1. ❛ Colisión de galaxias ❜

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—¡Catherine Guadalupe Johnson Miller!

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—¡Catherine Guadalupe Johnson Miller!

Detengo la máquina de coser de inmediato. No traspasarme el dedo con la aguja ha sido a base de escasa suerte. Con la mano en el corazón me empujo sobre la silla de rueditas para atender el llamado de mi madre, quien ha entrado a mi habitación aparentemente furiosa de un puertazo.

—¿Sucede alg...?

—¡Esto sucede! —da dos grandes zancadas hacia mí, y con poca amabilidad me deja una hoja sobre el escritorio. Las notas...—. ¡¿Por qué veo tantos ocho en tus calificaciones?!

Palidezco enseguida.

Trago grueso antes de enfrentarla.

—Lo siento, yo... debe ser un error. Pensé que...

—Ni te molestes —me silenció con la palma de su mano en alto—. Ya hablé con tus profesores de estadística y filosofía, recuperarás esas notas el lunes a primera hora. Es inaceptable, Catherine. ¿Filosofía? ¡La materia más fácil del mundo!

Un nudo se empieza a formar en mi garganta. La decepción firme en sus ojos.

—No volverá a pasar... —me esfuerzo en no temblar la voz. Si lo nota su sermón será peor.

—Es lo mínimo que espero. No quiero más manchas en esa papeleta. —Cruza los brazos, manteniéndose serena.

—Son dos ocho igual, no es para tan...

No supe si lo dicía para ella o para sentirme mejor yo.

—¡¿No es para tanto?! ¡Veremos si las mejores universidades opinan lo mismo cuando vean que eres una alumna promedio! Es todo o nada, Catherine, todo o nada. —Con un rápido movimiento recoge la papeleta de calificaciones y da la vuelta dirigiéndose a la salida. Antes de cerrar la puerta me observa un momento—. No puedo permitir que te conformes con tan poco, Cate. ¿Lo sabes, no? —asiento cabizbaja—. Confío en que elegirás una carrera digna de alguien tan inteligente como tú. No puedo permitir que malgastes tu potencial, hija.

Y justo cuando me convencía de volverse paciente, endurece la voz.

—Quiero dieces, Catherine. Solo dieces.

Sin más, sale de la habitación.

Algunas lágrimas salen sin mi permiso, las quito veloz con la parte superior de mi mano en lo que vuelvo al escritorio.

Tiene razón... ¿cómo pude permitir ese desliz?

Me estoy volviendo una pésima alumna, pésima hija y una gran decepción para mi mamá.

Estaba cayendo por completo de mi pedestal. ¿Cómo pensaba conseguir las mejores oportunidades a futuro? ¿Cómo conseguiría las mejores becas en las mejores universidades? Tonta, Cate, tonta.

Me levanto de golpe alejando los pensamientos negativos. Quiero convencerme de que no pasa nada, que esas notas no interferirán en mi futuro... solo son números, ¿verdad? No definen de lo que soy capaz... pero aún así, la mayor parte de mi, ha vivido toda su vida dependiendo de una nota para sentirse suficiente en todo.

Más allá de la amistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora