Going Under

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I'm going underDrowning in youI'm falling foreverI've got to break throughI'm going under

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I'm going under
Drowning in you
I'm falling forever
I've got to break through
I'm going under

Desde el primer momento en que había bajado del Halcón Milenario y que pisó aquel planeta desolado, el cuerpo de Rey se tensó.

El vello de la nuca se le erizó al sentir en el territorio, el lado oscuro que vibraba por todos los resquicios de Corvax Fen. Ni cuando estuvo frente a Palpatine en Exegol sintió tan cruda la fuerza.

Caminó sigilosa adentrándose en medio de ese bosque muerto. Delgados árboles, negros y calcinados se torcían sobre su cabeza, rodeándola.

Conforme sus pasos se movían sobre el suelo lleno de ceniza, comenzó a sentir que la atmósfera abrasadora le impedía respirar. Si bien estaba acostumbrada a las altas temperaturas de Jakku, parecía que la lava que corría a unos kilómetros atrás en todo Mustafar producía ese efecto y no se comparaba con nada de lo que ella hubiera soportado, encima el lugar apestaba a azufre y ozono, lo que le provocaba escozor en la nariz.

En realidad, antes de llegar no sabía con exactitud en qué punto del planeta encontraría lo que buscaba, pero la atracción del lado oscuro la estaba llamando y ella se dejó guiar, porque no tenía otra opción.

Minutos después, terminó enun claro, en donde vio que los bordes de la tierra blanquecina y gris comenzaban a delinear una especie de pantano que contenía agua negra.

Rey se acercó, sintiendo en el pecho que estaba donde debía, la fuerza se lo indicaba pese a que la marisma no aparentaba mucha profundidad. Se quedó quieta, sólo escuchando su respiración que se hacía pesada por la elevada temperatura, esperando una señal.

Estuvo tentada a poner un pie dentro de las aguas que estaban estancadas ahí, impasibles, pero la formación de leves ondas en ella, la alertaron:

El centro del pantano burbujeó. Rey se puso en posición de combate y encendió su sable, lista para atacar si era necesario, mientras veía con asombro como emergía una criatura arácnida posada encima de una cabeza de un gigante. Era algo casi grotesco.

La chica percibió en su simbiosis el dolor de la cabeza inferior, como si permaneciera como esclavo de la araña que se aferraba a él. Sin embargo, ninguno podía sobrevivir sólo, porque la criatura con tentáculos parecía débil.

— La Diada de Ben Solo —pronunció con una voz metálica, parecida a la de un androide—. No... —corrigió—, mejor dicho, la de Kylo Ren. Baja tu arma, niña. Aquí no la necesitas.

Rey dudó por un momento, pero observó los enormes ojos de la araña que la estudiaban pasivos y como tampoco percibió en la fuerza alguna mala intención, terminó por apagar el sable y colocarlo en su cinturón. De todas formas, si llegaba a necesitarlo, bastaría con un movimiento de su muñeca para llamarlo.

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