Lobo Hombre En París

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N/A: No pude terminar a tiempo este pequeño escrito para participar en el concurso, pero aun así quería aportar con material, no estoy segura si cumplí como es debido con las palabras que me tocaron, pero hice mi mejor intento uwu 💕
Pd: Como algunos se darán cuenta por el título, me inspiré en la canción con el mismo nombre.

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"Te veo mañana, no te quedes hasta muy tarde." 

Fue la escueta despedida de mi último compañero en salir aquella noche; recuerdo sus manos, grandes y pálidas, aprisionando entre sus dedos la correa de su pequeño morral para luego colgarlo en su hombro derecho; recuerdo su camisa blanca, pulcramente planchada y con el último botón café desabrochado; recuerdo la luz blanquecina de la oficina acariciando su mejilla izquierda; y, también recuerdo, el sonido de sus pisadas alejándose del edificio en el que solíamos trabajar. 

Es interesante, ahora que me tomo el tiempo necesario de meditarlo, el cómo es que recuerdo hasta el más mínimo detalle del último ser humano con el que tuve contacto, pero, como dato curioso, no recuerdo mi vestimenta de ese día ni lo que desayune en la mañana, ¿habré llegado a responderle antes de que se vaya? 

La cosa aquí es que, cuando mi pie derecho tocó el piso pedregoso de la plaza y la luz de la luna llena se reflejó en la oscuridad de mi cabello, todo se tornó, de repente, muy confuso. 

Era mi segunda semana de trabajo en las oficinas de Línea de Emergencia ubicadas en la pequeña plaza de una durmiente Versalles, y yo, como siempre, fui el último en salir del pequeño edificio. 

En noches como aquella, donde la luna asemejaba a la sonrisa del gato de Cheshire y la neblina decidía inundar todo el lugar, acostumbraba a sentarme a orillas de la pequeña fuente en medio de la plaza y prender un cigarrillo mentolado. El silencio y la quietud de la medianoche me brindaba una paz indescriptible. Fue precisamente esa noche cuando lo vi por primera vez, sentado en mi lugar habitual, bajo el suave titilar de la luz amarillenta de una vieja farola.

"Disculpe, ¿me podría decir la hora?" preguntó, con una sonrisa tan amplia que pudo haberle llegado hasta las orejas, una sonrisa amable, pero hambrienta, de esas que te hacen estremecer y activan una alarma de precaución en tu interior. Lo observé unos cuantos segundos antes de responder, no parecía un vagabundo, siendo ese mi primer pensamiento cuando lo vi; tenía la barba un poco descuidada y el cabello rubio le caía desordenado hasta los hombros, pero su vestimenta, aunque casual, se veía muy pulcra. 

"Son las doce y catorce" Le respondí, sin despegar la mirada del reloj de mi muñeca. El extraño asintió, y su gran sonrisa se volvió una línea tensa en su rostro.

¿Por qué no seguí mi camino? No lo sé, y ya no importa, solo diré que el cigarrillo mentolado que fumé esa noche sentado al lado de aquel extraño fue el más placentero de mi vida. 

... 

Azul, sus ojos eran azules. 

Me di cuenta de ello la segunda vez que lo vi. 

Esa noche la luna formaba un medio círculo y el cielo se encontraba extrañamente despejado, su pálido brillo bañaba las pequeñas casas coloridas del rededor, dándole al lugar un aspecto místico. 

Glup. 

Glup. 

El constante gotear de la fuente era el único sonido que interrumpía la quietud del momento, solo hasta que sus labios se separaron para dejar escapar unas cuantas palabras que se estamparon con notable fuerza en mis oídos. 

"Lobo hombre en París" | ThorkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora