Obscuridad, Luz, ¿Y después?

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4 De Noviembre

21:15 hs

Aparecí después de tanto, pero lo importante es que volví, sé muy bien que no me has extrañado, sé muy bien que tampoco has pensado en mí pero... yo siempre te estoy pensando... te voy a seguir contando, voy a intentar resumir un poco, de todas formas habla de lo mismo, lo más hermoso para mí, lo mejor que me haya pasado, pero siendo ahora un simple recuerdo y nada más que eso...

Luego de aquella noche, al despertar caminé muy adormecido intentando encontrar a Nath, él estaba en el comedor logré encontrarlo fácil, había olor a café, al buscarlo con la mirada lo ví sentado junto a la mesa desayunando, había preparado tostadas y café con leche.

-¡Despertastes! jaja, vení, sentate- dijo él sonriente con una pequeña porción de comida en la boca mientras me acomodaba un asiento y se dirigía a la cocina para luego volver con otra taza de café con leche. Yo me senté y esperé a que regresara y luego solo desayunamos, acepto que me sentía algo incómodo, estábamos en la casa de Martin, alguien a quien prácticamente no conocía en lo absoluto, pero no me sentía tan mal debido a que Nathaniel estaba conmigo. Después de desayunar nos aseamos y caminamos hacia la puerta delantera de la casa, él apagó todas las luces y había dejado todo limpio como estaba antes, seguramente para que Martin (quien no tenía ni idea de a donde podría estar) no tuviese problemas con sus padres. Todo marchaba bien pero... en ese momento me agarró un dolor muy fuerte en el pecho, mis lágrimas querían comenzar a salir, al igual que un quebrantado llanto, dolor, culpa, pena, todos esos sentimientos de pronto por el solo hecho de a ver sido feliz... no sabía cómo reaccionar, apoyé mi espalda a la pared y comencé a llorar, intentando como siempre, no hacerlo, pero casi no lo lograba. Nathaniel, sabiendo lo que me pasaba solo dejó las llaves sobre la mesa, y mirándome con una mirada cálida cual si fuera un padre protector y entendedor, solo observó, lo hizo en silencio y luego se acercó para colocar su mano derecha en mi hombro y comenzar a hablar.

-Se bien lo que sentís... y está en vos si querés seguir o no, pero recordá esto Zhaír, en la vida vos tendrás que seguir tu camino, habrán muchas personas que se toparan en tu vida, que te acompañaran, pero nunca recorrerán tu camino por vos, solo vos podés elegir, sin importar lo que digan, sin importar lo que hagan, tenés la capacidad de pensar y razonar y con eso es suficiente. Sos vos el que tiene que buscar su propia felicidad, nadie la buscará por vos, nadie te reemplazará en dicho camino, así que te aconsejo no vivir dejándote influenciar por las cosas de los demás porque solo suelen ser algo más y ya... Pero no lo más importante, ni si quiera por mí... Solo vos, Zhaír, nadie más... ¿Entendés?-

Al escucharlo terminar de hablar levanté mi vista y como queriendo recibir un sentimiento de protección, de cuidado, de entendimiento y cariño solo pregunté, con mi voz quebrada y suspirada pregunté:

-¿Me amas?-

Él me miraba fijamente permaneciendo en silencio al igual que yo lo miraba y no se atrevía a contestar, por lo que solo bajé mi cabeza una vez más cuando...

-No... ¿Cómo podría amarte si aún no nos conocemos mucho?... Yo no quiero alejarme de vos, hasta podría decir que me encantas... Pero no te amo, aún...-

-Ya dijiste lo que tenías que decir, vámonos ya- derramaba lágrimas con más intensidad al sentir mi alma y corazón destrozados en pedazos ante tal respuesta.

-Está bien...- decía él algo desmotivado y caminábamos hacia la puerta, al abrirla lo primero que noté fue aquel cielo tan horrible, tan nublado de un viento solitario de apariencia inerte y sin sentido... Fue como si yo fuera ese lugar ese cielo, pero... el sol comenzaba a salir, comenzaba a brillar con gran intensidad atravesando a aquellas obscuras nubes.

Mi Platónico - Peticiones del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora