Capítulo 38

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Narrado por Anna

1 mes después.

Le tomo las manos a Nick mientras se levanta y comienza a caminar. Noto en su amplia sonrisa e iris brillantes, que la herida ya no duele, y que, además, ha sanado completamente. Camina un poco desde la sala al comedor, y rápidamente me toma entre sus brazos, poseído por la felicidad. No quepo en mi de gozo al saber que el amor de mi vida se ha recuperado completamente, y que, por fin, la felicidad reinara entre nosotros.

Jolie le invita a cargar a Fernanda, mientras mi pequeña sobrina agita los brazos en el aire. El cabello naranja de la pequeña se agita mientras su cuerpo se zarandea entre las manos firmes de la madre. Él la toma entre sus brazos y le besa en la cabecita. Las sonrisas no se detienen en el gran salón, el dulce aroma de la felicidad se respira, mientras que Stefan se levanta del sofá, y pone un poco de música en el equipo. La melodiosa voz de Whitney Houston llena el salón, mientras el tema «All The Man That I Need», aviva miradas vehementes entre mi hermana y su fiel esposo.

-¿Quieres bailar? -me pregunta Nick, mirándome con dulzura. El corazón me late con rapidez en el pecho, pero no dudo en asentir.

Stefan carga a Fernanda en sus brazos, mientras le comunica algo a Nicholas, de forma clandestina, y este le da un guiño, partícipe de sus confidencias. ¿Qué será lo que están urdiendo estos dos granujas?

Después de darle una dulce mirada a mi pequeña sobrina, Nicholas me invita a pegarme a sí, y luego rodea con sus fornidos brazos mi cintura. Mi cuerpo se funde con su calor, y siento un placer, que solo se puede concebir, cuando se está enamorado. Acoplo mi rostro en su cuello, y aspiro su aroma. Mi mano izquierda descansa en su hombro, mientras que la otra está entrelazada con la suya, caliente y firme. Nos comenzamos a desplazar lentamente por el salón, mientras que él, con leves caricias, logra estremecerme completa.

-Te has dejado algo junto a tu libro que me ha llamado mucho la atención -me dice él al oído, y yo absorta le miro a los ojos. A través de ellos solo percibo amor, y libertad.

-¿De qué hablas, cariño? -pregunto sonriendo, y él me besa y sonríe, con los labios unidos a los míos.

-Umm... -mira a ambos lados y acerca sus labios húmedos a mi oído, con tal de cuchichearme algo-. No sé. Había algo fuera de lo normal. Me gustaría que lo comprobases.

-Vale -digo confusa, pero, aun así, dichosa por verle sano y amoroso.

Me separo del él y voy hacia la habitación. La luz entra tenuemente por la hendija de la ventana, calentando un poco el interior. Tomo su camisa del respaldo de la silla, y huelo la fragancia impregnada en la tela. Cierro los ojos mientras su olor se inyecta en mis pulmones, y luego prosigo a dejar la pieza en donde yacía antes de que entrara a la habitación. Camino pensativa hacia el armario, donde guardado en una caja, se encuentra mi ejemplar de Orgullo y Prejuicio. Deseosa de saber que se traen entre manos Nick y Stefan, abro las dos puertas de madera, y saco la caja roja con decorados en dorado.

La abro, y veo encima del libro un pequeño fardo. Los nervios traicioneros se apoderan de mi ser, y casi temblorosa, tomo el envoltorio de tela, y lo hurgo. Hay algo dentro, y creo que me imagino que es, aunque una parte de mí espera que no sea lo que la otra piensa. Desanudo el fino lazo que cierra el envoltorio, veo un refulgente anillo de diamante caer en mi palma al verterlo, con una pequeña nota que dice:

¿Se casaría conmigo, Srita. Bennet?

Una extraña mezcla de emoción y nervios hace que tiemble completa. Las lágrimas se deslizan por mi rostro, y las mejillas me arden, sonrosadas. La felicidad imperecedera se apodera de cada espacio de mi cuerpo, y me derrumbo en el suelo, riendo y llorando al conforme. Siento el roce tibio de sus manos en mis brazos, y sonrío. Me volteo lentamente hacia él, y lo beso. Sus manos se colocan en mi espalda, y ahí, arrodillados en el suelo, somos las personas más felices de la tierra. Puede que la vida nos haga tropezarnos con piedras a través del camino, pero yo y Nicholas sabemos, que nuestro amor es más fuerte que las limitaciones, más dispuesto que el propio destino.

-¿Te casarías conmigo? -me propone, y que las palabras salgan de sus labios, hace que mis ojos se humedezcan nuevamente, provocando que más lágrimas se escurran por mis mejillas.

-No tengo motivo alguno por el cual negarte ese placer -respondo abrazándole. Él besa mi mejilla suavemente, y coloca el anillo refulgente en mi dedo anular, haciendo que mis desnudas manos, por primera vez, se vean más esplendentes que nunca.

-La imaginación de una dama es muy rápida; salta de la admiración al amor, y del amor al matrimonio en un instante. ¿No cree, Señora Darcy?

-Creo que esta vez fue usted, Señor Darcy, quien salto del amor al matrimonio -digo sonriendo.

Sus besos recorrieron todo mi rostro y cuello, hace que pequeñas risas juguetonas nacidas de mis labios, se esparzan por toda la habitación, sitio en el que mi vida ha cambiado ciento ochenta grados. De ahora en adelante no seré solo la novia de Nicholas Jefferson, sino su prometida y futura esposa. La persona que pasara el resto de su vida, tomándole de la mano, hasta que, ateridos e inertes, nuestros cuerpos sean sepultados bajo tierra.


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