─¿Y ahora qué? ─me pregunté.
El vigilante, es un hombre ya bastante maduro, debe de pasar de los 50 años de edad. Viste con un uniforme policiaco bastante anticuado para la época. Probablemente no es un verdadero policía, sino más bien, alguien que lo era y se retiró pero conservó el uniforme.
Estaba sentado en una silla de hierro a las afueras de la caseta. Apenas había advertido mi presencia, nunca lo había visto porque él siempre está en las noches y pues, la única vez que vine a la obra, él no estaba.
Pero él me reconoció porque el arqui le ha platicado mucho de mí.
─El señor Víctor no está aquí ─me dijo─. Ve a buscarlo a su oficina, a lo mejor ahí está.
─Vengo de ahí ─respondí─. ¿Qué paso? ¿Por qué suspendieron la obra?
─El viernes en la noche el arquitecto vino a supervisar la obra ─respondió─. Como ya habían acabado las labores cuando llegó, sorprendió a algunos albañiles tomando cerveza ahí mismo, lejos de regañarlos, aceptó la invitación de ellos para que se les uniera, y pues, el arqui se pasó de copas. Cuando yo llegué, ya estaban bastante tomados. Por la noche armaron un escándalo y siguieron tomando en la calle frente a la obra, entonces los vecinos llamaron a una patrulla y lo multaron por andar tomando en la vía pública, y de ahí se agarraron.
─¿Qué quiere decir?
─Las autoridades aprovecharon para hacer una revisión en los permisos de construcción de la obra y en otras cosas ─continuó─. Descubrieron que el arquitecto aun no tenía la licencia ambiental, además de que la residencia no cumplía con algunas cosas del reglamento de construcciones, así que le suspendieron la obra.
─Demonios─ me exalté─. ¿Y dónde está el arquitecto ahora?
─Se fue temprano el sábado a Sayula a tratar de arreglar el asunto, pero como el sello que pusieron es de Desarrollo Urbano Estatal, probablemente tenga que ir a Santa Miranda.
─¿A Santa Miranda? ─pregunté─. Pero eso está muy lejos.
─Si ─contestó─. Si no lo encontraste en su oficina, significa que no ha regresado.
Santa Miranda es la capital y la ciudad más poblada del estado de Los Ángeles.
Por lo que sé, es la única verdadera ciudad en todo el estado, y la única que supera el millón de habitantes. Calculo que está mínimo a 300 km de Yatareni. Eso hace que este aún más lejos que mi casa en la Ciudad de México.
Tratar de volver a obtener los permios quizá le tome varios días. Y todo por andar tomando en la calle.
Agradecí al vigilante y me retiré de ahí.
Ahora no sabía qué hacer, si irme a casa de mi tía o ir a casa del arquitecto. Bueno, quizá no haya nadie ahí tampoco.
Y luego me acordé de su hija. Me acordé de ciertas promesas que el arqui comentó cuando vistamos la tumba de su esposa. Me acordé del vicio con el alcohol que tenía el padre de Mayra y del que me habló alguna vez ella.
Y me puse a pensar entonces que, si eso sucedió el viernes en la noche, al día siguiente, cuando fue la reunión de SPEED, Mayra no dijo nada al respecto. La vi ese día y se veía tan normal, es decir, tan tímida como de costumbre.
No imaginaba que quizá estaba pasando por un momento difícil.
Definitivamente tengo que ir a buscarla y hablar con ella.
No me duró mucho tiempo ese ímpetu porque nada más avancé unos veinte metros y vi a lo lejos a otra persona.
Al inicio, creí que era la persona que estaba buscando, pero luego entré en razón.
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Yatareni - Volumen Uno
Novela JuvenilEliseo es un egresado de la carrera de arquitectura que, por azares del destino, termina mudandose a un pequeño y remoto pueblo provinciano mexicano llamado Yatareni, para trabajar con el arquitecto del pueblo. Al inicio, el muchacho no está conten...