Bloqueo Artístico

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En su pequeño estudio, dentro de su casa, Miguel Prado se encontraba sumamente frustrado.

Tenía que terminar el borrador de su libro de cocina para entregar a la editorial dentro de unos días, pero aparentemente su inspiración y motivación habían decidido fugarse juntos de su mente. El tener un documento en blanco como evidencia de su dilema no ayudaba en nada para calmar su frustración.

Gimoteo dejándose caer sobre su escritorio. Realmente sólo quería terminar esta parte de todo el proceso, lo cual no debería ser tan difícil porque ya había decidido cuáles recetas saldrían en el primer tomo. Sin embargo, por algún motivo desconocido, todo su ser se encontraba en un extraño bloqueo.

El sonido del timbre lo sacó de su burbuja de sufrimiento y casi quebró su cuello al voltear para ver la hora en el reloj que tenía sobre la repisa de su ventana.

5.50 P.M.

El peruano logró ahogar parte de su grito de sorpresa. ¿En qué momento el tiempo se había deslizado entre sus dedos como agua?

Se levantó como resorte para responder la puerta y dejar pasar a su invitado. Después de todo, su novio Pancho estaba dispuesto a darle parte de su tiempo para colaborar con las ilustraciones de su recetario y quizás, si todo salía bien, podrían pasar el resto de la tarde acurrucados en su sofá antes de tener que regresar a la tediosa tarea de hacer el borrador.

Al abrir la puerta se encontró cara a cara con su pareja -cargando una mochila con todo lo que necesitaba para dibujar el platillo de ese día- y respondió a su sonrisa con una idéntica... O al menos eso pensaba, considerando que era el intercambio común entre ellos, hasta que notó como Pancho fruncía el ceño.

"De acuerdo, ¿qué pasó?", preguntó el ecuatoriano a su novio al ingresar a la casa y saludarle con un beso.

"¿Qué dices? No ha pasado nada", respondió confundido Miguel ganándose un suspiro por parte de Francisco.

"Lo mismo diría yo pero tienes los hombros muy tensos", contrarrestó el invitado mientras se adentraba a la sala de estar para dejar sus pertenencias en el sofá individual; lo cual provocó una risa cansada por parte del huésped.

"Solo no logro concentrarme para escribir el borrador", decidió ser honesto. Después de todo, quizás Pancho tendría una solución.

"Ah", sacando su libreta y estuche Pancho le sonrió, "Entonces creo que cocinar te ayudará a eliminar todo ese estrés, o al menos redirigir tu frustración, ¿no?"

Migue rió ante la respuesta tan simple pero cierta por parte de su pareja. Era tan afortunado por tenerlo a su lado. Sonriendo, y tomando su delantal al ingresar a la cocina, el peruano respiró profundamente para mentalizarse en una de las tantas tareas que amaba hacer: cocinar.

Además, con Pancho mirando sobre su hombro para hacer los dibujos de los ingredientes y el proceso, sabía que pronto entrarían en una atmósfera cómoda al hablar de diversos temas conforme esperaban que su cena estuviera lista.

Y con su musa cerca, muy posiblemente le ayudaría a terminar el borrador en tiempo récord.

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