(…)
Me recuesto en mi cama y me pongo a reflexionar acerca de la nota misteriosa que me han enviado. No, no hay manera de que haya podido ser Keith. Oh maldito y jodido Keith.
Si tan solo fuera lo suficientemente valiente como para invitarlo al baile.
Mi celular comienza a vibrar en mi bolsillo y escucho el tono de llamada seleccionado para Cole.
—Hola —digo desanimada.
—Hola —dice ignorando mi tono—, ¿Mara ya invitó a Derek Griffith?
— ¿Qué? ¿Cómo que lo invitó?
—No estoy seguro de sí lo hizo, por eso te pregunto.
— ¿Por qué no me lo dijo? Es decir, ¿por qué me dijo que te había invitado?
—Quería ver si así te animabas a invitar Keith, Vamos, ¿qué puede pasar? Si te dice que no, yo iré contigo.
—Cole Leakey, es lo menos que puedes hacer —digo y cuelgo.
(…)
Hoy por la mañana repasé durante todo el camino la manera en la que invitaría a Keith al baile.
Al llegar al instituto me topo con Derek y éste me jala del brazo.
—Hola Trudy —que yo recuerde nunca le había dicho mi nombre, tal vez fue Mara.
—Ah, hola Derek —trato de soltarme de su agarre.
— ¿Es cierto? ¿Es cierto? Dime que no es cierto.
— ¿Qué? ¿Qué cosa? ¿De qué me hablas?
—Entonces no es verdad, bueno adiós —dice y se va sin más.
¿Qué demonios?
Me dirijo a mí clase y cuando entro veo a qué se refería Derek; veo la raíz del problema: Herman Penh.
Comienzo a toser y ahogarme con mi saliva al ver una pancarta GIGANTE que tiene una foto mía y DE Herman rodeados por un corazón, maldito photoshop. Alguien llega por detrás y comienza adarme palmadas en la espalda, una vez que la tos se esfuma me giro para encontrarme con un Keith algo preocupado y asombrado al ver el llamativo cartel, antes de que pregunte algo me abalanzo sobre Herman y lo tomo de su camisa.
— ¿Qué crees que estás haciendo?
—Yo… sólo… no quería… perdón.
—Sólo olvídalo ¿quieres?
Lo suelto y me siento en una silla cercana a la ventana. Noto que alguien se sienta a mi lado, pero hago caso omiso y al ver de reojo veo a ¿Keith?
—Hola —dice amigable—, ¿no crees que fuiste algo dura con Penh? —lo que me faltaba.
—Sí, eso creo. Eh… oye quería preguntarte algo.
—Hazlo —contesta alivianado.
—Bueno ah… es que yo siento un psicólogo, no no, así no era, yo siento un psiquiatra, no, no espera —ya la cagué, otra vez—. Sólo olvídalo ¿quieres? —termino utilizando las mismas palabras que usé con Herman.
Veo su rostro divertido y confundido, así que tomo mis cosas y me largo al rincón del salón.
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¡Hola! Esperamos que les haya gustado el capítulo, perdonen por no actualizar rápido, pero hemos tenido problemillas. Pero bueh, ya volvimos.
Pegasos & Koalas
-Nosotras
