⬫ᣟִ 々 : I gonna kill u, ym | three shot

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La tóxica pareja se encontraba en un parque, alejado de la ciudad. Esa noche era realmente hermosa; el destello de la luz de luna chocaba en las pequeñas gotas de rocío del césped. Corría una leve brisa fría causando que el menor de los dos, Jimin, sienta frío en sus muslos al descubierto. para evitarlo, abrazó a su hyung el cuál no correspondió el abrazo pero a él no le importaba. El amor que le tenía al mayor era tan grande que haría lo que fuese por él, no importaba cuán frío era para él.

—Te mataré, Jimin.— Dijo sério y frío, como siempre lo era. Jimin levantó su cabeza para mirarlo.
—Yo también te mataré, Yoongi.— Susurró con una sonrisita, hablando en broma.

El pelimenta tenía sus ojos clavados en el menor, estaba muy pensativo y hasta se sentía tenso, sólo había llevado a su novio a ese parque por una cosa, estaba apunto de tener alguno de sus brotes psicópatas sin saberlo.

—Lo digo enserio, Jiminie, te mataré.— Era tan poco creíble, mucho menos por el supuesto amor que le tenía. Jimin lo imitó diciendo lo mismo, riendo suavemente por la intensidad que su contrario le daba al tema, pensando que jugaba. Volvió a acurrucarse en su cuello, tomado de la cintura de él, dejando besos creando un corto recorrido en su pálida piel. Un fuerte estruendo se escuchó y una diminuta bala atravesó su abdomen.

La desequilibrada mente del mayor se nubló, pensó cuán divertido sería hacer algo así, podría terminar muerto el también... Vivir un juntos para siempre.

—¡¿Yoongi que haces?!— Gritó el menor, mirando fijamente al contrario, horrorizado.

Yoongi había sacado un arma, repitiendo que lo mataría soltando una gran carcajada, tenía la mirada perdida que siempre le ponía cuando le gritaba o se enojaba con él, cuando lo maltrataba, mas era diferente, sus ojos parecían volverse rojos o eso imaginaba mientras asimilaba lo que pasaba. El pelirubio trató de separarse mientras el miedo lo consumía por dentro generando sollozos en él, trató de correr y escapar, pero sus piernas no reaccionaron y ya era tarde, el gatillo había sido pulsado. Jamás creyó que le haría algo así. El portador del arma estaba totalmente fuera de sí hasta que se dio cuenta lo que hizo.

—Oh mierda, ¿qué acabo de hacer? — Estaba arrepentido de lo que hizo, regresó al mundo. Corrió hacia su amado, el cual cayó en seco al frío camino de cemento llenando de sangre su alrededor.

No se sabe que es lo que hizo dolerse de su acto, tal vez era la cara de dolor que Jimin hizo al recibir el impacto o el hecho de verlo como cayó lentamente, quedando inconsciente manchándose del fluido rojo que emanaba de su cuerpo.

Llorando desconsoladamente, lo cargó como una princesa, tratando de detener el sangrado con su propia remera. Fue con rapidez al auto que había usado para ir al lugar y volvieron a su departamento, no llamaría a una ambulancia o un médico cualquiera.

Lo dejó en la cama y comenzó a marcar un número con muchísima dificultad. —Por favor, ven lo antes posible, Jimin está muriendo. — Habló ahogando su llanto, poniéndose de rodillas al lado de la cama para acariciar el suave pelito rubio del chico inconsciente.

—Perdón Jiminie... Perdóname por favor. No quise hacerlo. ¡NO QUISE MATARTE! — Sus ojos corrompidos por la esencia que brotaba de estos le impedía ver con claridad, estaban rojos junto con su naricita. Sentía como la temperatura del pequeño descendía. —No me dejes... Yo te amo mucho como para que lo hagas. — Balvuceó sin fuerza en su oído, queriendo que lo escuchase.