𝐀 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐄𝐦𝐢𝐥𝐲

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Emily tenía 6 años cuando todo comenzó, lo había visto en la televisión, y como todos aquellos que conocía, había creído que no se extendería por el mundo, que sería cosa de un par de semanas para que todo volviera a la realidad, pero nuestra pequeña castaña se había equivocado. Una pandemia se había extendido por todo el mundo, cambiando por completo sus vidas de la noche a la mañana.

— ¿Estaremos bien? —le preguntó a su padre, el asintió sin emitir expresión alguna. El padre de Emily, un hombre alto y de apariencia ruda que no parecía aparentar más de 40 años, era médico en el hospital central de su ciudad — ¿Es muy grave? —le cuestionó una vez más.

Emily era una niña muy curiosa, siempre había demostrado interesada por aquellas cosas que los demás creían aburridas, lo había heredado de su padre. El bajo un poco la cabeza, sonrió ligeramente hacia su hija.

—No deberías preocuparte por eso —respondió, revolviendo el cabello de la pequeña con ternura, ella bufo disgustada ocasionando que una ligera carcajada escapara de su padre — ¿Por qué no vas a jugar un poco? Yo hablaré con mis colegas, tal vez así podamos responderte que tan grave es todo esto.

Emily lo hizo, salió de la sala de estar con dirección a su habitación, subiendo las escaleras que la dirigían al corredor que la llevarían a su habitación. A mitad de ellas, la voz de su padre llamo su atención, se detuvo con curiosidad, parecía que su voz sonaba preocupada, realmente muy preocupada.

—No, no lo dejaremos así, quiero que todo el equipo investigue lo que sea posible, debemos estar preparados de ser necesario —hablaba con rapidez, Emily lo observo con la cabeza ligeramente ladeada de confusión. Desde el lugar en el que se encontraba, su padre no podía verla —Mañana a primera hora estaré ahí, y espero tener un informe de todo lo más pronto posible, te veré mañana —alejo su teléfono de su oído y rasco su nuca con frustración. Emily se quedó ahí unos segundos más pero cuando noto que su padre giraría -probablemente descubriendo que lo había escuchado-, corrió escaleras arriba entrando en su habitación.

Se lanzó sobre la cama, con cientos de dudas apareciendo en su mente. Se estiró para tomar un cuadro de su mesita de noche, llevándolo con ella de vuelta a la cama, dónde se arropó ligeramente, elevó la imagen hasta que le fue posible verla con comodidad, sonrió cortamente con tristeza, su madre había fallecido un año antes, víctima de un silencioso cáncer, Emily la extrañaba cada día más si era posible.

Escucho como la puerta era abierta, giro un poco su cabeza encontrando a su padre en el umbral de está, la castaña sonrió se sentó sobre la cama, paso sus manos por sus mejillas con rapidez, limpiándolas de las lágrimas que habían caído inconscientemente. Su padre soltó un cansado suspiro, aproximándose para sentarse a un lado de ella y abrazarla con nostalgia, la castaña escondió su rostro en el pecho de su padre.

—Estaremos bien, cariño —murmuro en voz baja, soltando otro ligero suspiro —Te lo prometo.

Desde ese día, habían pasado un par de semanas. A cada día los horarios de empleo del padre de Emily eran extendidos cada vez más, solían pasar incluso tres días en los que la castaña no lo veía. Solía enviarle mensajes a través de su niñera, diciéndole lo mucho que lo extrañaba y deseaba pasar una tarde con él, y su padre siempre respondía de la misma manera, prometiéndole que en cuanto el estuviera libre se encargaría de pasar una tarde completa dedicada únicamente en ella.

Con el paso de los días algo sorprendente había ocurrido, el país entero había entrado en un estado emergente y todos se habían visto obligados a comenzar una cuarentena completamente restringida. Emily se encontraba muy triste, su cumpleaños se acercaba y temía que si la cuarentena seguía aumentando, no podría salir a ver a sus amigos como solía hacerlo todos los años anteriores.

𝐀 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐄𝐦𝐢𝐥𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora