Aún tengo algunos pocos recuerdos de ese día, no supe que hacer y lo único que alcancé a pensar es en revisar mi cuerpo en busca de algo que me ayudara a entender, encontrando una piel blanquecina y semi transparente cual plástico de baja calidad, llegando a notar algunas pocas venas cuando mis tres ojos llegaron a acostumbrarse a la luz, y sin entender mucho de los que sucedía decidí esperar aún sin saber que estaba haciéndolo.
Poco después de mi corta búsqueda de respuestas un sonido cercano llamó mi atención haciendo que intentara moverme del lugar al salir de la postura sentada, casi gateando por la falta de equilibrio hasta otro huevo de mejor tamaño el cual se estaba abriendo por algo que lo rompía por dentro, y desde ese momento conocí a la persona más importante de mi vida, viéndola salir del huevo con un cabezazo luego de hacer un hueco con sus mandíbulas.
Sin saber si sería peligrosa o no me mantuve algo alejado de aquella criatura que emergió del huevo hasta notar el parentesco que teníamos por la forma del cuerpo, aunque algo me pareció extraño en el de ella al ver partes diferentes, por mi mente infantil algo parecido a un "¿Qué carajos" surgió, aún así eso no me detuvo a caminar hasta su posición en donde tomé su cabeza para poder observarla bien y no perderme de nada, entonces esperé a alguna respuesta.
Ella se encontró en mi misma situación, pero a diferencia de mí tuvo más desicion y empezó a gatear en busca de alguien o algo, poco después me vi a mi mismo detrás ella notando una cola la cual salía del final de su espalda, volteando a ver detrás de mí observando que también tengo una que es más pequeña, sin darle más importancia continúe caminando hasta oír a uno de los mayores amores de mi vida; la guitarra, la cual me quedé observando hasta darme cuenta de que un ser gigante la estaba usando, a lo que me senté a esperar a que termine.
Ese hombre era mi abuelo quien no dudó en levantarme al notar mi presencia, revisando el estado en el que me encontraba antes de llevarme con mi madre quien ya sostenía entre brazos a mi hermana que dormía escuchando su corazón a través del exoesqueleto de su pecho, teniendo un insecto a medio comer en la boca.
En ese momento un sentimiento que no pude explicar surgió de la nada invadiendo la zona del estómago como un vacío, haciendo que por el hambre le diera una mordida al abuelo que me entregó a mi madre antes de lo volviera a hacer, y estando junto a las dos pude descansar mi cansada mente en paz a la vez que fui alimentado con pequeños insectos hasta quedar dormido y lleno gracias a madre.