one-shot

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Jongin mostraba fascinación al ver el delgado y pálido cuerpo descansar plácidamente sobre el frío metal.
Observó los labios abultados y pestañas largas, pudiendo captar su expresión de paz absoluta. Por un momento sintió celos de él. Celos de su estado de calma, algo que Jongin no había tenido en mucho tiempo.
Sus pasos eran atraídos hacia la persona con ojos cerrados. Comenzó a caminar lentamente, hasta ya no poder controlar su ansia, acelerando sus pies, casi trotando.
Se quedó pasmado unos segundos más, antes de darse el lujo de acercar su temblorosa mano hasta la blanca piel. Acariciando lentamente desde su mano hasta su hombro, disfrutando la sensación fría bajo sus dedos.
Examinó un poco más su delicado rostro, grabando en su mente cada facción, cada centímetro de piel tersa y pálida, para poder recordarlo con exactitud todas sus noches vacías.
Sus ojos siendo otra vez atraídos hasta los labios acorazonados, pasó su dedo pulgar por estos, antes de acercar su rostro al nivel del otro y juntar su boca con la contraría. Deleitandose por la suavidad y por el exquisito sabor, a pesar de la frialdad y el hecho de que estaban poco quebrados y secos.
Jongin había soñado con este momento desde que vio por primera vez su deslumbrante sonrisa. Había fantaseado miles de veces con besar esos labios rojos por naturaleza sin importar que le faltase el aire.
Lamió su labio inferior, antes de morderlo suavemente y separarse, suspirando en ellos. Bajó hacia el cuello del chico con pequeños besos, deteniéndose en este para besar, lamer y morder. Una y otra y otra vez.
Deshaciéndose de su poco autocontrol, se acomodó encima del cuerpo más pequeño, quitando desesperadamente lo que le cubría su torso y piernas. Dejando expuesto cada parte de su ser. El chico bajo a él no puso ni la más mínima resistencia, como era de esperarse.
Jongin se tomó el tiempo de escrutarlo con la mirada unos minutos.
Desde que lo había visto en la biblioteca de la universidad, con su entrecejo fruncido y su labio inferior entre sus dientes, con esa expresión de concentración increíblemente incitadora, había quedado estúpidamente enamorado. Lo seguía todos los días. En cuanto el chico con cabello rojizo metía su ultimo libro a su mochila, era la señal para Jongin de ponerse de pie, seguir sus pasos y acompañarlo en silencio hasta su casa. Así fue durante dos semanas, hasta que el pelirrojo notó la presencia del alto. "¿Vives por donde yo o me estas siguiendo?", había preguntado el chico más bajo, regalándole una mirada nada agradable. Jongin se había quedado estático, admirando los grandes y oscuros ojos del contrario. Haciendo que la persona frente a él perdiera la paciencia y se diera la vuelta para alejarse rápidamente.
Bajó su boca hacia el pecho blanco, repitiendo el mismo patrón que con su cuello. Pasando su lengua caliente por cada rincón de piel expuesta. Deteniéndose un rato en su vientre, saboreando y gimiendo por lo excitante de la situación. Había anhelado este contacto desde hace mucho.
Bajó su cara a la altura de sus muslos. Alzó las piernas delgadas para poder tener mejor acceso a ellas. Se acercó desesperadamente para morder y lamer. Restregando su inquieta lengua por cada rincón frío y delicioso.
Hubo numerosos intentos de captar la atención del blanquecino. Le dejaba notas en papel color crema todos los días en su casillero. Compraba chocolates blancos y los depositaba cuidadosamente en su mochila. También acomodaba un ramo de rosas en la entrada de su casa, para después tocar la puerta tres veces y esconderse rápidamente en los arbustos. Desde ese ángulo, podía ver sus perfectas facciones en confusión al ver el arreglo floral. Las primeras veces, mostraba una sonrisa tímida que derretía el corazón de Jongin. Después de la décima vez, veía como el de ojos grandes abría la puerta, aventaba el ramo con furia, regresaba a su casa alterado y daba un fuerte portazo haciendo que el moreno se estremeciera.
Por las sienes de Jongin caían gotas gruesas de sudor. Se deshizo de su camisa negra con desesperación, seguido de sus pantalones desgastados y su ropa interior.
Ahora los dos estaban desnudos, sin ningún tipo de tela que se interponga en su destino y la excitación del moreno.
Se acomodó entre sus piernas, dejando sus manos a los costados del rostro apacible e inocente. Dio una sonrisa ladina antes de acercarse a los labios morados y gélidos para depositar un casto beso.
Preparó a su acompañante inutilmente, tomando su tiempo y disfrutando. Acomodó la punta de su palpitante miembro sobre la entrada para embestirlo de una hasta el fondo, sintiendo su estrechez, pero no su calidez. Gimió con fuerza, antes de repetir sus embestidas desesperadas y fuertes, mientras besaba el cuello ageno.
Se vino más rápido de lo que esperaba dentro del chico. Sonriendo al final por su glorioso orgasmo.
Jongin no deja de pensar en los acontecimientos de hoy en la mañana. Su cobardía parecía por fin haberse esfumado, hoy invitaría a salir al chico pelirrojo, lo haría porque su corazón depende de ello. Caminaba con la cabeza en alto directo a su universidad. Al entrar, notó una multitud de alumnos al rededor de al parecer, un altar con diferentes tipos de flores y velas. "¿Qué ha pasado?", preguntó Jongin a una chica que se encontraba de espaldas frente a él. La chica se giró y le miró, "Un estudiante falleció ayer por la mañana en un accidente, creo que su nombre es Do Kyungsoo."

Besó los párpados transparentosos después de ponerse su ropa. Le echó una ultima mirada llena de ternura, con tranquilidad caminó hasta el dedo pulgar del pie del hermoso hombre inerte, y miró el papel que colgaba de este.

"Do Kyungsoo"
Leyó en voz alta.

Escuchó pasos resonando en el pasillo de junto. Con un nudo en la garganta y el corazón saliendo de su pecho, observó el cuerpo sin vida y sus restos de semen sobre el.






Filia:
Necrofilia.

Filia. (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora