Lo primero que enfocaron con sus ojos, al abrirlos, fue la particular iluminación de la habitación donde se hallaba, justo frente a un espejo. Se veía a sí mismo sin camisa, con sólo sus boxers, en lo que parecía ser un cuarto de baño. Él sabía qué era aquel sitio, no era la primera vez que se veía a sí mismo envuelto en la misma situación, incapaz de saber si debía sonreír o mantenerse calmo, ya que cruzando la puerta, sólo se encontraría a esa figura que tanto había deseado tener y tocar… Y carajo que lo deseaba.
Era la tercera vez esa semana en la que se veía a sí en aquella posición, con sólo sus boxers, pues toda la ropa estaba a un lado. El verse a sí mismo le generaba morbo, pero prefirió regresar, no quería enfriar a la criatura que descansaba al otro lado de la puerta. Con lento y calmo paso, movió la perilla de la extensión de madera negra, para luego pasar por el umbral, observando allí, tendida en la cama con sábanas blancas y rojo edredón, una sensual figura de unas torneadas piernas, delgadas y pálidas, unas con las cuales llevaba fantaseando desde que tenía memoria, pues la primera vez que las vió había deseado embriagarse con ellas… Y carajo, es que ese mocoso lo tenía todo, al punto en que con sólo morderse traviesamente el labio inferior, casi sintió que esa delgada prenda le era una molestia.—Tardaste demasiado, daddy, sabes que no me gusta esperar —emitió con una pomposa y engreída tonada. Dios, es que tenerlo de aquella forma tan provocativa sólo lo hacía pensar que no debía ser legal un ser como ése en esas prendas. Esperen, no, siquiera lo era.
—Lamento eso, pequeño conejito… Pero me gusta hacerme de rogar, alguien tiene que enseñarte lo que es la paciencia —procedió a emitir con ligereza en su voz, una que nunca utilizaba, mas si se trataba de ese mocos, con gusto lo haría—. Aunque es irónico llamarte conejito, por como vistes… Eres casi un pequeño demonio.
Naib rió tras oír aquella aclaración, deslizando sus piernas dobladas de forma lánguida y lenta, abriéndolas con suavidad, demostrando más de lo que debería en esas diminutas prendas. No era demasiado en realidad, su cuerpo pequeño hacía todo en sí, pues lo que traía era un conjunto a penas… Su intimidad estaba cubierta a partir de un pequeño pantaloncillo, similar a un boxer, de una textura similar al cuero; en combinación, en su torso, cubriendo su pecho aunque no lo suficiente por el encaje, traía lo que parecía ser un sostén, el cual en el centro poseía un diseño de corazón. Norton no pudo evitar reírse, todo parecía demasiado delicado como para que, al final del día, acabara literalmente en el suelo, pero, ¿quién era él para cuestionar a un pequeño incubo?
De forma lenta, acomodándolo contra el cabecero de la cama, subiéndose a ésta, casi gateando para acorralar al otro. Sus bocas se unieron en un lento y suave beso, el cual aumentó en esa fogosidad que sólo ambos compartían, sin un compromiso aparente, sólo ese deseo por sentir placer por medio de ese adolescente que apenas pisaba sus tiernos diecisiete años, estando el pelinegro dichoso de poder tantear su carne, su piel. Con suavidad, mordió su boca, escuchándolo gemir ligeramente entre sus labios, separándose en ese momento, encontrando ambos el ojo del otro, rozando sus narices. El menor sólo se rió.—No creí que fueras del tipo que muerde —observó con suavidad, abriendo mejor las piernas, dándole más acceso a las enormes y fuertes manos del más alto, quien no dudó ni por un segundo explorar esa piel, riéndose.
—¿Eso creíste? Lo cierto es que me gusta hacerlo —emitió con suavidad, rozando sus narices, antes de continuar hablando—. Y no es lo único que voy a morder.
El menor sólo lo dejó ser, alzando su mentón para darle acceso a su cuello, el cual ligeramente besó. Sus dientes levemente se clavaron allí, haciéndolo suspirar, conforme esos gruesos dedos tocaban y tanteaban su piel, arañándola, marcándola… Norton sabía (o creía saber) lo que a ese mocoso le gustaba, oyéndolo jadear a penas, pero no lo suficiente. Quería hacer que todo ese cuerpo supiera lo suyo que era, lo reclamaría, nadie más lo detendría en su faena, la cual hacía con cuidado, observando en el castaño la desesperación por ser penetrado, escuchándolo a los segundos. Eso lo hizo suspirar, alejándose un poco de las tiras de su sostén, teniendo esos ojos celestes cristalinos mirándolos.
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Incubus [NortNaib One Shot]
FanfictionSegún una creencia, cuando tienes cierto tipo de sueños húmedos, se supone que quienes se encuentren dentro de ellos se tratan de íncubos y súcubos, los cuales buscan seducirte, enviados por el mismo Lucifer. --- Este fanfic contiene material R18, e...