Capítulo 10: demonios internos.

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La estación de policía era un pequeño edificio de dos pisos

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La estación de policía era un pequeño edificio de dos pisos. En la primera planta, se encontraba un muro de granito que hacía las veces de recibidor y que separaba la sala en dos divisiones; una para servir como sala de espera y la otra división, donde se encontraban un par de escritorios y algunos oficiales frente a enormes computadoras.

-Vengo a hacer una denuncia -dijo Marion, tan pronto ingresó al edificio.

-Por aquí, por favor -le contestó un hombre flacucho, cuyo uniforme parecía no ser de su talla y se le veía algo holgado, a pesar de ese detalle, lucía como un hombre responsable.

Theo se acercó a una fila de sillas empotradas frente a una de las paredes. Frente a él, un tablón de anuncios de «se busca» y otro par de sillas empotradas a la pared. Tras su espalda; sobre aquellas sillas, otro tablón que anunciaba: «servicio a la comunidad» en donde se podía vislumbrar cosas como: servicio de niñera, los mejores muffins de la zona, paseadores de perros, servicio voluntario en el asilo de ancianos, entre otros.

Repasó con su mirada aquel tablón por un par de segundos. Después se sentó mientras su amiga Marion hacía lo propio.

Miró a su izquierda y notó que la chica había traspasado la barrera de granito y se sentaba frente a uno de los escritorios del fondo, el cual, se encontraba más próximo a una puerta enorme. Al lado derecho de Theo, una puerta con una inscripción de «no entre sin ser autorizado».

¡Cuánta curiosidad tenía en sus adentros!

Siempre había sido un chico curioso. Pero no de ese tipo morboso, más bien por saciar su espíritu aventurero y el querer saber que hay oculto a sus ojos que no puede ver.

En la distancia, Marion lucía alterada, hablaba al oficial en un tono de voz suave, pero gesticulando cada palabra. El policía, por su parte, se veía interesado en mostrar el mejor servicio para apaciguar la situación.

Mientras ella terminaba con su denuncia, revisó su teléfono celular. Suspiró. Era entrada la noche, no había mensajes, ni llamadas perdidas. Revisó sus redes sociales, pero cada segundo que pasaba se hacía eterno. Guardó su teléfono en el bolsillo de su abrigo y se aproximó a ver el tablón de «se busca», muchos de los rostros le parecieron tipos peligrosos, otros le daban una visión diferente.

Marion se aproximó a él y le dijo que la policía haría todo lo posible por hallar al responsable de aquel desastre en el museo, agradeció a Theo por la compañía y prometió salir juntos en otra ocasión.

Sin tiempo que perder, Theo regresó a casa.

≪ •❈• ≫

Tras la muerte de Frankie, Theo trató de acostumbrarse a esa realidad, asimilar que nunca más volvería a verlo y seguir con su rutina diaria.

Pero, tras unas semanas, la culpa le pasó cuenta de cobro; miles de sentimientos y sensaciones cruzaron por todo su ser y, a raíz de ello, tomó como hábito visitar la tumba de Frankie al menos una vez por semana.

Despiadada Venganza © [disponible en físico] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora