Anh había decidido esperar a JungWoo a que cerrara, le intrigaba el hecho de que DoYoung y JaeHyun tuvieran una relación amorosa. De hecho había algo dentro de ella que parecía en calma al saberlo, algo así como que estaban destinados a ello. Pero había algo detrás de todo eso.
-Fue Jae quien se le declaró a Doyo, estábamos juntos en ese momento, junto con otros amigos, y Jae siempre había tenido sentimientos por él. -explicó JungWoo mientras cerraba la puerta de metal del local. Anh y él caminaron hasta el auto de la chica donde subieron. -Éramos apenas unos niños tontos, que no sabían ni siquiera qué sería de ellos, pero éramos apasionados del baile -abrochó su cinturón de seguridad, Anh lo imitó, pero dejó el auto apagado, poniendo especial atención al chico de sonrisa tierna, tan dulce. -DoYoung estaba como tomate -rió inconscientemente -Jae no podía con la vergüenza de nosotros mirando todo con detalle -hizo ademanes adorables con sus manitas. -Realmente estaban avergonzados -asintió, mirando sus tenis en el suelo del auto -Per nunca, en mi vida, he visto a dos personas tan enamoradas además de mis padres, ellos son... son el uno para el otro, son su todo, Anh -la miró. Los ojos verdes de Anh rebozaban de felicidad, y JungWoo pudo sentir instantáneamente una increíble paz. Como si ella fuera... algo divino.
-Agradezco que me cuentes esto. Estaba preocupada por ellos, nos dejamos de ver hace unos años, y quería estar al corriente. De hecho no me sorprende que estén juntos -sonrió sincera. No estaba mintiendo del todo, sólo omitiendo partes peligrosas, como que aquellos dos había sido usados para fines malvados de TaeYong sólo para no sufrir la furia de éste ente.
-Entiendo, y creo que ellos estarán contentos de verte de nuevo, aunque nunca me han hablado de ti- volteó su rostro como un cachorrito confundido. Anh se alzó de hombros, encendiendo el auto.
-Supongo que se han olvidado de mí -
La casa de JungWoo estaba a unas pocas calles del local, lo cual fue un alivio para Anh pues JungWoo no dejaba de agradecerla y ser atento. Le abrumaba toda esa dulzura y pureza. JungWoo debió ser un ángel reencarnado o algo así. Destilaba amabilidad y pureza por los poros.
Con un poco de sueño, siguió su camino sintiéndose bien, al menos sabía que los chicos habían formado una vida.
Un vida falsa.
Pero una vida, al fin y al cabo, y parecían estar felices. JungWoo le había indicado que la pareja había ido unos días de vacaciones a la isla Jeju, y que regresarían hasta dentro de tres días, lo cual le daba a Anh para pensar en cómo abordarlos.
Estaba la posibilidad de que los chicos no recordaran nada como Jaemin, o que la recordaran, a lujo de detalle, y la última y más peligrosa, que todos sus recuerdos estuvieran mal como la memoria de Jeno.
Era peligroso, pero al menos dos escenarios la beneficiaban.
Llegó a su casa en silencio, tratando de oír algo fuera de lo normal, pero todo parecía bajo control. Oía la televisión en el cuarto de sus padres, y HaeChan ya había avisado que se quedaría en casa de Mark para terminar unas cuantas tareas pendientes.
Un escalofrío recorrió la columna de Anh al imaginarse qué tipo de tareas estarían haciendo. Entró con sigilo y subió las escaleras hasta su habitación. encendió las luces y se quitó la chaqueta para colgarla en su armario e ir por su pijama. Una vez enfundad en su sexy pijama de sandías, caminó al cuarto de sus padres donde tocó antes de entrar, la voz de su madre la hizo pasar, asomando sólo su cabeza.
-He llegado hace un rato, ya me voy a dormir -la saludó con la mano, observando cómo su padre hablaba entre sueños y abrazaba a su madre de la cintura que estaba sentada en su cama mirando la tv.
-Duerme bien -le susurró, aunque parecía un poco molesta por la hora. Anh sonrió apenada y cerró la puerta con cuidado, se retiró a su habitación, deteniéndose al darse cuenta que había dejado la luz encendida cuando salió de ahí.
