Capitulo 20
Le pareció un adiós cortes. ¡Mal nacido! Solo una masoquista se enamoraría de un hombre como Can Yaman. Y allí estaba ella desnuda en su habitación. Quería taparse con los brazos, pero no lo hizo. En lugar de eso, recogió su camisa.
- Me parece bien. Aunque ahora que lo pienso voy a estar muy ocupada los próximos días –respondió. Le temblaban las manos mientras se abrochaba la camisa. –De todos modos, llámame. Estoy segura de que podremos vernos otra vez.
- Bien. Me alegro de que... que comprendas que...
- Lo comprendo, Can. De verdad que sí.
Él asintió otra vez. No lo comprendía, se dio cuenta por su voz, pero, ¿quién tenía la culpa? Él no. Había dejado su postura muy clara. Quizás se había dejado llevar unos minutos antes, haciendo todos esos planes para los dos. Ella debería haberle frenado. ¿No había dicho que quería la misma libertad que él? Pero así eran las mujeres. Decían lo que imaginaban que los hombres querían oír aunque fuera mentira.
- ¿Can?
- ¿Sí?
- Me gustaría vestirme.
Pero no delante de él. No necesitaba decirlo para que se entendiera.
- Claro. Si quieres darte una ducha...
- Gracias, pero me duchare en mi casa.
- Bien. Solo tardare un par de minutos y te llevare a casa.
Entro en el cuarto de baño, cerro la puerta y entro en la ducha. Después, abrió el grifo a tope, agacho la cabeza, se apoyo con las manos en la pared y dejo que le cayera el agua por los hombros. Debía haber llevado a Jos a casa la noche anterior. ¿En qué había estado pensando? ¿Y qué era esa tontería de la lista de deseos? Había muchas cosas que ella no había hecho, ¡vaya una cosa! Él tampoco, nunca había volado en un jet, ni había cruzado el Pacifico en globo, ni nunca se había enamorado sin reservas.
- Demonios, demonios... –susurró.
Pero no estaba enamorado y nunca lo estaría. Lo había creído una vez, y había aprendido a no atarse a una mujer durante mucho tiempo. Jos tendría que aceptarlo. Can cerró el grifo, salió de la ducha y abrió la puerta del cuarto de baño.
- Jos –la llamó. –Jos, escucha...
Se quedó con la palabra en la boca. El dormitorio estaba vació. Jos se había ido. ¿A dónde habría ido sin coche? Can se puso los pantalones, salió al pasillo y bajo las escaleras.
- ¿Jos?
La puerta estaba abierta. Salió fuera y la llamó otra vez. No hubo respuesta ni señal de ella. Descalzo y sin camiseta se metió en el coche y lo encendió. El motor rugió y la gravilla saltó al pisar el acelerador. No podía haber ido muy lejos.
Debería haber sabido que huiría. Siempre lo hacia. Había huido la primera noche, y también cuando se había enfrentado a ella al día siguiente. También se había querido escapar de Peregrine, pero él había sido más rápido.
La verja estaba abierta. Cruzó la puerta, frenó, miró a la derecha y a la izquierda... Allí estaba, caminando con decisión por el arcén de la autopista hacia Los Ángeles. A aquella hora la carretera estaba llena de coches haciendo un ruido atronador. Can salió del coche y corrió tras ella.
- ¡Jos!
Ella lo oyó, sabia que sí porque aceleró el paso, pero no se dio la vuelta. Pasó una furgoneta haciendo sonar el claxon.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de un sueño (COMPLETA)
RomancePrólogo Can Yaman era un soltero por el que cualquier mujer pujaría. El atractivo abogado era también un posible heredero de la enorme propiedad de los Yaman y él estaba a disposición de cualquiera de la subasta benéfica. Pero cuando Josephin Smith...