Un quejido de dolor salió de sus labios, dejando la caja de cartón en el suelo para poder sobar su espalda mientras se estiraba hacia atrás. Cerró los ojos, escuchando el leve crujido de los huesos de su espalda.
-¿Ya te cansaste, abuelo?- el moreno abrió los ojos al escuchar la voz del menor, frunciendo el ceño ante el comentario.
-Siento mucho fastidiarme la espalda por ayudarte con las cajas.- el menor soltó una risita, acercándose para rodear el cuello del contrario con sus brazos mientras unas sonrisas adornaban sus rostros.
Fue acto reflejo que David juntara la punta de su nariz con la ajena, que rodeara el torso del azabache con sus brazos y que sus labios se rozaran, disfrutando de la sensación de su piel erizarse al sentir la respiración de Alejandro chocar con la suya. Hizo lo inevitable, besarle.
Se habían olvidado de las cuatro grandes cajas de cartón de la mudanza del menor a su apartamento esparcidos por el salón, también del pequeño acuario donde una pequeña rana no paraba de saltar para ser libre, odiando ese 'transporte' que hizo su dueño para llevarlo más fácilmente, y ya ni hablar que olvidó que su querido Jimmy estaba en el suelo, a la vista. No importaba ahora, no existía en sus mentes todo eso, solo existían ellos.
Una de las manos de David bajó lentamente por la espalda del menor, trazando la línea de la columna con la punta de sus dedos mientras el menor le acariciaba la nuca, deteniéndose justo en la cadera. Sabía de sus límites, y lo último que quería era obligarle a algo que no quería.
Recordaba las palabras de Alejandro quejándose por no ser capaz de avanzar en su relación, por aún tener esa inseguridad cada vez que el moreno quería dar 'el siguiente paso'. Estaban en su mente, diciéndole constantemente que debía satisfacerse, pero no demasiado.
Por suerte, ya era suficiente satisfacción el tocar su suave piel, el disfrutar de sus adictivos besos y observarle durante milenios, por que a su vista todo era perfecto en Alejandro. Alejandro era perfecto, al igual que David lo era a ojos del azabache.
Caminaron con cuidado hasta el sofá, momento que el menor aprovechó para tirar a David en él, quedando sentado en el vientre del mayor cuando quedó boca arriba. Sonrió con diversión, apoyando sus manos en el pecho ajeno para no caerse, tarea ahora difícil por el agarre que sintió en sus caderas.
-Pero bueno Ales, no te veía tan salvaje- el mayor sonrió de lado, mostrando esa sonrisa que podía definirse como la de un depredador, sobre todo por sus (ligeramente) afilados colmillos-. Al menos la primera vez en la cama, ¿no?
-Idiota- ambos rieron ante eso, olvidando el estrés de la mudanza cuando Alex se tumbó encima del mayor, abrazándole con pereza-. Gracias por ayudarme con las cajas, tu ascensor va más lento que el Internet Explored.
Otra risa escapó de sus labios al sentir el cariñoso beso en su frente.
-La presidenta dijo que lo arreglarán esta semana, debería ir mejor- el mayor cerró los ojos, todo esto parecía un sueño, uno maravilloso que ojalá nunca se acabara-. La habitación de invitados ya está limpia, por cierto. ¿Qué te apetece cenar?- suspiró cuando el menor le devolvió el gesto, solo que ahora en su cuello.
-Hazme una buena tortilla de patata, coño.
-Pero Ales, cariño, que ya comimos eso hoy con Raúl. ¿Y si mejor preparo unas croquetas? Te aseguro que las frito mejor que nadie, fliparás.
¿Olvidé decir el detalle que ya empezaban a usar los cursis y vomitivos (bautizado por Raúl) apodos?
Al parecer la charla con su madre hace casi dos semanas ayudó ligeramente en lo suyo.
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Luz de luna// Fargexby
RomanceDavid tan solo era un chico vacío y sin vida, viviendo sin tener emociones o sueños. Al menos así era hasta aquella noche, donde vio a aquel chico sentado a su lado bajo la luz de la luna. °Esta obra es ficción, utilizo a sus personajes, no a los yo...