Capítulo 7

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Saimon apenas pudo dormir en toda la noche, incluso con la ayuda de Cailen, tardó mucho tiempo en acabar con el papeleo, y después estaba el asunto de los investigadores, nadie había conseguido ninguna información sobre Anita, era como si nunca hubiera existido antes del pueblo, no solo en el mundo humano, tampoco en el sobrenatural, ningún híbrido se apellidaba Hope, y los pocos humanos con ese apellido, ninguno había desaparecido, la única explicación era que ella se había cambiado el apellido, y eso complicaba mucho las cosas, a tal punto que ningún detective sabía por dónde empezar a buscar.

El rey no paraba de dar mil vueltas al asunto, se debatía entre seguir insistiendo en la búsqueda, o dejarlo estar y preguntarle directamente a ella. Anita se había ganado la confianza, el cariño y la amistad de su hija, algo nada fácil de lograr, y ahora estaba consiguiendo la suya, lo cual era casi imposible, se notaba que era buena persona, que carecía de maldad, pero podría estar equivocado, que todo eso no fuera más que una simple actuación para ganarse su confianza y después traicionarlo, por eso tenía un debate interno del cual no podía salir.

Al final se levantó y se preparó para hacer un par de cosas antes del desayuno, no pensaba faltar ningún día a desayunar junto a su hija, y Cailen tendría que ayudarle le gustase o no, por lo que fue a su cuarto a llamarle, pero nada más entrar se encontró a Cailen arreglado y esperándolo, él iba a ayudarlo sin necesidad de que se lo pidiese, haría cualquier cosa para que su mejor amigo, su casi hermano, pasase más tiempo con su sobrina y ahijada.

Durante todo el tiempo que estuvieron fuera haciendo sus labores, Saimon no pudo sacar de su cabeza la encrucijada que tanto le molestaba, pero al final tomó una decisión, hablaría con Anita después del desayuno, no iba a retrasarlo, averiguaría la verdad, pensaba que esa chica era incapaz de mentir, o más bien que se notaría muy fácilmente cuando mintiera, era una persona muy transparente, y él sabía muy bien detectar las mentiras, no tendría ningún problema para saber la verdad, y así podría quitar las dudas de su cabeza y centrarse en lo verdaderamente importante, su hija.

La risa de su hija fue lo primero que escuchó al entrar al comedor, Anita estaba usando una cuchara como bigote mientras hablaba, haciendo gestos muy raros para que la cucharilla no se le cayera. El rey sacudió su cabeza intentando eliminar los pensamientos que lo distraían, siempre que iba a ver a su hija, siempre estaba sonriendo o riendo gracias a la institutriz, no quería creer que pudiera haber algo malo en esa chica, pero tampoco quería confiarse, era la seguridad de su princesita lo que estaba en juego, y no iba a permitir que usasen a su pequeña de alguna forma.

El desayuno transcurrió tranquilo, ninguno de los presentes dijo algo, ni siquiera Serena contó algo, estaba muy ocupada ideando formas de juntar a su padre con su amiga, pero en todas ellas necesitaba la ayuda de su tío, por lo que tenía que buscar una forma de hablar con él sin riesgo de que su padre interrumpiera, lo cual veía difícil, era consciente de que Cailen era su mano derecha, era normal que lo llamase para que le ayudara con sus funciones, así que no paraba de pensar en formas o momentos en los que pudiera hablar con él.

-Anita, me gustaría hablar con usted en mi despacho, si no tiene ningún inconveniente - dijo Saimon nada más terminar el desayuno.

-Por supuesto - dijo Anita tranquila, ella pensaba que tendría que ver con Serena.

Sin saberlo, el híbrido había dado a su hija la oportunidad perfecta para hablar con Cailen, e igual que la joven, ella pensaba que su padre quería hablar con su amiga para pedirle consejo acerca de actividades que podrían hacer los dos juntos, y la pequeña prefería que fuera una sorpresa, así sería más emocionante; pero ambas chicas se equivocaban, y Anita no fue consciente hasta que el mismo rey le presentó los informes de los detectives que había contratado para averiguar toda la vida de la joven.

-¿Podría explicarme cómo es que no hay constancia suya antes de su aparición en ese pueblo hace siete años? - Anita se quedó callada unos segundos, no sabía qué responder, estaba muy nerviosa.

-Es complicado - respondió finalmente soltando un suspiro.

-Tengo tiempo - la joven se lo pensó, negarse a hablar sería muy sospechoso e incriminatorio, pero si hablaba, aunque fuese ocultando parte de la verdad, en un futuro si todo se descubría, no habría tanto impacto.

-Yo nací en el seno de una familia que nunca me quiso, tengo tres hermanos mayores, todos ellos queridos por mis padres, pero ese no es mi caso, yo fui el error, la que nunca debió nacer, no me buscaron y nací, además que resulté ser algo que no querían, por lo que a los 18 años me echaron y yo me fui sin mirar atrás, Hope no es mi apellido, realmente no tengo ninguno, ya que ellos se negaron a que yo llevara el suyo, por eso elegí esa palabra como mi apellido, hope significa esperanza.

-¿Y lo de que una híbrida te crió?

-Mi nana, Clara, era una sirvienta, una híbrida, ella fue la única que se preocupó de mí, que me crió, aunque la alejaron de mí cuando era pequeña - dijo Anita muy triste, le dolía recordar ese momento, el momento en que la separaron de la única persona que la había querido.

Saimon veía con tristeza a la joven, él tuvo un padre muy estricto, pero al menos tuvo una madre amorosa, aunque igual que ella, no la pudo disfrutar mucho tiempo, su madre murió cuando él tenía 11 años, lo cual ocasionó que su padre fuera aún más duro con él, pero en el fondo sabía que lo quería, así mismo se lo dijo antes de morir, y Saimon le prometió que sería el más fuerte y protegería a sus seres queridos, pero la chica frente a él, tuvo peor suerte que la suya, le arrebataron a su único ser querido, y con personas que no le dieron ni un ápice de cariño.

Entonces hizo algo que nunca creyó hacer, se levantó de su asiento y la abrazó, un abrazo cálido cuyo único fin era calmar el dolor en el bondadoso corazón de la joven, la cual, sorprendida, no dudó en corresponder el abrazo y llorar sin consuelo en su hombro, hacía años desde la última vez que lloró de tristeza, de dolor, siempre se obligó a ser fuerte y no mostrar debilidad, a intentar estar a la altura de su familia, y una cosa que no se permitía en esa casa, era la debilidad, y consideraban que el llorar era sinónimo de ser débil, por lo cual, desde los 4 años, nunca lloró, por muchas ganas que tuviera, no lo hizo, solo una vez rompió su sequía, el día que separaron a Clara de su lado, después de eso, no volvió a llorar por nada.

Le resultaba tan extraño volver a llorar, sentir las lágrimas caer por sus mejillas, sentir como su cara se volvía roja y ardía, sentir su corazón encogerse del dolor, pero sobre todo, sentir como alguien la abrazaba con el único objetivo de que su dolor menguara, que su llanto fuera el liberador de todos los males que se albergaban en su corazón, todo lo que tuvo que aguantar por años en esa casa, y que ni siquiera cuando su pesadilla terminó se permitió liberar, y sin embargo ahí estaba, llorando en brazos del enemigo de su familia, de aquel al que su padre quería destruir y arrebarle el trono.

Su destino era impredecible, pero una cosa tenía clara, no permitiría que nadie dañara a las únicas personas que realmente le habían dado algo de cariño, no permitiría que su familia se saliera con la suya, no sabía cómo lo haría, pero buscaría la forma de hacerle saber a Saimon todas las estrategias que una vez escuchó en esa casa, se aseguraría de que ellos ganasen y no salieran heridos, estaba dispuesta a todo, si era necesario, daría su vida en el proceso, todo por salvar a la niña que se había ganado su corazón a base de sonrisas, y a aquel hombre que, sin apenas conocerla, había estado dispuesto a consolarla.

La maldición del armaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora