Sabor a dulce prohibido

Comienzo y final

Todo comenzó con un sueño sin saber que se volvería en dos.

Había llenado mi cuerpo de valentía mudándome a una ciudad de la que poco conocimiento tenia solo para cumplir una meta que había marcado desde que tenia uso de razón, como un deseo, no dicho en voz alta pero que ansiaba cumplir con todas mis fuerzas.

Me resultaba difícil relacionarme con las personas que tenia al rededor, y suerte fue la mía cuando un chico sin preguntar me hizo su mejor amigo. Taehyung se volvió mi familia dentro de aquel edificio en el que pasábamos miles de cosas, pero que sobrellevábamos porque al fin y al cabo la recompensa del destino era un futuro tan prometedor que en esos tiempos y por las condiciones en las que vivíamos era difícil de imaginar.

El tiempo pareció ser una liebre fugaz, y cuando menos lo queríamos y esperábamos ya solo éramos siete chicos inexpertos sin saber absolutamente nada de la vida y con un solo sueño en común conviviendo dentro de una habitación que era demasiado pequeña para todos, pero que nos conformábamos porque sabíamos que valdría la pena, en el fondo lo sabíamos. Queramos o no la relación entre todos los miembros forzada o quizá no, se dio, y pronto no solo mi aprecio hacia ellos se desarrollaba; dentro de mi sabia que había algo mas, algo que haría que mi cabeza se pierda un poco, pero que al final me gustaría. Como si hubiera un cartel de prohibido frente a mi que me llamaba para romper las reglas.

Al principio pensé que mi fijación por aquel sujeto que resultaría ser pilar principal de mis problemas, solo era fascinación y admiración por la personalidad tan resguardada, seria, y madura que parecía tener. No tenia en cuenta su atractivo natural, ojos pequeños que se perdían al sonreír y pocas veces pasaba eso, una altura que superaba por poco la mía, su piel blanca que brillaba perfecta con el sudor de las practicas y como olvidar esa actitud desinteresada pero comprensiva a la vez.

Quizá porque era todo lo contrario a mi, que me sucumbía en inseguridades, nerviosismo y actitudes demasiado tiernas para un chico de mi edad. Mi apariencia no era la mejor dentro de todos los chicos, eso hacia que mi timidez aumentara, escondía mis ojos bajo los gruesos lentes y mi pelo negro caía encima, como si fuera un escudo que me protegía al hablar con alguien. Que tonto era en ese tiempo.

Sin pensarlo y sin quererlo mi cuerpo era llamado junto al suyo aun sin necesitarlo, tenia aquel imán imaginario que me seducía a estar cerca de Min Yoongi porque en mi inocente cabeza, quería ser igual que el. Supongo que ignorarlo hizo que rebrotara con mas fuerza, como un monstro que necesita de mi rechazo para crecer.

La química se dio tan naturalmente que mi corazón se emocionaba por ver el sutil, extraño pero especial trato del mayor que se empeñaba en disimular. Los roces de manos, su tacto en mi cuello, la cercanía de su cuerpo, y las sonrisas que parecían estar dirigidas a mi. Fue en ese momento que me percate de que quizá mi inocente e inexperto corazón juvenil había sido flechado por un chico al que no podía deducir aunque tratase con todas mis fuerzas.

Una noche, mientras estaba en la sala de ensayos, tratando de mejorar mi técnica, el estrés de saber que nuestro debut estaba cerca y la ansiedad hacían que mi cuerpo se manejara de mala manera, sumándole los comentarios sobre mi peso de personas externas, generaba que quisiera mejorar porque aquel Jimin triunfando como cantante me esperaba fuera y no quería decepcionarlo.

De pronto él apareció, como si lo hubiera llamado en silencio.

-Volvamos a casa- pidió con un poco de preocupación en su rostro, no lo admitiría jamás, después de todo era parte de su personalidad ocultar ese tipo de sentimientos, y hasta el día de hoy no supe el porque, pero lo descifre solo con mirarlo a los ojos- Te enfermaras- se levanto con paciencia tendiendo la mano hacia mi y juro que en ese momento me contuve para no confesarme torpemente.