Primer día de trabajo

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Erik se removió en su cama, estaba empapado en sudor a pesar de la calefacción de su habitación. La misma escena que había estado soñando los últimos días: su madre echándole en cara su futuro frustrado, el hecho de tener que juntarse con su padre muy joven y renunciar a sus sueños por él.
Despertó y miró el reloj de su cómoda, eran  las 3 de la madrugada, se quedó un largo rato contemplando el techo.
Volvió a quedarse dormido cerca de las 5 de la mañana hasta que su despertador sonó indicándo que debía prepararse para su primer día de trabajo.

Charles despertó con el sonido de su alarma, se metió a la ducha y se vistió adecuadamente, antes de dirigirse a la cocina a preparar el desayuno, entró a la habitación de sus pequeños a despertarlos para que después de bañarse y lavar sus dientes, se vistieran con sus respectivos uniformes, ellos ya eran independientes y lo hacían solos, él sólo peinada la rojiza cabellera de Wanda y el platinado cabello de su pequeño.
Los niños bajaron llenos de energía a desayunar, Peter y Wanda no dejaban de decirle a su padre que lo extrañarían y que no se sintiera solo que ellos llegarían temprano para hacerle compañía.
Una vez que terminaron su desayuno, Charles, tomó las mochilas de sus hijos y las llaves de su auto y se dirigieron al jardín de niños.

La entrada estaba llena de autos de los cuales los pequeños bajaban, algunos sin compañía y otros como sus mellizos, tomados de la mano del padre o de la madre. Charles, tenía una extraña sensación, como si estuviera ansioso por algo, tal vez era porque por primera vez, al dejar a sus hijos en la escuela, no estaría Moira para hacerle compañía, llegaría a la cafetería y su esposa no iba a ser quien le prepara el almuerzo, y es que pudo no haberla amado pero se acostumbró tanto a ella que dolía su ausencia.

En cuánto bajó de su coche y alzó la vista para corroborar que la maestra de sus hijos estuviera en la puerta para recibirlos, se sorprendió de no sólo verla a ella, sino también a su esposo, el hombre misterioso que prácticamente lo acosó en el centro.
Caminó hacia la puerta y al llegar a la entrada la profesora Emma se agachó pese a su abultado vientre a la altura de los niños a colocar un sonoro beso en la mejilla de ambos infantes.

_ Pietro, Wanda, bienvenidos, entren al salón por favor.

Los niños se giraron hacia el castaño y con su manita se despidieron de él.

_ Señor Xavier _ la mujer le extendió la mano y Charles se la estrechó _ Como usted sabe, estoy de licencia por mi embarazo. Él  es el profesor Erik Lehnsherr, él me estará sustituyendo. Le aseguro que sus hijos no pudieron estar en mejores manos.

Erik y Charles cruzaron sus miradas por segunda vez, el cobrizo no pudo evitar perderse en esa mirada, azul cual bello océano, sin embargo para Charles, la mirada del nuevo profesor de sus hijos lo ponía nervioso, era demasiado intensa, como si el dueño de esos hermosos ojos guardara el peor de los secretos.

_ Es un gusto conocerlo, señor Lehnsherr _ Charles extendió su mano hacia el más alto y aquel dudoso, le estrechó la mano, en cuánto sus manos hicieron contacto, ambos hombres experimentaron un extraño cosquilleo en su vientre. Erik fue quien rompió el contacto.

_ El gusto es mío. Espero poder ser un buen maestro.

_ Eso espero. Cualquier cosa o duda que tenga y que su esposa no pueda auxiliarlo, cuente conmigo.

Emma soltó una ruidosa carcajada que llamó la atención de ambos hombres.

_ ¿Su esposa? No señor Xavier, él no es mi esposo, es demasiado feo. Mi esposo es el director de esta institución, el profesor Sebastian Shaw.

Charles se encogió de hombros y se apresuró a pedir disculpas.

_ Lo siento, como ayer los vi en el centro juntos, pensé que él era su esposo, una disculpa profesora.

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