Capítulo 12

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-Deben irse, ya.

Confundido, Timm preguntó por qué debían irse él y Karina con los brazos cruzados. Obviamente Callie no podía decirle que se tenían que ir porque en cualquier momento una nube del cielo podría moverse y revelar la luna, lo que detonaría la transformación. Por eso mismo respondió:

-Porque no los quiero aquí.

Luego de unos segundos de miradas entrelazadas entre Timm y Karina, finalmente ella se adelantó y se acercó a Callie. Una oleada de perfume le puso los ojos llorosos.

-Se lo que estás haciendo, intentas normalizar a estos especímenes-exclamó disgustada Karina, mientras miraba a Aaron, retorciéndose adolorido e incómodo.

¿Cómo puede ser? ¿Cómo se enteró de la verdad? Nadie más que Callie, los padres de Aaron y seguramente los profesores lo saben. Se metieron en un verdadero problema.

-Hijos de muggles, asco.

GRACIAS A LAS SIRENAS DEL LAGO Y LOS CALZONCILLOS DE MERLIN. Estaba hablando de el asco que le daban las personas que no eran de "sangre pura".

-¿Y cómo se supone que estoy haciendo eso?-le preguntó Callie con una pizca de diversión.

-Es obvio que estás intentando meterte en la cabeza de todos los Slytherins que puedas, por eso estas en pareja con Oliver, por eso te empezaste a llevar bien con sus amigos, estás haciendo una cadena de convicción. Sabes que Slytherin es la casa que menos simpatiza con los hijos de muggles. Tenemos toda la razón, no deberían estar en Hogwarts, son despreciables.

Una voz, bueno tal vez no era tanto una voz. Un sonido gutural grave y profundo recitó "Que somos qué?

Un escalofrío bajó por la espalda de Callie, esto no podía estar pasando. Con una vuelta lenta en sus talones, se le presentó una nueva versión de su amigo. Ojos amarillo fulminantes, una espalda que crecía cinco milímetros por cada segundo que pasaba, un tono de piel cada vez más pálido. 

Era verdaderamente una situación poco placentera de observar. Por una de las hendijas del techo de la casa se podían ver rayos de luz de luna escabulléndose por cada recoveco que había entre las chapas y las maderas.

Agarrando a Karina que estaba más cerca suyo del brazo, empezó a tirar de ella mientras le explicaba que se tenían que largar de allí lo más pronto posible. No tuvo mucha resistencia porque por más mala o despreciable que pueda ser, no significa que le falte inteligencia ni astucia, Karina sabe lo que le conviene. En ese momento, le convenía correr. El problema era Timm, estaba absorto del plan de huida de las chicas, miraba a Aaron con ojos redondos y temerosos, como si estuviera viendo al Grindelwald en persona. En su frente se podía ver el brillo de su sudor, sus manos se acercaban con movimientos tiritantes al bolsillo de su capa, donde guardaba su varita.

Aaron crecía cada vez más, su mandíbula se volvía cada vez más fina, sus brazos y manos más peludos y las rasgaduras de su ropa se multiplicaban. Los cambios físicos por los que pasan los hombres lobos son tremendamente sorprendentes y atemorizantes, pero Callie ya sabía sobre cómo era la transformación, lo había leído varias veces en sus libros de criaturas mágicas. Lo que no había leído en sus libros era lo que se siente que tu propio amigo pase por eso, el dolor que sentiría, los gritos desgarradores que saldrían de su garganta mientras se cae al piso retorciéndose de dolor. La agonizante imagen de ver sufrir a un ser querido sin poder hacer nada, la destrozaba por dentro. Esto fue lo que Callie no había tenido en cuenta en su improvisado plan de escape.

Ahora no era Timm el único que no se podía mover.

Slytherpuff, querer o amar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora