Un año y medio antes.
El tráfico inundaba la gran vía por la que avanzaba Sofía, una chica de estatura media cobijada bajo un abrigo largo y negro, en ese momento una racha de helado viento se coló entre los altos edificios provocando que se ajustara la bufanda alrededor del cuello. Escaneó el lugar en busca de cierta persona y no se sorprendió al ver que no había llegado —Álex llegaba tarde de nuevo— últimamente era algo normal. Miró el reloj y suspiró, hacía frío. Observó a su alrededor, había una parada de autobús vacía por lo que se refugió en su interior, al entrar se vio reflejada en uno de los paneles y se observó; una chica con una incontrolable melena castaña, y de ojos color café le devolvió la mirada. Dejó de lado su reflejo y a lo lejos divisó a un chico con abrigo oscuro, zapatos de vestir y gafas; era Álex. En cuestión de segundos este estaba a su lado con la respiración entrecortada y un poco sudado.
—Lo siento, llego tarde —dijo el chico con una sonrisa, peinándose su revoltoso pelo con las manos y dedicando un rápido beso a la castaña.
—No es mi entrevista así que... —contestó Sofía con un tono más frío del que quería transmitir. Estaba helada y quería un café, y estaba harta de que llegara tarde. Él no contestó.
Anduvieron cinco minutos hasta llegar a un gran edificio que lucía unas relucientes y enormes cristaleras. Álex se colocó bien la chaqueta y respiró hondo.
—Irá bien —dijo Sofía con una radiante sonrisa— confía en ti ¿vale? Yo sé que puedes —añadió acariciándole la mejilla. Él sonrió y entró por esas imponentes puertas.
Ella lo observó entrar y después miró a su alrededor buscando una cafetería y vislumbro una en la esquina, por lo que con paso rápido y decidido se dirigió hacía allí; un agradable olor a café y pastas le inundó la nariz al entrar, provocándole un escalofrío de placer. Localizó unas cuantas mesas libres al lado de la ventana y se dirigió a la barra a por un café con leche y unas pastas. En poco más de un minuto la camarera ya se lo había colocado todo en una bandeja que Sofía transportaba con sumo cuidado y que consiguió dejar, milagrosamente, a salvo en la mesa. Después se quitó el abrigo, la bufanda y el bolso, lo colgó todo en la silla, cogió el móvil y se sentó. Acto seguido abrió el WhatsApp y le envió un mensaje a Álex:
"Suerte :), te espero en la cafetería de la esquina"
No fue una entrevista muy larga. Media hora máximo. Cuando Álex llegó a la cafetería localizó rápidamente a Sofía que estaba leyendo un libro. La castaña levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa.
—¿Cómo ha ido? —preguntó mientras Álex se quitaba el abrigo y lo dejaba en la silla.
—Bien, cómo todas supongo —contestó el chico mirando los croissants de chocolate y subiendo las mangas de su camisa hasta el codo.
— Son para ti, no te he cogido café por qué no sabía cuánto ibas a tardar— dijo Sofía mientras marcaba la página y guardaba su libro. Álex sonrió y fue a pedir un cortado.
Sofía le observó; estaba raro, aunque quizás ella también lo estaba. Intentaba no ser fría, pero los acontecimientos del último mes habían marcado la relación. Habían hablado de ello y habían acordado esforzarse, pero nuestra chica tenía la inquietante sensación de que Álex no compartía ese acuerdo. El dueño de sus pensamientos e inquietudes se sentó ante ella y empezó a mirar el móvil, ella le miraba mientras se acababa su café con leche.
—¿Estás bien? —preguntó en cuanto se acabó el café. Álex levantó la vista y la miró, parecía que la pregunta le fastidiara.
—Sí, ¿por?
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Nankurunaisa (Editando Parte1)
Não FicçãoSofía tuvo una relación; pero ya se acabó. Sofía confió en la gente; pero ya no es capaz. Sofía creía tener un futuro; pero ya no puede verlo. Sin embargo, Sofía García descubriría algo muy importante: y es que cuándo crees que todo ha acabado, e...