La forma en la que hablan, caminan, responden, comen. Las escuelas a las que asistirán por el resto de sus vidas.
Su forma de vestir, su "gusto" en los deportes, su incesante manía por ser los mejores aunque eso signifique dejar de respirar.
Esa es...
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|*Dugun*Dugun*|
Huening.
— Huening, por fin llamó — Escucho que me dice JongHo una vez termine la llamada, y pese a que debe tener miles de cosas que quiere preguntarme por lo que acaba de escuchar, que sea eso lo primero que sale de sus labios me hace sonreír solo un poco mientras negaba al suelo.
— No quería pelear, pero él me saca de quicio — le explicó, aun negando a mis pies, — Me tuvo ahí por 20 años, tratándolo como al ser más importante de mi vida, le di miles de oportunidades antes de venir aquí ¿sabes? Le di cientos de ellas, para que me hiciera ver cuán importante era en su vida y el día que me harte yo solo quise irme de ahí, tome este matrimonio porque estaba harto de seguir en lo mismo ¿pero ahora que estoy a miles de kilómetros resulta que por fin entendió cuán importante era? ¿Eso siquiera tiene sentido? — Musito, porque no podía dejar que mi cara llena de lágrimas fuera expuesta ante él. De seguro me veía terrible con todos los ojos hinchados y rojos por la colera que había experimentado.
Escucho unos pasos y luego veo como un par de tenis entra en mi campo de visión. No quiero levantar la cabeza, pero cuando una mano es posada en esta y mi cabello es acariciado levemente por la piel ajena es que me estremezco lo suficiente como para romperme de verdad.
— Muchas veces no apreciamos lo que tenemos, porque pensamos que es algo seguro. Eso solo lo hace humano, como el querer irte cuando sentiste que habías dado todo te hace a ti humano. Está bien si quieres llorar, saca todo, es malo tragar los sentimientos — me explica mientras mi pecho se contrae por el hipo y pequeños sonidos se escapan de mi garganta sin permiso.
— Que gran consejo ¿La respuesta es solo llorar?, ¿Hasta qué punto debo llegar antes de que me consueles como se debe? — le espeto con un empujón, haciendo que su sonrisa escape antes de comprimirme entre sus brazos.
— Solo estaba esperando que lo pidieras — responde en un intento de hacerme reír, pero fallando estrepitosamente, al solo provocarme para darle una mirada feroz a su dirección. — No arrugues el entrecejo, lo único que ganas es verte adorable —
— La gente solía huir de mi cuando arrugaba la expresión — contrapongo sin más, depositando mi oreja en su pecho para poder calmar mi ritmo cardiaco.
Y como si fuera magia, su olor logra calmarme. Una sensación cálida me invade al tenerlo tan cerca, como si todo el enojo que había dentro de mí se evaporara pues ahora estaba seguro en casa.
El viento solo hacía que permanecer en los jardines fuera cada vez más difícil, durante la llamada no me había hecho consiente de que tan frio estaba todo, pero justo ahora, después de haber terminado y con mis manos encontrándose tras la cintura de JongHo, es que me percato de los fríos que estaban mis dedos.
