En lo profundo

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Nunca imaginé que ver a la persona que amaba llegaría a doler tanto.

Aquella persona que alguna vez me hizo sentir mariposas en el estómago, que con su sola presencia me hacía temblar como gatito emocionado al reconocer a su dueño, ahora me hacía agachar la cabeza para que nuestros ojos verdes no se encontraran nunca más.

Era ruin porque se trataba de ti...

Habías asesinado a mi hermano mayor, a mi única familia, aquel que te acogió bajo su ala la cual tuve que compartir contigo bajo su protección, aquel a quien ambos seguíamos a todos lados pues su calidez era reconfortante, su personalidad era sanadora y revitalizante, contraría de la tuya que se la pasaba serio sumido en la difícil realidad que sería nuestras vidas como caballeros, contraria a la mía que siempre era dominante y estallaba con facilidad.

Tú me hechizaste con tu belleza española, con la mirada fría como el acero de tus ojos olivos, con las pequeñas sonrisas que se formaban en tus delgados y apetecibles labios rojizos, con la elegancia de tu andar, con la suave profundidad de tu voz. Todo tu ser me encantaba, me atraías con tu poderoso magnetismo.

Era enfermo pensar en ti de esa forma, sentir esas cosas por el asesino de Aioros, mi hermano.

Intenté odiarte porque lo merecías, porque era lo correcto pues destruiste a mi familia, pero el hechizo con el que te colaste por mis ojos hasta clavarte en mi corazón era demasiado poderoso.

Disfracé mi amor por ti con odio, y lo hacía tan bien en frente de los demás que nadie dudaba de mis ganas de matarte, incluso temían por nuestra seguridad al encontrarnos solos, pero una vez que eso sucedía mi corazón se deshacía de esa fachada, esa mentira con la que escondía mis ganas de tocarte, de hacerte mío, las cuales no pasaron desapercibidas para ti.

¿Cómo podrían?

Eras demasiado listo y perspicaz, mi caballero ibérico de armadura dorada. Sabías que mi rabia y mi impotencia no eran debidas a mi frustración por querer hacerte daño, tu sabías que se debía por mis deseos de tenerte y no poder hacerlo.

Si estaba mal pensarlo mucho peor era hacerlo.

Y para hacerme sentir aún peor tú sólo me mirabas como a un niño emberrinchado, un obsesionado que no te dejaba en paz.

No sé en qué momento dejaste de percibirme como el fastidioso niño que te atosigaba en cada encuentro, el que te señalaba como "asesino" cuando realmente quería llamarte suyo, al que acorralaste para ponerle fin a sus juegos estúpidos, del que nunca imaginaste que aprovecharía la cercanía para robarte un beso.

¿Fue cuando cumplí quince años? Todavía era más bajo que tú, pero me permitiste retozar a tu lado y me convertiste en hombre y en el más feliz del mundo pues el dueño de mis suspiros por fin había sido mío.

Pero ahora estabas con alguien más, con nada más ni nada menos que mi hermano mayor, Aioros, quien había regresado de la muerte junto con nosotros, los demás caballeros dorados, y no demoraste en pasarte de mis brazos a los suyos, en brindarle las sonrisas que habían sido mías, no tardaste ni un segundo en romperme el corazón y botarme para irte con él.

Y aun así...

Con el corazón herido y aplastado...

Yo deseaba que regresaras a donde pertenecías, y eso era a mi lado.

Si tan solo pudieras volver a lo de antes, a la vida de antes pues la actual era una tortura para mí. Verte como la pareja de mi hermano, pretender que sólo éramos cuñados y nunca fuimos amantes. Yo quería que regresáramos al pasado, pero tu solo querías que este desapareciera para que pudieras ir libremente hacia un futuro donde yo no estaba contemplado.

En lo profundo (One shot AioriaXShura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora