Y cuestione el momento,
mis palabras, mis acciones,
cuestione mi vida,
plagado de interrogantes:
debi quedarme quieto quizas,
debi callarme tal vez,
nunca lo sabré.
Me cuestiono ahora,
si seguir pagando deudas
o rendirme y vivir,
me cuestiono que es vivir,
quizas deba seguir encendiendo velas,
y rogar al cielo que calme este sentir.
No lo sé,
entre insultos toscos,
desagradables y verdades,
recorde mi alma:
tan podrida que lastima,
causa daña y que incluso asesina...
¿Qué puedo pedir hoy?
la calma no la merezco,
la paz la tengo perdida
y mis labios resecos ahora,
no desean probar mas vida.
Insoportable,
entre susurros calmados y gritos,
rogaron al cielo y al viento,
que mi ser desvanezca,
que por fin desaparezca,
una y otra vez
¿A quién culpo ahora?
La culpa es mi propiedad,
propiedad que no puedo vender.
Me rindo,
en este piso tan frio
y este mueble tan viejo,
me rindo,
dejaré que el cancer regrese a mis muslos,
y que recorra una vez mas mis pulmones,
no rogaré por perdón,
no pediré silencio,
ni mucho menos habra llanto,
dejare de recorrer los balcones,
y no habra más saltos en mi mente,
aceptaré las mentiras
las desigualdades,
aceptaré la verdad entre ilusiones,
que un día pude...
que un día fui...
Pero que ya no podre.
Y le hable a Dios que me perdone,
por todo lo que hice y lo que haría,
pues mi suplicas irián al infierno
para que me hiciera libre de mis sueños,
que dejara de importarme la vida,
la vida del resto,
que no me duela el dinero,
mucho menos el esfuerzo.
Suplicar olvidarme de mi madre,
que cesará mi amor por ella,
por mi padre y por mi hermano.
Que llegue a odiarlos sobre la tierra
y a toda mi familia también,
desde luego.
Rogarle a sus demonios
que arrancarán la humildad de mi pecho
y que me hagan por fin soberbio,
que el trabajo sea un recuerdo maltrecho,
recordar que hay menos soluciones que líos
y que la vangancia por fin sea mi mejor oficio.
Olvidarme incluso de la piel que roso,
que el cuidado enfermizo cese
y que al igual que yo sea libre,
que los estereotipos de mi cuerpo paren
para que detenga mi llanto
y que la decencia de las palabras se olviden
para poder por fin hablar fuerte.
Lo siento por hoy,
pero hay razones que superan mi pecho,
superan mi alma,
superan mi mente,
estuve solo en este infierno,
tragando mi paz,
mi vida, mi silencio,
los pocos que intentaron se rindieron,
no los culpo hoy,
tiene un limite incluso ser amable,
tratar de amar, de comprender,
tratar de seguir y aguantar,
es comprensible dejar de luchar,
y más a un insoportable.
Sabines
