Cranky Jace - 1

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Jace se encontraba parado allí, enfrentando a sus amigos.

Su ropa estaba rasgada y mugrienta. Tenía un corte en la mejilla que se veía bastante feo, y es resto de su cara tenía pequeños rasguños aquí y allá. Si antes había sido rubio y brillante, no quedaban ni rastros de ellos. Se había convertido en una maraña sucia y espesa, que estaba tan cubierta de mugre que se veía gris. Y Alec podía jurar que en un lado de su cabeza incluso faltaban algunos mechones.

Hizo una mueca de pena al ver el estado lamentable del muchacho, y esa pena creció hasta convertirse en angustia en cuanto vio sus ojos. Había tanta furia en ellos, tanta desesperación, y tanta locura que tuvo que dar un paso atrás para mantener el equilibrio.

No se veía en absoluto como Jace. Era alguien más, alguien que estaba casi más allá del gone, ese punto en el que no podían ya ser salvados. Aunque para que engañarse: no había cura. Ninguno podía ser salvado.

Alec sintió como si su runa parabatai ardiera desde dentro. Le pasaba muy seguido desde que Jace había contraído la enfermedad. A veces creía que lo imaginaba, pero otras veces -como ahora- era tan fuerte que se sentía demasiado real, como si su conexión parabatai estuviera aferrándose con uñas y dientes a lo que quedaba de su amigo, si es que quedaba algo.

De repente, algo cambió en los ojos de Jace, fue como si reconociera a las personas frente a sí, y Alec supo que si quedaba algo de su viejo amigo allí. Y se encontró deseando que no fuera así. No podía imaginar cómo sería, como despertar de repente y ver que tienes las manos manchadas de sangre y que estás volviéndote loco, y querer luchar contra eso, pero no puedes. No puedes luchar contra tu propia mente asi que acabas cayendo en la locura otra vez, actuando como una bestia hasta que un instante de cordura acude a torturarte nuevamente. Y esperas que se vaya y el ciclo inicia de nuevo.

La angustia que Alec sentía era tan grande que le tomó varios minutos volver a encontrar la mirada de Jace y hablar.

-Jace, soy Alec. ¿Me recuerdas? Aquí están Izzy y Mag...

Jace le interrumpió a mitad de la frase.

-Sé quienes son, idiota. Puedo ver, ¿sabes? Vaya, yo soy el que tiene una enfermedad comiéndole el cerebro y sin embargo eres tú el que se vuelve estúpido.

Las palabras de Jace estaban tan cargadas de veneno que Alec sintió como si lo hubieran abofeteado. Nunca, ni siquiera en el tiempo cuando Jace había actuado mordaz y sarcástico para ocultar sus sentimientos, jamás le había hablado de esa manera antes. Y para ser honestos, dolía como el infierno.

Como Alec no respondió, Jace continuó hablando.

-¿A qué han venido? ¿A burlarse del pobre loco? -esbozó una sonrisa escalofriante- Estúpidos munis. -les miró con verdadero odio en sus ojos y Alec tuvo que recordarse que era la Llamarada hablando por él. Miró sobre su hombro. Isabelle se aferraba al brazo de Magnus y parecia estar al borde de las lágrimas, mientras éste miraba a Jace con una inmensa compasión dibujada en su semblante. Cuando sintió la mirada de Alec sobre él, alzó la suya hacia el ojiazul. Alec pudo entender claramente el mensaje que sus ojos de gato portaban: esto había sido una mala idea.

Y Alec sabía que así era. De hecho, había sabido que era una mala idea desde el momento en que acudió a su mente, pero no había podido evitarlo. Cuando uno de los munis que trabajaban en el Palacio de los Cranks le informó que la chica pelirroja había muerto supo que necesitaba ver a Jace. Asegurarse de que estaba bien. Pero, joder, nunca iba a estar bien. ¿Cómo podría?

Todo había estado mal desde el momento en que se enteraron que Jace y Clary no eran inmunes a aquella odiosa enfermedad. Luego de los exámenes correspondientes, los habían dejado permanecer en la ciudad sólo unos días. Luego, un par de sujetos los habían venido a buscar, los habían hecho subir a uno de los grandes bergs en las afueras de la ciudad y se habían marchado. Le habían dicho a Alec que era por el bien de todos, que no podían tener a la gente enferma dentro de la ciudad arriesgando y asustando al resto de la población, y que los estaban llevando a un lugar llamado Palacio de los Cranks. Era una especie de lugar, le explicaron, donde prometían que los infectados podrían llevar una vida más o menos decente hasta que la locura los alcanzara completamente. Alec había pagado una cuantiosa suma de dinero a uno de los sujetos para que le informara si algo le sucedía a Jace o a Clary.

Las noticias habían llegado unas semanas después: Clary estaba muerta.

Alec no había querido preguntar cómo. Lo más probable era que se hubiese metido en una pelea y el resto de los cranks la hubiese despedazado. El sólo pensamiento lo hacía temblar de pies a cabeza y lo ponía enfermo. Había ordenado a Magnus que les consiguiera un berg ese mismo día, y por más que habían intentado disuadirlo, nadie había podido hacerlo cambiar de opinión. El berg estuvo listo para despegar al día siguiente y Magnus e Izzy habían accedido a acompañarlo.

Cranky Jace - TMI/TMR CrossoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora