033.

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Cuando la noche se desvanecía con el paso de las horas, llegaba el día lleno de esperanza, sin embargo, todo el peso de su cuerpo recaía sobre mi y poco a poco perdía la respiración y en un intento de apartarlo ocasioné que su pierna cayera sobre mi rostro y maldije al verlo tan cómodo. Mis llamados eran en vano y daba la impresión de que un oso panda dormía a mi lado y no un humano. Me preguntaba el cómo llegó a tal posición durante la noche, haciendo que las sábanas cayesen al suelo y el colchón que nos brindaba comodidad estaba fuera de su base por pocos centímetros. Logrando remover su pierna me incorporé mejor en la cama y sacudí su cuerpo, dándome cuenta de su boca ligeramente abierta y su cabello despeinado.

—¡Jungkook, levántate! —tiré una almohada y vi como tomaba esta y la abrazaba con fuerza, siendo así otro de mis intentos fallidos. —Vamos, pesas demasiado, necesito que te muevas —tomé ambas piernas y quise moverlas pero me vi envueltas en ella teniendo a sólo unos centímetros su entrepierna. 

Las voces en los pasillos indicaban que mis hermanas estarían cerca y como lo predije, la puerta se abrió dejando a la vista las figuras de las gemelas, en donde la mirada de Yang se perdió por unos momentos y cubrió su rostro al darse cuenta en la situación en la que me encontraba, malinterpretaba todo y sus ojos me decían que faltaban segundos para ir hacia mi madre y decirle una vil mentira. La ayuda que pensé que ambas podrían ofrecer se desapareció en cuanto abandonaron la habitación y para mi mala suerte tendría que estar unos minutos más bajo él, a menos de que algo sucediera como para que lo asustara y así poder escabullirme. 

Su piel lucía más blanca que de costumbre y las manchas que subían desde su pantorrilla se intensificaban en su entrepierna, área en donde me veía atrapada. El color era diferente a los morados en su cara y mis dudas fueron aclaradas una vez comprendí el mensaje, me preocupaba sin razón alguna cuando era más que claro que tuvo una noche agitada días antes de que pudiéramos contactarnos de nuevo. Con la yema de mis dedos acaricié la zona y tracé líneas imaginarias, uniendo cada mancha y ver al instante como su piel se erizaba. Desprendía el mismo aroma al de su cabello y escuché claramente como hacía sonidos con la boca a medida que pasaba mis dedos sobre su pierna y supe que era mi momento para escapar. 

—¿Qué crees que estás haciendo? —se levantó de golpe y rascó sus ojos liberándose de la pereza. —No sabía que te gustaba espiar a la gente mientras dormía —quedé estática ante su comentario y me incorporé mejor en la cama tomando la segunda almohada.

—¡Claro que no! —me excusé —No podía levantarme y traté de moverte pero me atrapaste con tus piernas, no era mi intención molestarte por tocarte —agité mis manos al aire y lo vi sonreír mientras tomaba asiento sobre la cama. 

—No le digas a mamá, me regañará si ve esto en mi cuerpo —señaló las zonas afectadas y lo vi irse de la habitación. Sin embargo, los moretones en su rostro no los podía ocultar  y su madre tampoco era tonta para no darse cuenta de lo que sucedía realmente. 

Me dejé caer de nuevo sobre la cama y ahogué un grito en la almohada que apretaba, mis mejillas estaban rojas y sentía como la temperatura de mi cuerpo subía a gran velocidad. Tomé aire y lo retuve por unos minutos para volver a hacer el mismo procedimiento y una vez logré tener la calma que buscaba me levanté y abandoné la cama. El cielo lucía maravilloso al igual que la gente que me rodeaba, la sonrisa que no pude ver ayer relucía con gran intensidad en mi madre, pareciendo ser que no existía el día en donde las penas se reunían y hacían de nosotras un estrago total. Me acerqué a ella y la abracé por detrás y al verla supe que las noticias que tenía no eran buenas, al menos para mí. Y así, el desayuno transcurrió con normalidad, como si todos fuésemos una familia unida por la sangre y el amor. 

—¡¿Estás loca?!— elevé la voz y cubrí mi boca al darme cuenta de lo severa que me escuché. —¿Por qué aceptas todo sin decirnos nada? —me crucé de brazos y observé como mis hermanas, en especial Young, lucía más enojada que yo. 

mr dick ©jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora