Eros
Observaba la foto con anhelo y dolor, una combinación muy fuerte para sentir a tempranas horas de la mañana, aunque anteriormente siempre tenía esas sensaciones viviendo conmigo.
El portarretrato estaba hecho de pequeñas conchas de mar, acaricie la textura y casi sonrío, saque la foto y vi el reverso de la misma, el dolor se incrementó en mi pecho.
Nathalie mi hermoso amor.
Te ama G.
El sonido de alguien tocando la puerta hizo que guardara la foto en uno de los cajones del escritorio rápidamente.
—Hice caso y esta vez toqué — asomó su cabellera rojiza por la puerta y sonrió de forma divertida.
A veces pensaba que todo le parecía gracioso.
—Al menos sé que sabes tomar indicaciones Patrick — terminó por entrar — ¿Qué te trae por aquí?
—Como tu mejor y único amigo que te soporta, vine hacerte una pequeña visita — decidí no responder, si le daba un tema de conversación estaría en la oficina todo el día— deberías mejorar tu actitud ermitaña.
Mi único amigo, era casi tan alto como yo, la única diferencia a parte de la cabellera y sus ojos era su contextura más fornida. En la época de la universidad era un jugador de Rugby muy aclamado.
—No eres psicólogo, eres abogado — mis palabras tenían un toque de rudeza, pero me conocía y sabia de primera mano que solo era mi forma de ser — si no vienes a hablar de negocios mejor vete por donde viniste.
—Uy andas de malhumor, toda una rareza —comentó con sarcasmo y sin darle permiso se ubicó en una de las sillas — Oh Pat gracias por devolverme al sobrino número 5. Estaba preocupado — dijo imitando muy mal mi voz.
—Te pago por hacer tu trabajo — me senté a observar cada uno de sus movimientos. Era un ser muy inquieto.
—Pero un te quiero no vendría mal — le lance un lapicero que logró esquivar — ok, ok, ya entiendo hombre. Tampoco es para que intentes desfigurarme la cara, las mujeres no me notarían si tuviera una cicatriz en el rostro.
—Deberías dejar de pensar tanto en mujeres y enfocarte en lo tuyo— se quedó callado por más de un segundo, nada bueno podría salir de esa boca.
—Un pajarito me comento algo — Clare. Solo ella soporta y quiere tanto a su sobrino— despediste a la señorita Dixon y la volviste a contratar. ¿Por qué? Y créeme que lo pregunto por pura curiosidad, tú no eres una persona muy flexible.
Incluso yo me sorprendía por mi cambio en la decisión.
No era muy común en mí equivocarme y cuando tomaba una decisión, trataba de seguirla hasta el final sin importar nada.
Sin embargo al ver como Eva se desenvolvía con Nathan, me dejo trastocado.
Ella parecía la mayor parte del tiempo una chica asustadiza y frágil, la estuve observando muy de cerca la primera semana de su trabajo y termino siendo un completo desastre. Fue una total sorpresa verla tan tranquila con un bebe entre sus brazos y al parecer sabia los pasos que debía implementar para calmarlo.
Y esta mañana antes de salir fui a la habitación de Nathan, una situación inesperada se hallaba ahí. El pequeño estaba durmiendo en su cuna y no muy lejos sentada en una mecedora se encontraba Eva Dixon durmiendo, tardé un poco en salir de mi sorpresa, pero no he dejado de pensar en aquella situación.
—Nathan parece quererla — mi amigo abrió sus ojos verdes de la impresión — y eso lo tomé como una buena señal.
—Vaya... Nate es un bebe llorón con todo el mundo, incluso con Tía Clare — asiento dándole la razón — ¿Por qué con una extraña estaría tan cómodo?
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Aquello Que Ocultamos
RomanceUn trabajo, una nueva oportunidad, fue lo que pensé cuando el apellido Goldssom llegó a mi vida. No solo fueron nuestros caminos los que se cruzaron sino también nuestros secretos. Y aquello que ocultamos resultó ser una pieza decisiva en el juego...