Itzel se repetía la misma pregunta desde hacía varios meses desde que regresó su padre a su vida, o aquel sujeto que se atribuía el título de padre; porque en la práctica estaba muy lejos de ser uno ¿Qué había hecho para merecer aquel trato de su parte? Al principio solo fueron palabras e insultos pasivos hasta que sucedió aquel primer golpe esa noche que fue en búsqueda de Brandon. No estaba justificado el uso de la violencia, pero pensó inocentemente que solo sería esa vez por no obedecerlo. Jamás imaginó que sería el inicio de su pesadilla, aunque lo peor era que tenía que soportarlo para que su madre no se convirtiera también en una víctima de él. Pero ¿por qué actuaba así con ella? ¿por qué no la dejaba vivir? Estaba cada minuto y hora controlándola que ni siquiera podía respirar con calma en su propia habitación.
El viaje a Galway fue sin lugar a dudas una de las peores temporadas. Apenas había logrado hacer un par de amigos con la intención de integrarse y no convertirse en una marginada. Tal vez no estaba muy contenta con la mudanza, pero tenía que seguir con su vida y disfrutar lo que sucediera. Y por un momento, parecía que había encontrado un lugar que la hacía olvidarse de los problemas en su casa. Fueron un par de semanas agradables hasta que ese sujeto se enteró de algún modo de sus nuevos amigos y la obligó a alejarse de ellos. Al principio se negó, no tenía ningún derecho para decidir con quién iba pasar el rato o conocer. Y entonces, mostró su verdadero rostro. Todo empeoraba si la veía con algún chico, aún si no tenían ninguna relación de por medio. Luego empezó con una infinidad de restricciones ridículas como obligarla a cambiar de perfume o prohibirle usar maquillaje, aunque fuera lo más natural posible.
Fue todo un milagro cuando escuchó que regresaría a Dublín. Tenía la esperanza de que todo volviera a la normalidad, pero todo continuó de igual manera. Y fue empeorando desde que regresó de aquella primera visita a su escuela cuando la vio regresando con Callum y se había olvidado quitar el maquillaje por tener su mente en otro lado. Se había prometido soportarlo hasta que las clases terminara, pero había momentos en que tenía que defenderse aún si eso significaba que iba terminar lastimada e inventando una patética excusa a su madre. Llegó a un punto que no importaba si terminaba yendo a un hospital a recibir asistencia médica, porque siempre había una causa razonable para ello.
Una supuesta descompensación la había obligado a quedarse en el hospital por un par de días, mientras su madre estaba trabajando en otra ciudad por un corto tiempo por falta de empleados en el área. Lo único bueno era que podía estar alejada de ese bastardo mientras estuviera ahí, así que podía tener un poco de paz en esa soledad. Ya habían pasado cinco días desde que tuvo que ser internada, por lo que ahora podía caminar por los pasillos con libertad para distraerse. Ese día no hubo de nuevo lluvia, así que tuvo la oportunidad de ver el cielo despejado desde la gran ventana que estaba cerca de la recepción. Parecía que iba a ser otro día tranquilo, pero el sujeto que vivía con ella le envió un mensaje que le avisaba que estaba en camino.
Debía de regresar a su habitación a esperar en silencio. Tal vez tenía que hacerse la dormida por no contestarle. Y lo pudo haber hecho si no fuera que alguien se acercó a ella. Al principio pensó que se trataría de alguna enfermera o enfermero, pero era la persona que menos debía aparecer en ese momento.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella de inmediato recordando que en cualquier momento podía aparecer el otro sujeto. No podía verlo, ninguno de los dos debían encontrarse. Tampoco era necesario preguntar cómo había llegado ahí sabiendo que tenían un profesor que se preocupaba por el aprendizaje de sus alumnos.
—Debería preguntar lo mismo, no contestabas mis llamadas. —Brandon cruzó sus brazos esperando oír una explicación de su parte—. ¿Qué pasó?
—Un pequeño accidente mientras hacía los quehaceres de mi casa. —Fue una respuesta instantánea, monótona, aprendida de memoria—. No deberías estar aquí.
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¿Fue parte del destino?
Novela JuvenilDicen que del odio al amor hay un paso ¿será eso cierto? La historia de dos chicos que viven experiencias y emociones en el transcurso de los años, y de los que nunca se esperaron. Ambos metidos en sus propios mundos y por su lado hasta que de algún...