፧ Capítulo 1.

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Esta historia se situa en Ágrabah, una ciudad en medio del desierto. Nada más cruzar las grandes puertas de la ciudad, se pueden ver las tiendas exóticas y bulliciosas en todo su esplendor. El bazar es rodeado por edificios de adobe, donde viven todos los plebeyos. No muy alejada de la calle principal, pero cercana a muros externos, hay una zona en la que abundan los pobres y los ladrones. Lamentablemente la economía de la ciudad no es la mejor.

El Sultán y los familiares de este no necesitan trabajar para tener poder y popularidad, ya de por sí son importantes de tener cercanos influyentes; se convierten en nobles de inmediato. Los ayudantes del sultán y guardias del imperio tienen importancia dentro del rubro laboral. Los vendedores ambulantes que conviven en el bazar son parte de la clase media, aunque no ganan el dinero suficiente para darse lujos. Es más, casi pertenecen a la clase baja. Ahora con la clase baja, constituye de ladrones y pobres, quienes tienen la mínima posibilidad de conseguir un trabajo estable por su estatus.

Jeon Jungkook, un joven de clase social baja, se dedica a robar y a estafar para poder sobrevivir día a día. Su solitario ser es acompañado por un pequeño conejito llamado kookie. Ambos viven en una casa abandonada y medio derruida, pero a pesar de la terrible condición en la que está, él no quiere cambiar de paradero, pues desde su vivienda tiene vista al gran palacio, el cual está en el corazón de la ciudad. Cada día antes de dormir, coloca al conejito en su regazo y se sienta frente al gran agujero que tiene como ventana, admirando con una sonrisa llena ilusión el gran palacio. Es un joven humilde, él no roba por mero gusto, sino por la pequeña esperanza de sobrevivir.

Él desea algún día, sentir cómo sería tener alimento para el día, poseer una cama suave y ropa cálida. Y no lo desea sólo para él, sino para todos sus compañeros ladrones y pobres, quienes tienen el mismo sueño.

Ahora mismo nuestro protagonista se encuentra apoyado en una pared de adobe, observando todo el bullicioso bazar. Habían distintos mercados, algunos de telas y seda, otros de alimentos, otros de medicamentos y otros de exóticos muebles y accesorios para el hogar. Jungkook soltó un pequeño suspiro, algo fatigado debido al calor. Intentaba mantener su atención en los imponentes guardias, quienes vigilaban a todos los compradores del lugar. Lamentablemente, Jungkook no podía camuflarse entre el gentío, pues se notaba que era un ladrón, comenzando por su vestimenta.

Viste unos pantalones harem de tela azul oscuro, ajustados en los tobillos y caderas, como accesorio tiene una pulsera de lana atada a uno de sus tobillos. Porta una camiseta gris con mangas hasta el inicio del codo. La camiseta está rota en la parte inferior, logrando mostrar su pequeña y curvilínea cintura. Su físico complementa todo. Es un joven de piel blanca, algo rosácea y suave al tacto. Sus ojos son de un color miel bastante claro, adornados de abundantes pestañas. Sus labios son gruesos y pequeños, de un color sandía. Tiene el cabello castaño claro con algunas ondas. Su cuerpo es delgado, pues no tiene alimento suficiente par mantenerse bien. Si no tuviera una vestimenta tan pobre, cualquiera lo pasaría por príncipe por su hetérea belleza.

Ya estaba agotado. Sus descalzos pies dolían y ardían por tener algunas heridas. Todos los días debía correr, los guardias conocían su técnica, cada vez era más difícil robar.

Se introdujo entre un tumulto de gente y miró algunos puestos de comida, tratando de pensar en cuál era mejor robar. El día de ayer había robado tres zanahorias para su conejito, no tuvo la oportunidad de robar algo para él. Intentaba no robar en el mismo puesto que el día anterior, pues algunos vendedores se preparaban y compraban espadas. Los vendedores ambulantes tenían el derecho de cortar un dedo a quienes robaban sus productos. Tenía que ser precavido al momento de elegir un puesto.

Su mirada por fin encontró un puesto digno para cometer su crimen; tenía de todo. Pero, lo que más le gustó, era el abundante pan que tenía. Su estómago rugió con el solo pensamiento de comer. Se acercó con lentitud a aquel puesto, concentrado de los guardias que estaban cerca. Mientras el vendedor atendía a un cliente, él se acercó a la esquina del puesto y agarró un pan con rapidez. Uno de sus brazos fue agarrado con brusquedad por el dueño de lo robado, quien se había dado cuenta de lo sucedido.

Aladdín ୭̥ Taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora