† Capítulo 11 †

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Shaw Harkness

Era una noche fría y densa aquí en Greendull, una gran ciudad que era adornada por una extensa pradera verde, me encontraba fumando un cigarrillo y tomando una botella de bourbon como de costumbre, parado en el gran ventanal de nuestro hogar, regresé a la mesa de cristal por mas de la bebida y llevé una de mis sillas de metal hacia el ventanal para acomodarme mejor, apagué el cigarrillo que fumaba antes en el cenicero y saqué otro de uno de los paquetes y lo encendí con uno de mis encendedores favoritos, coleccionaba muchos de ellos, puedes llamarme pirómano, porque soy un amante del fuego, no te imaginaras el porqué.

Daba calada tras calada, me fumaba unos ocho cigarrillos al día, muchas personas suelen decirte que eso te causa daños colaterales, que ese tipo de cosas no te hará sentir mejor pero al carajo todo eso, a mi si me hacía sentir mucho mejor.

Estaba molesto y contento a la vez, contento porque mañana partiríamos a Isolated Town, mis hermanos y yo estábamos cerca de convertirnos en sacerdotes y haríamos nuestro seminario en ese lugar pero primero debíamos ser aprobados por lo tanto iríamos el día de mañana acompañados con el sacerdote Lucas, él era nuestro superior. Y me sentía molesto porque dejaría mi hogar, ya nos habíamos informado un poco sobre cómo era allí.

― ¿Bebiendo sin mí? ―preguntó uno de mis hermanos.

―Creí que dormías―articulé siempre manteniendo mi vista hacia el ventanal en un punto inespecífico.

―No puedo dormir―emitió mientras se servía un trago de bourbon.

― ¿Y Stevie? ―pregunté.

―Dormido―como un jodido koala.

―Le hace bien el que descanse―mañana será un gran día.

―Espero lo logremos hermano―dijo levantando su vaso―por Isolated Town.

―Por Isolated Town―repetí mientras nos tomábamos el trago.―No nos emborracharemos esta noche, mañana debemos mantenernos sobrios, esta es mi último trago―le informé.

―Tienes razón―descansa― dice mientras deja el vaso en la mesa y se marchó de la sala.

―Tú igual―y también me retiré.

†††

Sonó la alarma de mi reloj de mesa, la apagué y me levanté muy satisfecho, había esperado este día por tanto tiempo, me dirigí al baño y me di una relajante ducha, al terminar enrolle una toalla blanca en mi afilada cintura.

Saqué mi traje negro de mi armario y lo coloqué sobre la cama, terminé de secarme para empezar a vestirme. Por ese día no optamos en llevar nuestro uniforme de padre.

Escuché un revoltijo en el piso de abajo, sabía que eran los gilipollas de mis hermanos, ambos son unos inmaduros, sobretodo Stevie es el más idiota de los tres, nunca se toma los asuntos en serio, mientras que Sean es un poco más serio al momento de arreglar asuntos.

Traté de hacer el nudo de mi corbata, pero esos estúpidos colmaron mi paciencia, la quité bruscamente de mi cuello y bajé de inmediato para ver qué sucedía.

― ¡Stevie, devuélvela!―pidió Sean con un tono enojado.

― ¡Tienes un montón en tu armario Sean!― ¡deja que la use hoy!―dijo el menor de los tres con un tono divertido.

― ¿¡Qué carajo sucede con ustedes dos!? ―pregunté exaltado.

― ¡El imbécil de Stevie tiene mi corbata favorita!―se quejó Sean y vi que su cara está completamente roja por lo furioso que se encontraba.

― ¡No aguantas nada de verdad! ―Stevie articuló con una ceja elevada y una sonrisa ladina.

― ¿¡Podrían comportarse!? ― ¡ya no son unos críos, maduren de una vez!― ¡por culpa de ustedes dos llegaremos tarde hoy!―los señalé a ambos― nuestro superior no tardará en llegar.

― ¡Que aburrido eres!― expuso el menor.

―Entrégasela―le pedí con un tono firme.

― ¡Toma tu porquería!―se la lanzó en la cara a Sean.

Ya cuando nos habíamos calmado, logré ponerme mi corbata y dar mis retoques en mi elegante traje, ya estaba listo, esperé que Sean y Stevie lo estuvieran también.

Escuché la bocina de un auto afuera de la casa, salí de esta y saludé al sacerdote.

―Hola hijo mío―me recibió con un abrazo y una palmada en mi espalda.

―Superior―lo llamé con un asentimiento.

― ¿Y tus hermanos?

―No tardan en salir―le informé volteando a ver a la puerta y dirigí de nuevo mi mirada hacia él.

A los segundos estos salieron y se acercaron a saludarlo también, le teníamos un enorme respeto, era como, me duele decirlo, como un padre para nosotros.

Nuestros padres fallecieron hace mucho, así que sólo hemos sido mis hermanos y yo desde entonces.

―Bien démonos prisa hijos míos―se nos hace tarde―dijo el casi anciano.

―Voy por mi coche―avisó Stevie.

―Esta vez no iremos en nuestros respectivos autos, hermano―le hice saber.

― ¿Qué?

―Como escuchaste, ahora sube al auto del superior―le demandó Sean con una sonrisa triunfante.

Si había algo que Stevie amara tanto, era su auto, luego seguía él.

Subimos al auto del superior, y este va en el asiento del piloto, mis dos hermanos en los asientos de atrás y yo en del copiloto, una vez estando colocados todos, el sacerdote tomó rumbo a Isolated Town.

Llegamos a un portón estilo antiguo que fue abierto por unos monjes y nos adentramos, el sacerdote estacionó en una curva de una fuente gris y salimos del auto.

Dos novicias se encontraban afuera de la enorme catedral, una de ellas es de piel blanca y puedo notar su cabello negro que se asoma fuera de su velo, y la otra novicia está de espaldas,no logré ver sus facciones, pero si su estatura baja, no le di importancia y seguimos caminando.

Entramos por la gigantesca puerta y quien va delante de nosotros es nuestro superior, yo le sigo, Stevie y Sean van al final.

― ¡Mierda me suda hasta el culo! ―se quejó Stevie.

― ¡Podrías comportarte!― hablé a regañadientes.

― ¡Pero hace calor aquí!―volvió a quejarse.

― ¡No me importa, ahora cállate!

Dio un resoplido.

Nos recibió una de las monjas, era delgada y esbelta y con solo ver su cara sé sabía que tenía un carácter de los mil demonios.

―Bienvenidos―síganme por aquí―nos indicó.

La seguimos y subimos por una de las escaleras que es de forma espiral, llegamos al segundo piso y entramos a una especie de habitación-oficina solo que todo se veía anticuado.

En la oficina se encontraban dos sacerdotes uno jóven y otro anciano quienes hablaban de algún tema.

Era él, empecé a tensar mi mandíbula y a contenerme como podía y por como mis hermanos los veía supe que también se estaban conteniendo, les dediqué una mirada la cuál comprendieron que se calmaran.

―Ya están aquí ―les informó la que nos recibió.

―Siéntanse en su casa―habló el anciano.

― ¿Entonces ellos podrán hacer su seminario aquí? ―fue directo al grano nuestro superior―supongo que ya sabe el motivo del porque harán su semanario en Isolated Town―preguntó nuestro sacerdote.

―Si―levantó la mano el padre―han sido aprobados―son bienvenidos a Isolated Town a hacer su seminario.

Lo habíamos logramos, esa fue la mejor noticia que pude haber escuchado en mi vida.

Secretos Oscuros en Isolated TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora