One Shot

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Magnus Bane era un joven apasionado por la danza, el maquillaje y la moda, donde vivía era el más popular, vestía extravagante, la púrpurina era su obsesión. Un día un temblor azotó su ciudad, su casa quedó totalmente destruida; su amiga Catarina se ofreció a tenerlo en su casa, pasaron unos mese, Magnus decidió cambiarse de ciudad, iniciar de cero.
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Llego a la ciudad de Alacante, allí busco un empleo, era estilista, los clientes que llegaban salían satisfechos con el trabajo hecho por Magnus. Enfrente del local, una persona extraña lo observa con ira en sus ojos.
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Magnus hacia su rutina diaria, se levanta a, tomaba una ducha, desayunaba y terminaba de camino a su trabajo, después del trabajo, llegaba a su departamento, tomaba otra duche, cenaba y Dormía, así era todos los días, hasta que un día se topó con Lorenzo, su vecino, el también ere estilista, pero a diferencia de Magnus, él no tiene tanta clientela como su vecino.
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Cada día que pasaba la popularidad de Magnus crecía, mientras la de Lorenzo disminuida, eso provocó un odio por parte de Lorenzo hacia su vecino y ahora competencia. Pasaban los días, su ira crecía cada ves más.
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La fama de Magnus era tanta que un día, un periodista de una revista famosa lo llegó a entrevistar; Lorenzo estallo al enterarse, renunció de su trabajo, cambio su domicilio, se fue lejos de Magnus, todo para planear su venganza.
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La vida de Magnus tenía un rumbo maravilloso, se hizo más famoso, salía en revistas; compro un local propio, al igual que una casa, todo le iba bien, sólo le faltaba una cosa, algo que lo motivara. Un día un joven de tez blanca, ojos color avellana, cabello azabache llegó al local, con el llegó una hermosa chica, ojos negros, cabello del mismo tono, labios rojos cual carmín, parecía la copia del otro. Por la expresión del chico, no quería estar en aquel lugar; vestia un suéter negro desteñido, unos jeans viejos, la chica era lo opuesto, colores llamativos, maquillaje exquisito, pensó Magnus.
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La primera en hablar fue la chica —Hola, soy Isabell Lightwood, pero puedes decirme Izzi— saludó.
—Hola Izzi, soy Magnus, Magnus Bane, en que puedo ayudarte— volteó a ver detrás de ella, el chico lo miraba atónito, sus mejillas se tornaron de un ligero tono rojizo, agachó la cabeza para ocultarlo, a Magnus este gesto le pareció tierno.
—Se quien eres, vengo a ver si puedes hacer algo con este— señaló al chico.
—Ya te dije Izzi, es una mala idea— trato de no mirar a Magnus, tiraba del brazo de su hermana para que salieran del lugar.
—Ya cállate Alec, no nos iremos hasta que te veas decente— rodó los ojos Alec, sabe que su hermana no cambiará de opinión.
—Lo siento, es que mi hermano es un poco testarudo, pero no se irá a ningún lado, así que, dime que puedes hacerle algo para que se vea decente, por favor— los ojos suplicantes de Izzi hacían a Magnus pensar
—De que hablas, está más que decente, bueno, quizás un cambio de ropa, pero da ahí en fuera no necesita nada— la boca de Izzi llegó al suelo, pensando en que podría por lo menos hacerle un corte de cabello.
Magnus la vio, suspiro y dijo —Bueno, quizás pueda hacerle un peinado— los ojos de Izzi se iluminaron y una sonrisa se formó en su rostro.
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Alec quien veía la escena, pero más que nada veía a ese espectacular hombre que tenía frente a él, no supo cuando lo tomo de la mano y lo sentó; Magnus colocó las cosas necesarias, a él le parecía una tontería, ese chico de ojos color avellana estaba más que perfecto, soltó un suspiro. Izzi veía la escena frente a ella, no sólo conoció a su ídolo, sino que también logró que Alec cambiará, por lo menos su peinado, ahora su siguiente meta es enamorar a su Magnus.
