Capítulo 5

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                      •. Un Súper Héroe .•

Erick me mira, está molesto. Pero, a diferencia de hace unos días, no le tengo miedo. Ni a sus golpes, ni a su tono, y mucho menos a su forma.

—¿Cómo llegaste aquí? Bueno... Ni siquiera quiero saber, tengo que llevarte a la mansión antes de que los demás se den cuenta.

—No será necesario, porque no iré a ningún lugar.

—¿Perdón?

Erick está muy molesto, ¿Ya lo dije? Si fuéramos caricaturas, ya estuviera viendo humo saliendo de sus orejas, pero, aunque el grité y patalee, no voy a moverme de este lugar.

—Lo que oíste cascarrabias, de aquí no me moveré.

—¿Cómo me llamaste? —Se acerca a mí con un semblante amenazador. Al pararse frente a mí, noto la diferencia de tamaño que hay entre los dos. Me lleva más de una cabeza, pero, aun así, no siento una mínima pisca de miedo hacia el.

—Cas-ca-rra-bi-as. —Le deletreo la palabra una y otra vez, con el único motivo de enfurecer y provocar a Erick.

En este momento, no me arrepiento de nada de lo que he hecho u dicho. Erick, me toma por la barbilla y me hace mirarlo a los ojos, sus ojos azules son hermosamente intensos, y transmiten calma. Pero, aún así, no puedo distraerme un solo segundo. No caeré en su juego, pero el, en cambio, en el mío si caerá. Quiera o no.

—Te diré algo, vendrás conmigo y punto. No más charla.

—No creo que quisieras que les diga a tus hermanos que salí de la mansión sin que te dieras cuenta, y mucho menos que te logre excitar ¿O si, cascarrabias? —Erick deja de parpadear por un segundo, aparentemente le sorprendió lo que dije.

—¿Cómo sabes que estaba a cargo de tu supervisión?

—Intuición.

Evidentemente lo sé por Lissette, pero no la meteré en esto, ella solo me ayudó, y si le pasará algo por el hecho de que me escape, no me lo perdonaría.

Nuestras miradas se cruzan con desafío, ninguno de los dos quiere ceder, y eso hace que ambos nos miremos de esta forma. En otra perspectiva diría que el aura es bastante sexual. Pero justo ahora, somos dos volcanes a punto de estallar.

—No me agradas, pequeña. —Dice Erick mientras me continúa mirando con la misma molestia.

—Tu a mí tampoco, Cascarrabias.

Siento como respira más profundo, su respiración choca con mi cara, sus manos apoyan las mías contra la pared y acerca su cara a mi oído, y me susurra:

—¿Qué es lo que deseas?

Los pensamientos sucios no dejan de pasar por mi mente, es inevitable, su voz ronca, más lo que pasó hace un segundo, no me da muchas opciones.

—Déjame justo aquí, en el Burdel. Me encargaré de unos asuntos y cuando los resuelva, me encargaré de ti. —Digo entre pequeñas inspiraciones aceleradas.

—¿En qué sentido te encargaras de mí? —Coloca una de sus piernas entre las mía y aprieta más mis manos contra la pared.

—Sé que me deseas, Erick, pero, quédate esperando a que me interese. —Erick separa su cara de mi cuello y me mira fijamente, aún teniéndome contra la pared. —No pasaré por tu cama al igual que las demás, sigue deseando, sin poder tenerme.

—¿Qué te dice que te deseo? —Dice Erick engreídamente este cascarrabias.

—Eso. —Apunto hacia su entrepierna, que evidentemente está pasando por el efecto que hace una mujer en todo hombre.

Hasta Caer En Tus Mentiras (Saga de Los Hermanos White)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora