La canción de cumpleaños se escuchaba de fondo. Una jovencita celebraba sus 15 años. Los invitados palmeaban alegremente, los niños mas pequeños jugaban entre ellos, todos bajo la luz de un suave sol. Se encontraban en el campo, era un lugar muy agradable y fresco.
—¡Las fotos! No se pueden olvidar las fotos, ¿Dónde esta mi sobrino, el camarógrafo? —dijo una señora ya entrada en edad.
Caminó por el lugar en busca de Pedro, su sobrino. Hace un mes le habían pedido el favor para tomar las fotos, quisieron ahorrar lo de un camarógrafo real para el vestido de cumpleaños de la joven Lucía, al fin y al cabo era una celebración que solo sucedía una vez en la vida, además, Pedro tomaba buenas fotos.
—¡Hasta que por fin te encuentro?! —le dijo a la mujer al hombre que vestía un traje un poco malgastado.
—¡Hola Carla! ¿Cómo te encuentras? —le dijo el hombre, ya con unos tragos encima.
—¿No podías esperarte un rato mas, para ahí si tomar, y llenarte como un barril? —le reprochó.
—Si, si, tranquila mujer, todavía puedo estarme de pie.
—Ujum, ven, vamos, hay que tomar las fotos. —dijo Carla, jalándolo del brazo.
Ambos pasaron por entre los invitados, chocando con uno que otro. Ya por fin en le escenario principal, la señora Carla llamó la atención de todos.
—¡Señores y señoras!, gracias por asistir hoy al cumpleaños de mi nieta... mi única nieta —dijo las ultimas palabras en susurro, esperando que nadie la entendiera.
Desde que Lucía nació, las cosas fueron un poco difíciles, en especial para Ana, su madre. Ella tuvo que trasnochar noches seguidas, aguantar el dolor de su alma, al pensar que le diría a su hija cuando creciera. Jamás se volvió a enamorar, ni siquiera pensó en una relación para conseguirle un padre sustituto a su hija. Ella se prometió a sí misma que podría sacar adelante a su hija. Ya pensaría luego como contarle la historia de su padre.
Los invitados se acercaron, y familia por familia fue posando junto a la festejada. La joven era muy alegre, a pesar de los obstáculos que pasó con su familia nunca le faltó amor. Siempre tuvo en quien apoyarse y en quien confiar cuando se sentía mal.
Ya habían pasado todos, hasta su tía Margaret, que así llamaba a la mejor amiga de su madre, quien nunca las abandono, sino todo lo contrario, siempre estuvo allí para ellas, hasta para conseguirle el primer trabajo a Ana.
—Bien, ahora que pasen los abuelos, y ya de últimas tomaremos la mejor foto de todas, ¡Con la mamá! —dijo Pedro, en medio de su iniciante borrachera.
La pareja Montes se acercó a su nieta. La señora Carla caminando con el mejor vestido de segunda mano que pudo conseguir, al igual que su marido, no habían gastado mucho dinero en ello. Querían que su nieta por primera vez en su vida obtuviera lo mejor. Lucía trató de apaciguar las aguas para que no derrocharan lo poco que tenían, pero no se salvo de la mejor fiesta que pudieron darle sus abuelos y madre.
Lucía se acomodo en medio de sus abuelos, y con una gran sonrisa posó para la cámara. El flash cegó los ojos de la joven por unos segundos, tiempo en el que su madre se acercó a ellos.
—Mi niña, ¡Feliz cumpleaños! ¡¿Como fue que creciste tan rápido?! —dijo Ana con unas lágrimas en sus ojos.
Si tan solo Daniel pudiera estar aquí, pensó en su corazón. Jamás se comunicó con él, ni siquiera para decirle que tenía una hija, aunque en su corazón sabía que él ya tenía conocimiento de la existencia de Lucía.
—Mamá, no llores, mira que arruinaras el maquillaje.
Lucía sabía lo mucho que su madre la quería, siempre se lo demostraba. Pero también sabía que aún sentía algo por su padre, aunque no estaba totalmente segura. En su mente siempre estaría el recuerdo de la expresión de su madre cuando le pregunto por su padre. La tristeza, la frustración y un montón de sentimientos se reflejaron en el rostro de Ana cuando le pregunto por su padre, Lucía entendió en ese momento que era algo difícil de contar, así que se calló, y por un buen tiempo soporto el bullying que le hacían sus compañeros en la escuela por no tener padre.
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ADN Lazos de sangre
RomanceLucía Lombardo Montes, la bastarda de la familia Lombardo, hermosa e inteligente, con una sola cosa en mente, sobrevivir en el mundo más peligroso que podía conocer, la mafia. Marco Olivieri, el segundo hijo de la familia Olivieri, un hombre frío qu...