Capítulo 9: precaución.

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La chica bajaba con gran habilidad las escaleras, iba en zapatos de tacón alto y con sus manos sostenía la parte baja del vestido que llevaba puesto

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La chica bajaba con gran habilidad las escaleras, iba en zapatos de tacón alto y con sus manos sostenía la parte baja del vestido que llevaba puesto.

-No corras por las escaleras -le advirtió su madre.

No obstante, Marion parecía que volaba y, sin ningún contratiempo, llegó a la planta baja.

Llevaba consigo un vestido azul oscuro que llegaba hasta el suelo, la parte de arriba tenía mangas con una parte libre para mostrar el hombro, la parte del frente era de encaje con una forma floral y era la única parte del vestido en color negro. De igual forma, llevaba su cabello castaño en rizos marrones caían sobre su hombro hacia el lado derecho. Su maquillaje era tan suave que parecía no llevar nada encima. Abrió la puerta sin despedirse y, antes de que cerrara la puerta, se detuvo de golpe y regresó al interior de la vivienda.

-¡Mierda! -exclamó, mientras regresaba sobre sus pasos.

Su madre le extendió un bolso de mano del mismo tono que su vestido.

-Celular, llaves y algo de dinero -le habló su madre cuando vio a Marion frente a ella-. También algo de maquillaje.

-¡Gracias, mamá! -expresó Marion, envolviendo a su madre en un abrazo.

-Te ves preciosa -agregó la mujer-. Que tengas una gran noche -pronunció con una sonrisa.

Marion sonrió también y la envolvió en sus brazosantes de salir de la vivienda.

Un taxi la estaba esperando.

Hubiese contratado una limusina, pero en el último minuto pensó que era demasiado ambicioso y que, por más que lo hubiera deseado, con sus ahorros no hubiese podido costearlo; se negó rotundamente apedir ayuda a su madre, ya había hecho mucho por ella a lo largo de su vida, asíque optó por un taxi.

No había sido una mala elección, el interior del taxi tenía un ligero olor a pino; las sillas parecían estar en buen estado y no tenían mal olor. En la parte trasera del asiento del copiloto, estaba la identificación del taxi, así como del conductor.

-César -emitió Marion, leyendo el cartel de identificación.

-Buenas noches, señorita -le contestó el conductor, mirando por el espejo retrovisor. Pudo notar que era un hombre delgado con cabeza pelada y una barba grisácea-. ¿A dónde desea ir?

-Museo de Arte Contemporáneo -respondió-. En Pacific Design Center.

El hombre asintió con su cabeza y emprendió la marcha. Marion vivía cerca al parque Jefferson; había una ligera congestión en el camino, pero no tardó mucho. Era un viaje de veinticinco minutos, con el pasar del tiempo, se ponía cada vez más denso el tráfico.

El gran día había llegado: debía exhibir sus pinturas, exponer la técnica utilizada y, por supuesto, la inspiración que le llevó al trabajo final. Había trabajado por un largo mes -casi dos- para finalmente entregar seis pinturas basadas en el mismo tema/técnica. En la mañana, había tenido que ir al museo para entregar las pinturas y que el equipo técnico del museo las ubicara. Le dio gran miedo entregarlas, pero ellos sabrían cómo acomodarlas, además la universidad había gestionado el alquiler de una de las salas de exhibición para poder hacer la evaluación de los trabajos finales.

Despiadada Venganza © [disponible en físico] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora