿Y ahora?, ¿Aún lo eres?

-Nunca volvería a considerarte de esa manera- Aseguro, posando fugazmente sus ojos en ella -Solo causabas problemas, pero tú nunca lo fuiste.

Guardo silencio, incapaz de responder sus palabras, observando como detallaba la pila de cuadros, acariciando la pintura sobre ellos.

-Nunca nadie me había hecho un retrato antes, y estoy seguro que yo nunca podría lograr alguno- Dijo entre risas, adorando escuchar las carcajadas de Lucia.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora