Una de las Consecuencias

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Todo pasó hace mucho tiempo, pero yo no recuerdo su inicio, simplemente vivo en el intermedio de esta nueva, seca y oscura realidad.
Antes de morir, mi padre solía contarme como fue “La nueva transformación”, aquel evento trágico que llevó a humanidad a lo que es ahora; guerras, sequías, hambre, enfermedades, dolor... Fueron muchas cosas las que lentamente redujeron a la población más allá de los cambios que tuvo el mismo planeta, incluso hubo cultos religiosos que decidieron llevar a cabo suicidios en masa para huir del “castigo divino” y ascender con Dios. Vaya tonterías.

En 17 años de vida, solo he podido ver el sol una vez. Estar bajo tierra fue la mejor solución que pudieron encontrar después de que aquella luz quemara como nunca y el agua salada de los mares inundara todo.
Todo es muy complicado de conseguir; agua, comida, un hogar... Muchas personas tenemos que sobrevivir a base de robos aún con la incertidumbre que provoca no saber por cuantos días seguirás vivo.

Un hombre lleva mirándome unos días, no es una mirada lasciva o maliciosa, pero sigue siendo incómoda. Hoy me lo he encontrado parado junto a un puesto de carne, se acercó a mi y comenzó a hablar conmigo con una tranquilidad y un humor que son difíciles de encontrar en estos días, sin embargo no le presté mucha atención hasta que de su largo abrigo sacó un paquete de carne molida que, sin duda alguna e incluso estando cruda, se veía
deliciosa. Comenzó a decirme que debía entregar ese paquete a su nieto, pero que aún debía hacer algunas compras, por lo que me pidió ayuda; acepté sin pensar, claramente pensaba quedarme con la carne, pero momentos después el hombre me dijo que recompensaría mi amabilidad con los víveres suficientes como para sobrevivir una semana sin preocupaciones, acto seguido, me entregó el paquete de carne junto con un papel con la dirección de lo que supuse sería la casa de su nieto para luego desaparecer entre la pequeña multitud que rodeaba el puesto.

Mientras más me aceraba a mi destino, más desconfiados se volvían mis pensamientos y reflexionaba más acerca de aquel hombre, ¿por qué confiaría en una chica desconocida para un favor tan importante?, y más importante aún, ¿por qué me pagaría por él? Trataba de ignorar esos pensamientos y concentrarme en la recompensa, pero era ciertamente difícil.
Al llegar a la dirección, me llevé una gran sorpresa al ver la rara construcción ante la que estaba parada; era gigante hacia lo alto pero también era demasiado delgada, parecía un edificio, pero tenía ciertos detalles que tendría una casa convencional.
Llamé a la puerta tímidamente, pero noté que esta no tenía un seguro o algo parecido así que decidí abrirla encontrándome con una profunda oscuridad y un olor extraño que provenía del interior. Respiré hondo y di unos pasos al frente mientras trataba de llamar al supuesto nieto del hombre y me adentraba cada vez más a aquella construcción.
La puerta se cerró repentinamente dejándome en completa oscuridad haciendo que el miedo comenzara a recorrer mi cuerpo como una corriente helada y eléctrica hasta que escuché la voz dura y grave de un hombre, -”Supongo que eres la del día de hoy”- para después golpearme con algo y dejarme completamente inconsciente.

-...-

Llevo ya tres días en esta habitación oscura y sola. A veces escucho grito que, yo supongo, vienen de las plantas inferiores, pero normalmente no hay más que silencio.
Es divertido pensar que en estos días me he alimentado mucho mejor que en meses, pero siento miedo y asco al pensar qué es lo que está servido en el plato que me entrega ese hombre.

Puedo suponer que estoy en la planta más alta porque, de alguna forma, creo que un pequeño rayo de sol se filtra por un pequeño agujero en la tierra, pero realmente de lo único que estoy segura ahora, es del por qué de los gritos que llego a escuchar y de lo que tarde o tempano va a sucederme.

-...-

Un par de horas fueron suficientes para que aquella suposición llegara más temprano que tarde.
Aquel hombre acaba de llegar a la habitación, pero esta vez no trae comida, solo me observa con una mirada casi inexpresiva a la que yo respondo con una sonrisa casi burlona conociendo mi destino.

Tal vez mi reacción pueda ser confusa, nunca traté de huir, nunca luché, nunca dije una sola palabra en estos tres días, ¿por qué?, porque de cualquier forma ya no me importa. Tal vez mi inminente muerte pueda alimentar a una familia o a alguna ladronzuela suertuda.

Mantuve aquella sonrisa mientras el hombre se acercaba y yo posaba mi mirada sobre aquel pequeño rayo de luz filtrado mientras pensaba que, si hay que llegar a este extremo para conseguir algo de carne, la humanidad de cualquier modo no tiene oportunidad. Ella causó esto, ahora le toca sufrir las consecuencias.

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