CUBIERTA DE COLORES
Lindsay.
—Me gustaría mantener el largo —me dice la chica, sentándose en la silla. Yo me encargo de ponerle una capa de tela negra encima para que el cabello no caiga sobre su ropa—. Quiero que luzca en cascada. ¿Me entiendes?
—A la perfección —afirmo, y consigo que ella se tranquilice.
Yo solía usar mi melena larga hasta que llegué a la ciudad y lo corté a la altura de mis hombros; por eso sé lo angustiante que es asistir a un salón de belleza, sobre todo, el tener que recordarle a la estilista incontables veces qué es exactamente lo que quieres.
Cortar el cabello no se trata solo de hacer un corte y listo. Se necesita saber escuchar lo que el cliente pide, para cumplir así sus deseos. He visto a chicas llorar cuando llegan a casa porque alguna estilista le dejó el cabello más corto o nada parecido a lo que esperaban. No quiero que algo así pase conmigo; por eso presto atención a cada detalle, también porque deseo mantener mi trabajo, el cual me gusta bastante.
Mi mamá me enseñó a cortar el cabello a los catorce años; en esa misma etapa tomé un curso de estilismo para niñas. Era más que todo para entretenerme, sin embargo, en los meses que le siguieron, cuando toda mi vida colisionó con las decisiones que ese hombre tomó conmigo, aprender nuevas técnicas de corte o de maquillaje eran las dos únicas cosas que me mantenían cuerda. Luego de que la cabeza me dolía de tanto llorar y lamentarme por cada rincón de aquella casa, asistir a clases de estilismo me llenaba de ánimos. Embellecer a otras chicas, poner una sonrisa en sus rostros, era lo que me daba la sensación de que algún día yo podría volver a sonreír. Por desgracia, fui descubriendo que esa actividad no me llenaba por completo, lo que hizo mi depresión aun peor. El atisbo de una sonrisa por fin apareció dos años después cuando Daisy y Max me salvaron al mostrarme lo hermoso que es el arte.
Desde entonces, he canalizado mis emociones y sentimientos volcándolos en los cuadros que pinto. Tomar un pincel para mover mi mano sin parar mientras dejo volar mi imaginación es mi mayor perdición. En ese momento todo mi alrededor deja de existir: solo somos la pintura y yo. No suelo utilizar colores vistosos en los cuadros que pinto; solo uso tonalidades sombrías. Por alguna extraña razón, a Heather le encantan.
Nunca he tenido la posibilidad de asistir a una exhibición de piezas de arte de pintores famosos, pero ella sí, y asegura que mis obras deberían estarse exhibiendo en museos, galerías o centros de arte de New York, lo cual siempre me emociona, no por su absurda idea, ya que no me considero buena en lo que hago, sino porque pareciera que es lo que verdaderamente piensa de mis trabajos. Cuando una persona, tan solo una, nota que has dejado parte de tu alma en una obra, ese reconocimiento crea un sentimiento de pura felicidad interna. Ese es el mejor pago que podemos obtener las personas que vivimos de un determinado arte o estilo de vida.
Termino con el cabello de la chica. La miro expectante mientras ella se inspecciona en el espejo. Finalmente sonríe y me agradece. Pasa directo a caja, ganándose las palabras cordiales de Halsey para que vuelva pronto.
—Ya es tarde, guapas. —Halsey apaga la computadora del mostrador; luego limpia la zona que está libre de papeles—. Apaguen el letrero de abierto para que procedamos a dejar impecable todo nuestro lugar de trabajo.
Asiento y le sonrío ampliamente.
Halsey es lo más cercano a tener una familia en esta ciudad. Es la amiga de Daisy que se comprometió a recogerme en el aeropuerto cuando yo recién llegaba a Los Ángeles; he trabajado medio tiempo para ella desde entonces. De alguna manera se preocupa por mí. Sé que conoce a detalle mi historia, pero nunca me ha preguntado nada o me ha hecho hablar sobre ello, lo cual agradezco muchísimo. Aún duele el solo hecho de recordar esos días.
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Adorable Reputación (Disponible en las principales plataformas digitales)
Teen FictionSegunda entrega de la trilogía «Adorable». Escapar de nuestro pasado muchas veces parece ser la mejor opción para intentar ser feliz y eso Lindsay Reed lo sabe a la perfección. Su único deseo es volver a recuperar su sonrisa y la ilusión juvenil. Su...