Desperté en un mullido diván de color verde oscuro en una habitación estéticamente agraciada con una tenue luz color anaranjada. Mirando a mi alrededor, me di cuenta que era una habitación estilo victoriana. Con grandes y pesadas cortinas que adornaban las ventanas de color gris, grandes muebles antiguos color caoba, una gran cama con pesadas colchas del mismo color que las cortinas y con un enorme dosel con telas finas verdosas encima de la cama y tenia grandes varas de madera. Levantándome, vi que llevaba puesto un pantalón marrón ancho y una camisa blanca algo holgada de las mangas y, además de eso, estaba descalzo y estaba pisando una enorme y suave alfombra color oro. Dando un par de pasos, pasé mi mano por uno de los muebles y escuchando un sonido como el de un gruñido grave, mi cuerpo se tensó ya que, no estaba solo en el cuarto.
Dándome la vuelta, me di cuenta que en la cama, había alguien que estaba durmiendo y al mirar, vi que se trataba de Leo que estaba completamente dormido y me di cuenta que, debajo de las sábanas, tenia una larga, grande, áspera y gruesa cola negra. También me fijé que sus orejas se habían ensanchado, alargado y parecían mas suaves y flexibles. Acercando mi mano a su cabeza, comencé a acariciarla pero no por mucho tiempo ya que su mano, llena de uñas afiladas, me agarraron la muñeca con demasiada fuerza. Notando su mirada que era un mundo de color amarillento con pequeñas motas verdes, vi que me estaba escaneando aunque parecía receloso y bastante cauteloso.
-M-Me haces daño...
Y cuando dije eso, él me soltó rápido y realmente parecía muy apenado ya que, echó sus orejas hacía atrás. Parecía arrepentido. Tragando saliva, acerqué mi mano hacia su cabeza y viendo que él aceptada que lo tocara, sentí su suave pelaje. Era increíble lo manso que parecía. Viendo como acercada su rostro a mi pecho, observé como las sábanas que cubría su cuerpo, se estaban deslizando hacia abajo y cual fue mi sorpresa que, estaba completamente desnudo.
-E-Espera Leo yo...
Pero no pude continuar con la frase ya que, tiró tan fuerte de mi que caí encima de su cálido cuerpo. Apoyando mi cuerpo sobre el suyo, haciendo que las sábanas volaran por los aires, noté su entrepierna sobre mi estómago y sus brazos me rodeaban mi cuello.
-¿Que quieres de mi?
-Eso debería de preguntártelo a ti -dijo frotándose contra mi- Quiero lo que tú más deseas.
-N-No se que es lo que quiero...
-Mientes. Bien que lo sabes.
Y cuando dijo eso, cogió mi rostro y me dió un beso hambriento en los labios. Mi cuerpo se tensó y volviendo a notar que se estaba frotando contra mi, descontando que estaba enroscando su cola alrededor de mi pierna, me pude relajar. Saboreando sus labios y jugando con su lengua que estaba dentro de mi boca, pude deleitarme y cuando quisimos volver a respirar, un pequeño hilo de baba salió de nuestros labios. Mirándole a los ojos, vi un rastro de erotismo y deslizando mis manos por su pecho, él se estremeció.
-¿Tienes cosquillas? -me atreví a preguntar pero negó con la cabeza.
Agachándome un poco, fui deslizando mi lengua por su piel y pellizcando uno de sus pezones con mis dedos, vi que arqueaba la espalda. Escuchando que emitía sonidos vulgares y puramente eróticos, seguí deslizando mi mano por los músculos de su cuerpo color chocolate y acariciando su costado, él acercó más su cuerpo al mío. Cambiando de posiciones, se puso a horcajadas encima de mi y atacando mi boca de nuevo, sintiendo una calma y un sabor completamente apetecible, tiré de su cabeza hacía atrás para darme cuenta que tenia un rostro muy lascivo.
-Hazme tuyo...Des... -dijo entrecortado.
-S-Si -es lo único que pude decir mientras apretaba con fuerza sus nalgas.
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El bibliotecario y el guardián
De Todo¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...