Capítulo 4 Ok

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Xxx

Ya mande a alguien a hacer las entregas, el hotel esta bajo control, a quienes buscaba ya están siendo torturados y mande por los otros objetivos. 

Supongo que puedo esperar a que despierte.

Es tal y como la recordaba, bueno, ahora es agresiva y por lo que veo ya vio el mundo como realmente es, una mierda. Ya no tiene el mismo brillo de antes, aunque en el fondo sé que ya la habían  torturado cuando la vi por primera vez, la diferencia es que antes su mente intentaba evitar ver la horrible vida que llevaba. Odio no haber podido ir por ti antes. 

Veo que se empieza a retorcer en la cama y empieza a ponerse pálida, sudar y llorar y de pronto grita y sigue llorando. No está bien. 

Lo huelo, lo siento y lo veo.

Por algún motivo que no comprendo no hice nada, solo la miré en su auto-sufrimiento. Decidí inhalar, inhalé su sufrimiento, traumas y miedo, era delicioso aunque quisiera negarlo; no paso mucho tiempo y se calmo, decidí despertarla antes de que volviera a ese terrible sueño. Andrea se levanta de golpe espantada con la respiración agitada y luego voltea, al verme se relaja. Eso me hace feliz pero, evito demostrarlo, me mantengo serio y relajado.

—Oh, eres tú —se tranquiliza, intenta ignorar su pesadilla y yo decido no preguntar al respecto—. ¿Cómo llegué aquí?

Quedo abobado y fascinado con su tranquilidad. Me sorprende que este tan tranquila, las personas anteriores que me llevaba como rehenes siempre gritaban o enloquecían, ella parece indiferente —es fabulosa—, pero sus ojos siempre se ven apagados, tristes, inexpresivos; no veo una gran cantidad de sentimientos y sensaciones en ella. Única.

—Te desmayaste y te cargue. —Al escuchar mi respuesta me mira, sus ojos fijos en los míos.

—Ah, lo siento, solo fue una mala reacción de mi parte.

—No tienes que disculparte, pero no negaré que me gusta esa educación. 

—Ya estoy mejor así que dígame, Señor mafia —tiene una mirada tan penetrante, me muerdo el labio con tanta fuerza que casi sangra—, ¿para qué me quieres aquí? —No puedo evitar sonreír, creo que es buen momento para bromear.

—Para torturarte hasta matarte.

—Okey. —Andrea seguía sin mostrar expresión alguna y yo abrí los ojos como platos. No podía estar hablando enserio, ¿acaso no le importaba ni su propia vida?

Debí hacer que la vigilaran.

Pero no querías que nadie más que tú supieran de tu—

—¿Okey?

—¿Qué tengo por perder? Nunca tuve nada, mi vida tampoco tiene un gran valor, no es como que alguien vaya a sufrir por mi muerte, la verdad ni siquiera yo sufriría tanto por eso, ¡haz lo que quieras conmigo! realmente no me importa, si quieres dame un cuchillo y yo misma me lo enterraré, me acabas de abrir los ojos. Estoy tan harta de mi vida. Me asfixio aún respirando.

Lo que decía sonaba bastante honesto, está chica ya no siente nada, parece que a tenido una vida muy jodida.

—Era broma, Andrea. No quiero matarte.

—Entonces que es lo que quieres. —Por fin su mirada fue más expresiva, tristeza y curiosidad fue lo que vi.

—A ti. 

¿Lo dije o lo pensé? 

—Soy Bryan. 

Presentación. ¿Cómo la pude haber olvidado?

—Que bueno saber que tienes nombre. ¿Apellido?

—Con el tiempo sabrás más. ¿Te gusta el lugar? ¿Hay algo que quieras?

—No. ¿Por?

—Solo preguntaba. 

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Hay algo que quieras?

—Supongo.

—¿Qué haré ahora?

—Creo que puedes empezar por bañarte.

- Woow, normalmente me bañaba una vez a la semana ¿Aquí cada cuanto me bañaré?

—Todos los días.

—Wow.

Nuevamente habla más, y empieza a tener diversas reacciones, me gusta.

—¿Por qué me miras tanto? 

—Solo analizo a la persona con la que pasaré tanto tiempo. 

—Creí que sería como tus matones a distancia, no creí que nos volveríamos a ver después de hoy.

—No te desharás de mi tan fácilmente, Andrea. —Ella sonríe y yo me esfuerzo por ocultar mi sonrisa. Sonríe muy lindo.

—Ya lo estoy notando, Bryan.

Me gusta como suena mi nombre en su voz.

¿Cómo se escuchará mi—?

—¿Dónde esta el baño? Por lo poco que he visto esta habitación es más grande que la casa de Patricio.

—Es la segunda puerta saliendo de esta.

—Okey. —Veo que provoco diferentes actitudes en ella. Es relajada, pero con carisma. Andrea sale de la cama y la rodea, al llegar frente a la puerta se detiene, la observo fijamente con intriga.

—No traje ropa conmigo, creo que sería un desperdicio bañarme si—.

—Te compre ropa, esta en el armario, ponte lo que quieras.

—Gracias. —Sus modales son una de las cosas que más me están gustando de ella. Toma ropa del armario y luego abre un cajón y se queda impactada supongo que ya vio la linda ropa que le compre. Vuelve y su vista siempre fija en mi, debo reconocer que sus penetrantes ojos oscuros a veces me ponen nervioso—. ¿Me esperarás aquí?

—Te esperaré en la sala, mocosa.

—Okey, Señor mafioso.

—Que lindo tu apodo, princesa.

—Mocosa sonaba más original y natural. —Luego de tomar su ropa sale de la habitación y yo solo miro la puerta por la que salió.

Parece que le gusto el apodo que le acabo de dar. Ella fue alguna vez la princesa que me salvo y yo el príncipe en apuros, ella me salvo, es mí turno de regresar el favor.

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