CAPÍTULO 1

365 42 19
                                    

"Cuenta la historia, que los dioses griegos se aburrían así que inventaron a los seres humanos, pero seguían aburriéndose e inventaron el amor y vieron que ya no se aburrían, así que decidieron probar el amor a ellos mismos y, finalmente, inventaron la risa para soportarlo."

                                                                                                                                            Película: El juego del Amor.



El tránsito entre el Olimpo y la Tierra era demasiado tedioso, Hermes prefería pasar tiempo en el Inframundo, donde nadie lo molestaba con sus pedidos y encargos. Estaba agotado de las órdenes de los dioses y sus constantes caprichos.

Este día en especial, se sentía agobiado por los pedidos de Zeus y Afrodita, él también era un dios como los demás, pero era tratado como un vulgar sirviente.

Arrastraba los pies por la tranquila pradera del Olimpo, encontrando compañía cercana. ¿Cómo ignorar la presencia suprema, esbelta y grácil de un dios? Y no cualquier dios, sus finos y suaves rizos dorados caían por la perfectamente cincelada faz del dios, sentando, con galanura, a orillas de la fuente de ángeles en medio de las praderas del Olimpo, lograba detallarse su delicada figura; ofreciendo a su paso el regalo de su majestuosa presencia. Bueno, no podíamos esperar menos, un dios con solo pestañear pondría de rodillas a toda la Tierra ante él y gustosos le servirían.

La pacífica imagen de Apolo, meditando sin preocupación alguna, perturbó a Hermes de sobre manera. Al menos tenía que darles algo de trabajo.

El trozo de madera, que una vez utilizó para excusar sus pecados delante de su madre, adornaba los aposentos de Apolo, como si se tratase de la gema más preciosa jamás vista. Hermes no era capaz de entender el apego excesivo a una simple lira, como la había llamado el dios del sol y el arte.

No meditó mucho su acción, simplemente tomó el instrumento, con su característica habilidad para escurrirse sin ser detectado, regresó a la Tierra, Caminó por la húmeda arena de alguna playa, agitado y realmente frustrado, arrojó el trozo tallado de madera contra el espigón de piedra, esperando que volara en pedazos. Contrario a lo que esperaba, la lira golpea varias veces las rocas y cae al mar, arrastrada por las olas, desapareció en las profundidades del mar. Un poco frustrado revisó a dónde fue a parar el aparatejo musical, pero no encuentra rastro de él.

Con una mueca de disgusto y un chasquido de su boca en símbolo de molestia, desapareció del lugar, resguardandose en el Inframundo, donde se tomaría un tiempo para descansar.

Mantener el equilibrio en la Tierra era todo un desafío, la particular tranquilidad y mesura de Apolo, escondían varias capas de angustia, tensión y agotamiento, causado por los inmorales mortales ambiciosos y deseosos de poder y dominio.

Meditar y escuchar la tranquila melodía de la lira le permitía pensar y actuar de forma elocuente y justa, evitando catástrofes a los mortales.

Su habilidad profética le anunció, sin mucha precisión, que algo caótico estaba por desatarse. En busca de su instrumento musical favorito, caminó sobre la pradera, acariciando la fina hierba con sus pies al pasar.

Provocar la ira de un dios no es buena idea, a menos que seas uno de ellos y tengas el poder de contener el cataclismo que se puede desatar.

Y si, justo como Hermes deseaba, le había sacado de sus cabales, tenía a un perfecto dios en conflicto y fuera de su placentera tranquilidad.

Para Apolo era fácil saber qué había ocurrido en sus aposentos, con solo echar mano de sus habilidades, después de todo era una deidad, poco se les puede ocultar.

EL HERALDO [KOOK - TAE] ☼ONESHOT§Donde viven las historias. Descúbrelo ahora