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Luego de media hora, Alec lucia distinto, sino fuera por su vestimenta, cualquiera diría que era otra persona; su hermana pago, lo tomo de la mano y salió del local a paso veloz; Magnus vio como aquel chico lindo se alejaba del lugar. Una semana después Magnus no podía sacarse de la cabeza a ese chico de nombre Alec, cada día que pasaba esperaba a que ese chico regresará, pero como un chico que vestía de manera poco atractiva regresaría, lo juzgo por su forma de vestir, le pareció alguien que no le importaba nada el exterior. Suspiro lamentándose de que tal ves no volvería a verlo.
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La puerta se escuchó, alguien entro, Magnus con pesar levantó la mirada, se llevó una sorpresa al ver a ese chico frente a él, y a su lado su a Izzi, sonrió y los saludo; pasaron la tarde platicando Izzi y Magnus; Alec estaba en una cafetería leyendo un libro, pensando en Magnus; Izzi hablaba de su vida, estaba coqueteando de manera descarada, pero Magnus no mostraba indicios de interes. Magnus estaba perdido en sus pensamiento que no se dio cuenta cuando acepto una cita con ella.
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Lorenzo estaba con una vieja amiga, planeba su venganza, espiaba cada paso de Magnus, buscaba la manera de como destruirlo, desde dentro, para eso tendría que tenerlo muy bien vigilado;  un día Izzi llegó al local de Magnus, le pidió que la acompañara a comprar ropa, este no se negó, pero sólo con una condición, llevar a Alec, Izzi no entendió el porque, pero no le importó en absoluto. Izzi y Magnus paseaban por la tienda de ropa, Alec cargaba toda la ropa escogida, a lo lejos alguien los observaba; llegaron a los vestidores, Magnus había elegido algunos atuendos para Alec, Izzi ingreso al vestidor, unos instantes después salió vestida con un top negro y una minifalda de color negro, la forma de vestir de Izzi provocaba que las personas, hombres y mujeres se derritieran por ella, pero  al único que quería impresionar era a Magnus, este no tomo importancia, la elogió, pero sólo eso, sus insinuaciones no tuvieron efecto en él. En cambio cuando Alec vistió el primer atuendo la boca de Magnus llegó al suelo, sus ojos brillaron como si de la cosa más hermosa se tratase. Izzi lo vio, pensó que sólo era por la ropa, pero no veia más allá de las intenciones que tenía con su hermano.
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Cada día pasaba, Magnus estaba más tiempo con Alec, Izzi no entendía el porque, un día Magnus invito a Alec a cenar en su casa, este acepto gustosamente; pasaron los días, Magnus sólo podía pensar en cómo impresionar a su Alec. Con el paso de los días, Magnus sentía una presencia cerca, alguien lo espiaba, pero lo hacía de manera excelente, porque no se daba cuenta Magnus.
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El día de la cena llegó, Alec fue a la casa de Magnus, este abrió la puerta y lo invito a pasar estuvieron cenando tranquilamente, su charla era amena de cosas triviales; después de la cena, pasaban los dias  Alec y Magnus se frecuentaban cada ves más, su amistad iba evolucionando, Izzi seguía intentando hasta un día que Magnus le puso un alto.
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Magnus y Alec están tomando un café, están platicando, Izzi quien siguió a su hermano para ver que hacía, puesto que él no era de salir amuenudo, descubrió que estaba con Magnus; Alec se reía de las cosas graciosas que le contaba Magnus, pasaron las horas y los chicos se divirtieron como nunca antes. Pasaron los meses, Alec y Magnus seguían saliendo, Izzi los seguía espiando al igual que alguien oculto por las sombras. Un día Izzi decidió no seguir a su hermano, ese día ella iría primero con Magnus, se maquillo, vistió de manera casual; rumbo por una parque logró ver a lo lejos a Magnus y a Alec, la curiosidad le ganó y no aguanto, discretamente se acercó, podía escuchar claramente de lo que hablaban, también escucho cuando Magnus le dijo "Garbanzito" a su hermano seguido por un beso. Salió de su escondite para gritar pestes de su hermano, se fue del lugar hecha una furia. Alec trato de alcanzarla, pero era demasiado tarde, ella ya había tomado un taxi. Se despidió de Magnus y se fue.
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En casa de Alec los gritos se escuchaban, Robert y Maryse, más bajo los de Izzi, Jace y Max. Cuando llegó entro, el ambiente en la casa era tenso, toda su familia estaba en la sala, cruzó por un lado y todos lo vieron con una ira en sus ojos. Una discusión se hizo presente, Robert y Maryse gritaban cosas de Alec, Jace, Max y Izzi lo miraban con desaprobación, Robert golpeó a Alec, lo corrieron de la casa; Alec caminaba hacia un parque, estaba golpeado por todos lados, las personas que pasaban a su lado lo miraban con lastima.
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En el parque Alec se sentó en una banca, perdió a su familia porque su secreto salió a la luz, toda su familia lo aborrecian por ser gay; Magnus salió a estirar un poco las piernas al parque cerca de su departamento, a lo lejos vio a Alec sentado en una banca con una mochila, decidió pasarlo a saludar, se acercaba con cada paso, mientras más cerca estaba más podia ver marcas en el rostro de Alec, cuando llegó a su lado se percató de que estaba llorando, lo abrazo, Alec se sobresalto al sentir el abrazo, su primer instinto era gritar, pero los brazos le parecían tan cálidos que decidió no hacer nada, Magnus rompió el abrazo y lo miro, lágrimas resbalaban por su rostro, alzó la mirada y vio a Magnus, trato de esconder su rostro con las manos, pero este no lo dejo.
—Que sucede garbanzito— pregunto Magnus sentándose a su lado.
—Nada, no se de que hablas— se hizo el desentendido, secaba las lágrimas con las mangas del suéter viejo que llevaba.
—Dime que ocurrió, sólo mirate, estas llorando— tomo la mano de Alec y la masajeaba.
—No estoy triste, ya te dije que no pasó nada— no podía ver a Magnus a la cara o se daría cuenta.
—Vamos dime, confía en mi— levantó la cara de Alec, se sorprendió al ver muy marcados los moratones —Por el angel, Alexander que ocurrio, mirate nada mas como estas— la preocupación de Magnus estaba al máximo.
Alec bajo la cabeza y dijo —Me corrieron de casa, se enteraron que soy gay, ahora no tengo a donde ir— las lágrimas volvieron al rostro de Alec.
—De ninguna manera— tomo la mano de su novio —tu te vienes conmigo— lo jalo.
—No, no te preocupes, ya encontraré un lugar— trataba de parar a Magnus.
—Ya dije que no, tu te quedarás conmigo y no aceptó un no como respuesta— Alec suspiro, se rindió y dejó que Magnus lo guiará al departamento.
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Llegaron al departamento de Magnus, Alec dejó sus cosas en el sofá, su novio fue a la cocina por una pastilla para el dolor y un poco de agua; al llegar la noche Alec dijo que dormiria en el sofá, pero de nueva cuenta Magnus renego.
Luego de una pequeña discusión, Alec aceptó dormir en la habitación de Magnus, cada uno tomo un lado de la cama, ninguno de los dos se movía para nada. La noche pasó, al amanecer Magnus despertó con un brazo que lo rodeaba, una sonrisa se formó en un rostro al recordar que su novio durmió a su lado, se giró para ver a su novio, Alec lucia tranquilo, sus pestañas proyectaban una sombra en sus mejillas, un impulso hizo que Magnus colocará su mano en la mejilla de Alec. Este se removió un poco, empezó a abrir los ojos, se topó con los ojos de Magnus que lo observaban.
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Se apartó de golpe y dijo —lo siento, lo siento, no debí— se paró de la habitación y se metió al cuerto de baño.
—Alexander, tranquilo no pasa nada, además me gustó despertar asi— una sonrisa coqueta apareció en el rostro de Magnus ante el pensamiento de despertar siempre así.
Alec no respondió, se escuchó la ducha, Magnus decidió salir a preparar el desayuno para su novio.
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Paso el tiempo, Alec se sentía más que cómodo con la presencia de Magnus, dormían abrazados todo el tiempo; Magnus se iba a trabajar y Alec a estudiar, esa era su nueva rutina, pero Magnus cada día sentía a alguien detrás de él, pero al volear no había nadie, eso lo tenían con los nervios a flor de piel. Pasaron los años, Magnus y Alec se decidieron comprometerse, cada día era más maravilloso que el anterior, su felicidad crecía cada ves más. Un día Lorenzo volvió a aparecer, regreso a su anterior domicilio, actuaba normal, pero algo en Magnus no confiaba en él.
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Magnus iba caminando por la avenida, cuando estaba cruzando la calle, una auto apareció de la nada, sintió un empujón, calló al suelo, volteó y vio a Alec que lo salvó del accidente.
—Me salvaste— los ojos de Magnus se cristalizaron al ver a Alec.
—No dejaré que nada malo le pase a mi esposo— beso la frente se Magnus.
—oh Alec, eres el Ángel de mi vida— lo abrazo, las personas que lo rodeaban dijeron al unisono "awww".
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Magnus siempre era cuidado por su esposo, no le molestaba, al contrario lo hacía sentir especial. Lorenzo en un ataque de ira, le quitó la vida aún niño, fue él quien quiso arrollar a Magnus. Pasó mucho tiempo, Magnus y Alec compraron una casa, allí vivirían felices; cerca de su nueva casa unos niños estaban, Magnus salió a caminar un poco, los encontró y los llevo a su casa, les dio de comer y los vistió; decidió esperar a su esposo para contarle.
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Su esposo llegó, Magnus lo esperaba, le lo salido, le contó sobre los niños, ellos estaban en la habitacion de visitas, dormían en la cama plácidamente. Magnus pregunto a su esposo si habría manera de adoptarlo, Alec no se negó a la petición de su esposo. Tardo unas semanas, pero valieron la pena, tenía en sus manos los documentos que acreditaba que los pequeños eran sus hijos.
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El tiempo pasaba, Magnus se encariñaba cada día más de los niños, a los dos niños de nombre Rafa y Max les encantaba tener dos papás. Iban de paseo amenudo a la playa, al cine entre otras cosas, los niños eran las luces de la vida de Alec y Magnus. Los años pasaron, Rafa y Max iban al colegio, en la casa estaba Magnus y Alec, estaban teniendo una sesión de besos, como le habían dicho a sus hijos. Alec salió con dirección al colegio, Magnus se quedó en casa para preparar la cena; alguien cerca de la casa de Magnus esperaba que Alec se fuera. Unos minutos después tomo unas garrafas, el contenido lo vacío por toda la casa Lightwood-Bane, se aseguró que ningún lugar quedara sin gasolina, tomo un fósforo y lo encendió, con una sonrisa en su rostro lo dejo caer, al instante las llamas se dispersaban por toda la casa.
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Magnus sentía un olor a humo, pensó que era el horno, salió a la cocina, se acercó al horno, este estaba apagado, el olor se hacía más fuerte, decidió asomarse a la ventana, su sorpresa fue tal al ver llamas fuera de casa, trato de salir por la puerta, pero estaban atrancadas. Gritaba por auxilio pero nadie estaba cerca.
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Alec estaba en marcha de regreso a casa con sus hijos, cerca de su hogar podía ver humo, decidió acelerar, al llegar podía ver su casa arder, los bomberos rodeaban la casa, bajo del auto, los niños quedaron dentro, miraban como su papá corría hacia su casa que estaba en ruinas. Alec gritaba el nombre de su esposo, pero este no respondía, busco por todos lados, ignorando las indicaciones de los bomberos entro a su casa, o lo que quedaba de ella, buscaba entre los escombros, después de unos minutos, encontró el cuerpo de su esposo calcinado, un grito de impotencia se escuchó por el lugar, las lágrimas lo traicionaron, abrazando el cuerpo de su esposo lloraba. Se había quedado sólo con sus hijos, sin el amor de su vida, sin su angel.

El Ángel de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora