Daniel era un estudiante de historia y para su tesis estaba investigando una antigua leyenda del tiempo de la Guerra Civil de Estados Unidos.
Según esta, durante el 1800, en algún lugar de la cuenca de Atchafalaya, el territorio pantanoso más grande de Louisiana, varios esclavos que habían escapado, se habrían reunido en algún lugar oculto del pantano donde permanecían invisibles al mundo exterior por medio de poderosos talismanes voodoo. Al menos eso era lo que se hablaba entre los círculos de dueños de plantaciones, generalmente como una excusa por los fugitivos que nunca lograron encontrar. Los más escépticos creían que simplemente habrían muerto en los peligrosos bosques y pantanos. De todos modos algunos esclavos, creían que realmente existía este idílico lugar, e incluso algunos mapas habrían existido con instrucciones para poder encontrarlo.
Esta leyenda cobró vida nuevamente durante la Guerra Civil por 1863 cuando un aventurero y supersticioso capitán confederado llamado Frederic Bartlett habría conseguido uno de estos mapas, sobornado a un guía, y armado una expedición a la Cuenca de Atchafalaya. No con la intención de capturar fugitivos, si no que para obtener los supuestos talismanes voodoo y usarlos en la guerra contra los yankees.
Daniel, el estudiante de historia, cullo apellido era Bartlett, había escuchado esto de su familia y fue en parte el interés por su antepasado que lo llevo a estudiar historia. Lamentablemente más información de la expedición era inexistente.
En un golpe de suerte, mientras leía un libro de viejas cartas de la época, encontró un comentario sobre una comunidad de esclavos oculta en la cuenca de Atchafalaya. La descripción coincidía con historias más modernas sobre un supuesto árbol blanco, que se describía como algo horrendo que coronaba un túmulo o elevación. La información era escasa pero fue suficiente para realimentar su interés, hasta que por fin, por medio de contactos, y contactos de contactos, logró encontrar, en la biblioteca del Museo Histórico de Lafayette en Louisiana, uno de los supuestos mapas de esclavos que apuntaba a la secreta localización.
Daniel ahora se encontraba en una lancha de pantano, con un enorme ventilador a su espalda, atravesando un angosto brazo del rio Atchafalaya, adentrándose cada vez más en terrenos pantanosos, mientras que caimanes, a ambos lados del bayou, lo miraban con curiosidad. Aunque era temprano, la densa capa de árboles que se encorvaban sobre el rio, dejaban todo en penumbra. Y las densas lianas de musgo español colgando como légamos, no dejaban ver mucho a la distancia. De a poco el paisaje comenzó a cambiar.
Las palabras del mapa de Daniel estaban escritas en un idioma similar al Gullah, que hablaban los esclavos traídos de África por el 1800. Podía ver un área marcada con un término referido a "abandonado por el Gran Espíritu" o quizás "Muerte".
De pronto la lancha quedo atascada, el agua era muy poco profunda y Daniel tuvo que continuar a pie. Alrededor todo estaba marchito y cada vez más silencioso. Las ramas de los árboles frotándose entre ellas con la briza, hacían eco en la silenciosa cúpula que formaba la arboleda. El área marcada en el mapa estaba rodeada por líneas verticales. Pronto Daniel se dio cuenta a que se referían esas marcas y supo que estaba en la dirección correcta. Entre el musgo que colgaba por todas partes, costaba distinguirlas, pero por toda el área, entre el musgo seco había sogas atadas en las ramas. Sogas gruesas como las de orcas pero sin nudos. La siguiente marca al centro del mapa, era un círculo negro.
Finalmente, y ya tarde en una noche sin luna, Daniel alcanzó una zona despejada y aparentemente circular. Había restos lapidados de construcciones muy básicas, chozas o cobertizos tal vez. Adelante podía ver una elevación y la silueta de un enorme árbol al centro. Daniel subió acercándose hasta el tronco. Estaba tan oscuro que ya no se podía distinguir nada, así que decidió buscar un terreno seco cerca, estiro un saco de dormir que llevaba y exhausto se durmió. Y Soñó.
Daniel estaba cayendo por un agujero sin fondo. Por fin al final se comenzó a ver un resplandor verde. Daniel salió de un túnel y se dio cuenta que había estado ascendiendo. Suspendido ahora en el aire podía ver abajo un grupo de hombres y mujeres de piel oscura danzando alrededor del pozo que estaba al centro de una pequeña villa de no mas de 3 o 4 cabañas. Todo estaba iluminado por una luz verde que provenía de antorchas encendidas por todo el rededor.
De pronto un grupo de hombres con uniformes militares entraban en el claro y se detenían confundidos, como si todo hubiera recién aparecido frente a ellos y no sabían donde estaban. Era el capitán confederado Bartlett y su grupo, claramente liderados por un esclavo que seguramente había vendido a sus hermanos por unas pocas monedas de plata. Entonces la masacre comenzó.
Juntaron a todos los fugitivos alrededor del pozo y les dispararon. Uno a uno iban cayendo, una a una, dentro del pozo, hasta que no quedo nadie. Luego entre lamentos de los moribundos, los soldados cubrieron el pozo con tierra, enterrándolos vivos.
Finalmente los confederados tomaron las antorchas y se retiraron. Así como se alejaban, apenas la luz verde dejo de iluminar el terreno bajo Daniel, los soldados desaparecieron junto con la luz.
Daniel despertó atormentado por las visiones que le habían dado terribles respuestas sobre su antepasado, pero el árbol, el árbol blanco no estaba en el sueño. Ahora a la luz del día, Daniel se levantó y miro al árbol frente a él, y horrorizado comprendió.
Un enorme árbol había crecido sobre el túmulo que cubría la tumba de los fugitivos levantando consigo, a través de una centuria, los restos de los caídos que ahora incrustados, adornaban cada rama del árbol maldito, con sus huesos y calaveras. Era el Árbol Blanco.
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El Árbol Blanco
HorrorUn estudiante de historia busca información sobre su antepasado; un capitán confederado que habría encontrado magia Voodoo en las profundidades de los pantanos de Louisiana.