Mi madre entra en mi minimalista y sencilla habitación y me grita que me despierte y me arregle rápido, hoy es el gran día de la cosecha. Aquel en el que un chico y una chica de entre 12 y 17 años de cada distrito (de 12 totales) son seleccionados por sorteo y deben viajar a la ciudad donde viven nuestros gobernantes y para la que trabajamos eternas jornadas, El Capitolio, y combatirse en duelo hasta que solo quede un único superviviente. De esta manera nos recuerdan el poder que tienen sobre nosotros y que nunca debemos considerar rebelarnos, si no queremos que nuestro distrito acabe quemado y destruido como el 13.
Es mi penúltimo año de cosecha, como mi familia es panadera, nunca nos ha faltado para comer, a pesar de no poder llevar una vida lujosa, no me ha hecho falta pedir teselas, con las que a cambio de una ración de aceite y cereal, introducen más veces tu nombre en el sorteo. Por tanto, dudo mucho que el tributo masculino sea yo, habiendo chicos que han tenido que recurrir a las teselas todos los años para poderse alimentar.
El ambiente, a pesar de ser un día con sol es gris y triste, los padres de los candidatos tienen la expresión facial de alguien que sabe que puede perder a su hijo, y estos tienen la cara pálida, temiendo escuchar su nombre en la boca de Effie Trinket, la encargada de realizar el sorteo del distrito 12, una mujer despampanante y presumida, el color de su pelo, ropa y maquillaje contrasta con el polvo grisáceo de nuestro hogar. Los chicos nos colocamos en un grupo y las chicas en otro, el nombre de esta se selecciona primero.
Después de reproducir un vídeo en el que nos repiten la causa por la que se celebran los juegos del hambre y la gravedad de los intentos de rebelión, Effie procede a extraer el papel de la urna de las chicas, no sin antes desearnos unos felices juegos y que tengamos siempre a la suerte de nuestra parte. De entre todos los papeles, tiene que extraer uno de los menos probables, "Primrose Everdeen", una niña de 12 años, al ser su primer año, su nombre estaba solo una vez. Se puede notar la gran conmoción en el ambiente, y la impotencia de saber que una niña tan inocente y débil tenga que enfrentarse a tributos mayores y bien preparados. Prim avanza temorosa, cuando su hermana, Katniss, de 16 años, se prepara voluntaria, algo que nadie se atrevía a hacer nunca. Toda la multitud queda asombrada de ese acto de valentía, realmente esta chica es muy osada y fuerte. Yo la conozco, o eso creo, llevo enamorado de ella desde el primer día en que la vi, cantando en una audición del colegio, con su voz angelical y sus largas trenzas morenas, la he visto volver a casa todos los días.
Desearía que hubiese sido cualquier persona en vez de ella, no podré soportar verla sufrir, no seré capaz, mi mundo acaba de desmoronarse en un instante, aunque también se que ella prefiere ir a la arena que permitir que hagan daño a su hermana, es muy protectiva y hace lo imposible por mantenerla a salvo, y que por muy mal que pueda pasarlo en los juegos, sufriría mucho más sabiendo que es su pequeña Prim la que tiene que combatir con otros 23 tributos mayores que ella.
Estoy tan absorto en mis pensamientos sobre mi amada que olvido el hecho de que también deben seleccionar un tributo masculino, no he oído a Effie pronunciar "Peeta Mellark", pero todos los chicos de mi alrededor se me quedan mirando con ojos de pena, por lo que intuyo que debo ser yo, voy a tener que pasar unas dos semanas escondiéndome de asesinos, deshidratado, hambriento, con frío, con heridas mortales, con miedo a no volver a casa, pero lo único que pasa por mi mente es que nunca voy a volver a ver a Katniss en el distrito, que solo uno de los dos puede volver a casa, es el golpe más duro que he sufrido en mi vida, a pesar de las palizas que me ha dado mi familia, nunca había sentido una punzada tan grande y dolorosa, quiero llorar pero no puedo, mi cuerpo solo consigue temblar y avanzar lentamente hacia el escenario, donde Effie me espera ansiosa y con una gran sonrisa, como si lo que me esperara fuera un regalo. Mientras que Katniss tiene la mirada perdida, dudo que se haya enterado ni de quién han nombrado, y aunque haya sido así, sé que no me conoce, con todos los chicos que están interesados en ella, nunca se fijaría en alguien como yo.
Nos dan unos minutos para despedirnos de nuestra familia, odio las despedidas porque nunca tengo las palabras adecuadas, aunque no me da tiempo ni abrir la boca, por lo que no tengo ni que preocuparme por lo que decir, mi madre empieza a darme todo tipo de lecciones esperando que solo con saber qué hacer para sobrevivir lo iba a conseguir, dándome a entender que si no salgo con vida es porque no he querido, que sería por no hacerle caso a sus consejos. Cuando el agente de la paz entra para indicar que ha terminado el tiempo mi madre murmura que este año el Distrito 12 por fin tendrá un ganador, y se que no lo dice por mi...