-Entra y cierra lentamente la puerta si no quieres que haga algo malo -la voz de Jeno la tranquilizó un poco. Al menos no era TaeYong.
-¿Qué haces aquí? -preguntó con cautela, acercándose, tratando de que sus ojos se adaptaran a la oscuridad, lo vio sentado en su cama, vistiendo una camisa y un pantalón negro de vestir. -TaeYong... te ha dado demasiado poder -susurró para sí misma, pero Jeno pareció regodearse en su egocentrismo.
-Sólo un poco -limó sus uñas en su pierna y las miró con altanería. Anh pudo oler la pestilencia de su amor propio. Ese Jeno era muy diferente al último al que había visto. -Estoy seguro de que ahora piensas que he cambiado bastante -se levantó, confirmando la teoría de la chica. Era mucho muy alto, incluso más alto que Jaemin y sus hombros eran más anchos, algo que debió haberse visto mal, pero sólo le daba ese aire a un malvado íncubo.
-Veo que no sólo físicamente -dijo ella, alejándose los pasos que Jeno había avanzado hacia ella. -No me subestimes, aléjate -alzó sus manos hacia él al verlo acercarse con una sonrisa pedante.
-¿No te quieres divertir un rato? -se acercó, pero Anh puso sus manos enfrente, irradiando una potente luz, cegando al demonio unos segundos.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Hacerme caer en tentación para luego restregárselo a Jaemin? -dijo con dolor cegado. La expresión de Jeno decayó un poco, Anh dejó de cegarlo para bajar sus manos y dejar la habitación en la oscuridad de nuevo. -¿Por qué estás tan obsesionado en que deje a Jaemin? -preguntó acercándose ella, haciendo que ahora él retrocediera.
-No te importa, sólo quiero que lo dejes -escupió, Anh pudo ver cómo viscosidad negra empezaba a salir de la boca de Jeno y caía al suelo, haciendo un sonido vicioso, como llantos desesperados en volumen bajo, casi imperceptible.
-¿Lo amas? ¿Te gusta? -lo presionó, acorralándolo en la pared, tratando de sacar toda la verdad, su ángel agitándose, tratando de salir, pero lo reprimió, no quería causar un caos, no ahora.
-Cállate -pidió él, tapándose los oídos y ahogándose con la viscosidad de su boca.
-Por eso quieres que lo deje, lo quieres para ti, te gusta, lo amas, lo deseas -presionó más, acercando su reluciente ser, haciendo chillar a Jeno como un animal apresado.
-Basta -pidió arrodillándose en el suelo. Anh bajó a su altura.
-Por eso estás aquí, quieres hacerme caer, quieres que peque para que deba alijarme de él, para que TaeYong fácilmente me pueda llevar y así poder quedarte con Jaemin -dijo con comprensión. Las lágrimas de sangre llegaban al suelo, Jeno lloraba desconsoladamente.
-No es así... -se quejó Jeno, con varias voces distorsionando la propia. Parecía que sufría, pero Anh sabía que no tendría otro momento de debilidad como éste.
-¿No es así? ¿Entonces cómo es Jeno? -le tocó la espalda, tratando de darle consuelo, pero lo único que hacía era quemarle, dañarle, pero estaba tan destrozado que no se atrevía a alejarse. Necesitaba su contacto. La necesitaba a ella.
-Yo te amo a ti -quitó las manos de su rostro, mirando los ojos blancos de Anh, estos lo miraban con profunda serenidad. Y Jeno la pudo admirar de cerca, una piel tan blanca como la nieve, sus características pecas estaban levemente pintadas sobre sus rosadas mejillas, y su corto cabello era como el suave polvo de la luna, tan brillante y sedoso, como si fuera una hermosa nube. Todo en ella era hermosos. Su corazón enfermo y casi putrefacto comenzó a latir con fuerza, recobrando algo de control de su cuerpo. -Eres hermosa, tan hermosa como el día en el que te perdí - susurró antes de desaparecer entre las sombras de su habitación.
Anh se quedó en el suelo, respirando profundamente, ordenándole a su naturaleza permanecer en control pero cada vez era más difícil negar lo que era. Cada ve era más difícil no dejarse llevar por sus instintos y terminar con ellos.
Jeno la amaba. La... amaba.